Nada parece soprender ya en el universo personal del hombre más rico del planeta. ¿O quizá sí? Algún rescoldo debe quedar cuando Elon Musk se ha hecho en cuestión de días acreedor de duras críticas en el plano nacional e internacional por sus extralimitaciones verbales, ... además de revolver al republicanismo radical por su apuesta de admitir a migrantes en Estados Unidos a partir de su cualificación profesional, especialmente en tecnología.
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Las chispas han comenzado a saltar en el entorno de Donald Trump, que este fin de año salió en respaldo de quien ha elegido como su mano derecha en el futuro Gobierno. El presidente electo apoyó mantener una visa especial para los migrantes formados frente al ala ultraconservadorda que exige un cierre absoluto de la frontera. Trump es «creyente» del H-1B, el documento que obtienen 65.000 extranjeros «cualificados cada año para cubrir puestos específicos»; lo que Musk denomina visas «premium».
El principal problema quizá proceda de que el propietario de Tesla ha dicho a quienes se oponen al permiso –alegando que son empleos para estadounidenses– que los «déspotas» debieran ser expulsados del partido. «Da un gran paso atrás y JODETE en la cara. Voy a declarar una guerra por este asunto que no puedes ni imaginar» ha escrito en X a sus crtíticos, poco antes de semicongelar las cuentas de al menos catorce líderes de la derecha.
Así que empiezan a aflorar los interrogantes sobre si Musk será el asesor principal correcto en la nueva Administración. Steve Bannon, antiguo estratega de Trump e influyente ideólogo del movimieno MAGA, es uno de los látigos destacados, a la cabeza de otros republicanos que usan términos como «presidente Musk» o «cerebro gris» del nuevo Gobierno.
También han sentado mal sus insultos al presidente alemán, a quien ha llamado «tirano antidemócrata».Previamente, Frank Walter Steinmeier había lamentado la «interferencia electoral» de Musk en la campaña alemana al apoyar a la ultraderechista y xenófoba AfD. Algunos analistas interpretan que el magnate está lejos de las más elementales normas diplomáticas.
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Las extravagancias dentro del conservadurismo radical estadouidense son solo tolerables hasta cierto punto. Y las de Musk no deben encajar en ese significado. Su última idea ha sido reinventarse en 'Kekius Maximus' en X, donde ha colgado su foto vestido de centurión romano y con el muñeco de la rana 'Pepe' en un hombro. Todo tiene su significado, aunque nadie sepa a dónde quiere ir a parar el ultramillonario. La criptomoneda kekius se ha disparado un 500% tras la difusión de la imagen. 'Pepe' es un dibujo que funciona masivamente como meme.
Algunos republicanos temen que Musk y su segundo en el nuevo departamento de eficiencia gubermanetal, Vivek Ramaswamy, estén conformando una especie de monarquía propia basada en dos valores: ser multimillonarios y proceder del mundo tecnológico. De Ramaswamy no ha caído bien su rechazo a la cultura estadounidense que «celebra a la reina del baile sobre la campeona de las olimpiadas de matemáticas, o al deportista sobre el mejor alumno de la clase» porque «no producirá los mejores ingenieros».
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