Pánico en la Casa Blanca

«Por eso estamos concentrados en reconstruir esta economía, para tener un mejor tercer trimestre», admitió. Algo imprescindible para las elecciones del 3 de noviembre. Las mujeres, un sector clave con el que Trump ya cojeaba, experimentan por primera vez desde que se empezó a registrar el paro por sexos un desempleo de dos dígitos. Camareras, peluqueras, cuidadoras de niños y ancianos, higienistas dentales y limpiadoras son algunos de los empleos que han desaparecido de la noche a la mañana y no se pueden hacer desde casa por ordenador.

Otro de los sectores críticos, el de los mayores de 65 años, integra a la población más vulnerable de la pandemia y el más confiable del electorado. Mientras los jóvenes en los que confiaba el socialista Bernie Sanders para hacer la revolución acaban distrayéndose con otras cosas a la hora de votar, los jubilados son como un reloj. Trump ganó este grupo por cinco puntos frente a Hillary Clinton, pero va perdiendo por nueve frente a Joe Biden. Los mayores de 75 años suponen casi la mitad de los muertos por Covid-19, un grupo de riesgo que no debe de estar contento con el manejo que ha hecho el mandatario de la crisis, siempre ajeno a su impacto.

De hecho, la mala puntuación de Trump podría arrastrar consigo a los legisladores republicanos, a los que el electorado empieza a culpar de haber anulado la reforma sanitaria de Obama ahora que necesitan el seguro médico más que nunca. Según The Washington Post, «los republicanos están cada vez más nerviosos con perder el control del Senado», lo que podría poner en manos de los demócratas las dos cámaras y la Casa Blanca en una sola elección. «Todo esto está siendo un referendo sobre Trump y ese es un mal lugar para encontrarnos los republicanos, confió anónimamente un senador al rotativo. «Lo bueno es que esto no va a durar para siempre».

Los estrategas del partido conservador creen que sus posibilidades se recuperarán cuando remonte la economía y Trump pueda volver a hacer campaña, de ahí que presionen para agilizar al reapertura económica. Si el virus aprovechase esa relajación de la distancia social para una segunda embestida antes de las elecciones del 3 de noviembre, sus esperanzas se verían frustradas. La mejor arma, por el momento, es otro paquete de estímulo económico, pese a que los propios asesores de Trump están ya nerviosos por cómo se ha disparado la deuda.

Su rival también aprovecha la crisis para atacarle. Biden recordó este lunes en un vídeo que el presidente menosprecia la importancia de las pruebas de diagnóstico, pero desde el principio de la crisis todo el que entra en la Casa Blanca necesita pasar antes por el bastoncillo. «Saben cuál es el camino, simplemente no onen el mismo esfuerzo en nosotros», acusó. Su arma electoral será la falta de empatía de Trump, una apuesta segura de aquí a noviembre.