Colin Gray espera esposado para prestar declaración ante el juez REUTERS

El padre del menor autor de la masacre de Georgia también es acusado de homicidio

Un juez considera por primera vez que el familiar del joven estudiante es asimismo responsable de los crímenes por haberle regalado el arma que usó

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Viernes, 6 de septiembre 2024, 10:13

Padre e hijo se sentaron este viernes en la misma sala de los juzgados del condado de Barrow, en Georgia, donde les esperaban en primera fila los compungidos familiares de sus víctimas. Cuatro personas perdieron la vida el miércoles en el tiroteo del instituto Apalachee ... al que asistía Colt Gray, el chico de 14 años acusado de perpetrar la masacre, pero este viernes a su padre, Colin Gray, solo se le acusó de dos: los adolescentes de 14 años Christian Angulo, hispano, y Mason Schermerhon, afroamericano.

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El fiscal ha informado de que habrá más cargos, dado que otras nueve personas resultaron heridas de bala y dos profesores de Matemáticas murieron en la masacre, pequeña, para los estándares estadounidenses, gracias al 'sistema de pánico' instalado recientemente en el colegio, que permitió avisar rápidamente a la Policía destacada en las instalaciones de este instituto.

Se trataría, según 'The Washington Post', de la primera vez en la que un padre es acusado de homicidio por la masacre perpetrada por su hijo con un arma de fuego que le regaló, aunque hay otros precedentes de progenitores acusados de negligencia e incluso dos condenados a diez años de prisión por homicidio involuntario. Ese fue el caso de Jennifer y James Crumbley, que ignoraron los avisos del profesorado, le rieron las faltas y le regalaron un arma. En 2021 su hijo Justin volvió al colegio con una pistola y mató a cuatro estudiantes. Esa condena se consideró el principio de una tendencia nacional a pedir responsabilidad a los padres. «Exijámosles que las guarden adecuadamente», dijo este viernes el presidente, Joe Biden. «Yo tengo la mía bajo llave», añadió.

Fusil militar AR-15

El caso de Colin Gray, de 54 años, es particularmente agravante porque le regaló a su hijo un fusil militar de estilo AR-15 apenas cinco meses después de que el FBI le visitara por haber publicado en el chat de Discord sus intenciones de perpetrar una masacre escolar. «Me voy a pillar un cabreo del demonio como eso sea verdad», dijo a los investigadores. El chico lo negó, alegando que su cuenta había sido pirateada. El FBI había rastreado la publicación hasta su email, pero no pudo probar quién escribió el texto. «No me queda más remedio que aceptar tu palabra», le dijo el investigador. En las siguientes semanas llamó al padre, quien le aseguró que tenía las armas bajo control y no le permitiría el uso sin supervisión. El día de Navidad le regaló una propia.

«No cabe duda de que mi nieto es culpable, pero hizo lo que hizo por el ambiente en el que vivía», dijo su abuelo materno, Charlie Polhamus. Con una madre drogadicta, detenida varias veces, y un padre que dejó el hogar el año pasado, «llevaba tiempo pidiendo ayuda a gritos», le defendió su tía.

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Ningún familiar acudió a los juzgados para verle declarar a él o a su padre. La Fiscalía ha anunciado su intención de juzgar al chico como adulto para buscar la pena máxima. En un principio el juez dijo que podría involucrar la pena de muerte, pero luego lo llamó de vuelta a la sala para anunciarle que, al ser menor de edad, no sería ejecutado, sino que enfrentaría cadena perpetua.

El adolescente con el pelo teñido de rubio escuchaba impasible al juez, sin mostrar ninguna expresión, tal y como le recordaban sus compañeros de clase. Su padre, visiblemente afectado, se mecía compulsivamente en el banquillo y apenas le salía la voz, hasta el punto de que el juez tuvo que ordenarle que hablase más fuerte. Les asistían abogados de oficio por falta de recursos.

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La estrategia de la Fiscalía es acusar al progenitor de homicidio involuntario por los asesinatos de los dos adolescentes, ya que, según el Código Penal de Georgia, al cometer actos de crueldad contra menores en segundo grado, que causaron la muerte, puede ser condenado por homicidio sin importar la intención que tuviera al asistirlo con el arma.

Varias personas colocan flores en un monumento improvisado en la escuela secundaria Apalachee de Winder, en Georgia, el día después del tiroteo que dejó cuatro muertos. REUTERS

Gray había iniciado a su hijo en la caza mayor para incentivarle a salir de las pantallas de los videojuegos, a los que era aficionado, y explorar la vida al aire libre, contó a los investigadores el año pasado. A final de curso su hijo era víctima de las bromas de otros y carecía de concentración en los exámenes.

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El miércoles, después de que le reprendieran en clase de álgebra, salió del aula y volvió empuñando el rifle. El sistema de seguridad de la clase hizo que la puerta se cerrara tras de sí. Los alumnos que fueron a abrirle debieron ver el rifle, porque dieron marcha atrás. Gray podía haberla volado, pero eligió ir a la clase de al lado.

El resto de los progenitores que este viernes no sollozaban en los juzgados la muerte de sus hijos daban gracias a la inversión de 8.000 dólares que hizo el colegio en el 'botón de pánico' que permitió la rápida intervención policial. Gray no quería morir con las botas puestas, como otros de los chicos que le precedieron en las masacres que estudiaba cuidadosamente desde la de Parkland en 2018. Se tiró al suelo con las manos en la nuca y vive para contarlo.

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