Nikki Haley. AFP

Nikki Haley se consolida como la alternativa en EEUU

La principal amenaza de Trump es también la pesadilla de Biden

Mercedes Gallego

Enviada especial. Iowa.

Viernes, 12 de enero 2024, 09:05

Entre las estepas nevadas de Iowa, a 4 grados bajo cero, que el lunes llegarán a -27, Cookies & Dreams vende galletas de ensueño recién horneadas. En la planta de arriba Nikki Haley también vende sueños frescos a los aldeanos de Iowa, que tienen el privilegio ... de hacer la primera criba en la selección del candidato presidencial.

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La ex gobernadora de Carolina del Sur se presenta como una persona afable y conciliadora, dispuesta a restaurar la cordura y dignidad al partido de Lincoln y Reagan, que Trump tomó por asalto en 2016. No fue con la ayuda de Iowa. Trump comenzó aquella campaña perdiendo en Iowa frente a Ted Cruz, quien, como hicieran Rick Santorum en 2012 y Mike Huckabee en 2008, aglutinó el voto evangélico para auparse en el marcador. New Hampshire, la siguiente parada de la eliminatoria presidencial, le dio la oportunidad de remontar y terminó por ganarle la partida a Cruz, estado por estado, quien se retiró de la competición en mayo, cediendo a Trump la candidatura presidencial.

Esta vez el magnate ha aprendido la lección. Ahora él es el favorito de una base evangélica mucho más nihilista que las que bailaban con la guitarra del predicador de Arkansas el año que Obama dio el campanazo en los caucus de Iowa. Tiene más del 50% en las encuestas y ha demostrado que, como dijo en 2016, «podría dispararle a alguien en la Quinta Avenida» y sus seguidores le seguirían votando. Están también los que, como Ed Remsburg, no tuvieron estomago para votarle entonces, ni tampoco se sienten capaces de hacerlo ahora. Por eso el jueves se dejó guiar por su mujer hasta un mitin de Haley en busca de la alternativa.

Como republicano de toda la vida, abogado jubilado y veterano de la marina, agradece algunas de las cosas que hizo Trump durante su gobierno. «Restablecer el equilibrio del Tribunal Supremo», cita, que a su juicio se había vuelto demasiado intrusivo en las leyes del país. El prefiere el federalismo constitucional que respeta la libertad de los estados para legislar, porque lo que puede ser bueno para California o Nueva York no agrada necesariamente en la Iowa rural, donde la gobernadora Kim Reynolds ha aprobado una restrictiva ley del aborto que lo prohíbe tan pronto como se detecta un latido, lo que suele ocurrir a las seis semanas de gestación.

En noviembre la popular gobernadora anunció su apoyo al gobernador de Florida Ron DeSantis, lo que hizo que gente como Remsburg se fijara en él. «Me gusta lo que ha hecho en Florida, y ha estado en la Marina, como yo, pero mi mujer me convenció para que le echara un vistazo a Nikki Haley y me he dado cuenta de que ella es la verdadera alternativa», afirmó. Desde entonces DeSantis no ha hecho más que perder puntos, a ojos de los Remsburg y de la encuestas, precisamente porque se ha visto obligado a atacar a Haley, quien en la última encuesta de Suffolk University le sobrepasa por primera vez con un 20% de la intención de voto, frente al 13% al que ha caído DeSantis. Tras once meses de campaña, la remontada en la recta final puede dar una sorpresa.

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De Santis apela al sector más conservador, que según la misma encuesta supone el 45% de los votantes de caucus en Iowa, aunque tiene que compartirlo con Trump. Haley ha elegido ser la voz de los moderados e independientes como Remsburg y su esposa, escandalizados por «la falta de talla moral» del expresidente. Pero este grupo de conservadores moderados e independientes solo representa el 25% de los votantes de caucus. Por eso la ex gobernadora de Carolina del Sur tiene puesta la vista en New Hampshire y su propio estado, que podrían remontarla, de pinchar el lunes en Iowa.

Por el contrario, si DeSantis no logra quedar segundo el lunes, su campaña se desmoronará. En el estado del «Vive Libre o Muere» apenas tiene el 5% de la intención de voto, mientras que Haley le pisa los talones a Trump, con 32% frente a 39%. Las primarias de Florida no se celebran hasta marzo, demasiado tarde para mantener la campaña de DeSantis con vida. Para él, quedar segundo en Iowa es una cuestión de vida o muerte, pero hasta la naturaleza le da la espalda en esta recta final. La tormenta de nieve que esta noche azota el estado le ha obligado a cancelar algunos actos de su agenda.

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Tono cívico

Los habitantes de Iowa están acostumbrados al frío. Se les ve correr en pantalones cortos por las calles de Des Moines, tan glaciales que las pasarelas vidriadas cuelgan entre los edificios del Dowtown para no tener que cruzar la calle en invierno. La principal ciudad de Iowa tiene algo de apocalíptica, con esas calles semi desiertas en las que siempre parece domingo, y los brazos quitanieves que llevan adosadas muchas furgonetas pick up. Han aprendido a convivir con el frío, aunque sea tan extremo como el que vivirán el martes. Lo que dejaría a muchos sentados en casa es la nieve, poque nadie quiere jugársela en las carreteras.

Haley hila fino para hacerse eco del sentimiento anti-Trump de sus bases sin antagonizar a sus votantes, «es el presidente adecuado para ese momento, pero no para este», les dice. «Justa o injustamente, donde quiera que va le sigue el caos». Con él no será posible recuperar la sensatez, Haley es la opción de quienes sueñan con esas galletas calientes en una mañana helada, y un país que recupere el tono cívico, sin tener que conformarse con un presidente octogenario. «EEUU se merece más», zanja Marty Remsburg. «Tengo 76 años y sé que ya no es edad para un cargo de esa responsabilidad».

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Con sus credenciales de embajadora en la ONU, la candidata republicana de 51 años presume de haber tratado con Irán, Rusia y China a diario, lo que completa su curriculum presidencial hasta el punto de que si en noviembre estuviera en las papeletas, Cathy Boyle, que votó por Biden en 2020, la elegiría a ella. Esa es la gran paradoja de esta campaña. La victoria de Trump en las primarias republicanas sería la mejor carta para la reelección de Biden, que no ha cumplido su palabra de servir de «puente» para una nueva «generación de líderes», dijo durante un debate de primarias en marzo de 2020.

Con el desgaste de haber sufrido una inflación récord durante su mandato y haber antagonizado a jóvenes y musulmanes con su apoyo a Israel en la Guerra de Gaza, bastará una cara dulce en las papeletas de noviembre para dar la alternativa a quienes no aceptan otros cuatro años de Biden. Haley rompería el techo de cristal que Hillary Clinton solo pudo arañar y presentaría a los estadounidenses con una opción aceptable. El sueño de unos, es la pesadilla de otros.

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