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'El arte de la guerra' es un famoso libro chino sobre táctica militar. Durante la II Guerra Mundial, el arte intervino de forma directa en aquel conflicto bélico. El Ejército de Estados Unidos recurrió a ingenieros de sonido, técnicos de efectos especiales cinematográficos, arquitectos, ... publicistas, actores, locutores y especialistas en bandas sonoras y atrezzo para montar una compañía militar con soldados de pega y tanques hinchables que engañó y distrajo a las tropas de Adolf Hitler en más de veinte misiones.
Aquella tropa disfrazada y de plástico logró varias victorias clave: hizo creer a los nazis que iban a cruzar el río Rhin mientras le daban tiempo y espacio el general Patton para avanzar por otra vía. Y también engañó al ejército germano al amenazar la costa de Calais mientras los aliados se preparaban para el desembarco en Normandía. Esos trucos, que salvaron miles de vidas entre sus soldados, se mantuvieron en secreto hasta finales del siglo pasado. Ahora, el Congreso de EE UU le concede la Medalla de Honor a aquel 'Ejército fantasma'.
El arte del engaño esta tan antiguo como con el arte mismo. Hay pinturas tan realistas de fruta que los pájaros tratan de picar sobre el lienzo. Claroscuros, perspectiva... La ilusión óptica ya se había utilizado en la I Guerra Mundial: redes de camuflaje cubrían las trincheras, árboles artificiales que hacían de torre de vigía, barcos pintados con formas geométricas que impedían al enemigo calcular con exactitud su velocidad para así esquivar los torpedos... En 1944, antes del 'Día D', el alto mando estadounidense diseñó una táctica de distracción previa al desembarco de Normandía.
Recurrió al 'Ejército fantasma', una unidad formada por más de mil miembros. Y les dio una misión: despistar al enemigo haciéndole creer que la ofensiva iba a ser en Calais. La mayoría de los reclutas no eran soldados, sino artistas, arquitectos, ingenieros, actores, escenógrafos... Se dedicaron al engaño visual, a lanzar señuelos acústicos y a simular el movimiento de unas tropas inexistentes. Equipados con carros de combate, cañones, jeeps y aviones, todos hinchables, fabricaron un enorme teatro al aire libre. Disfraces y decorados. Como señuelo recurrían a algún tanque de verdad, que se movía por el perímetro de aquel campamento lleno de plástico.
El engaño físico necesitaba un sonido. Con altavoces ocultos difundieron el ruido que hacen los vehículos blindados y los aviones. El chirrido de las cadenas de los tanques se escuchaba a mucha distancia y llegaba hasta la costa francesa defendida por los alemanes. Hitler creyó que los cañones aliados apuntaban hacia Calais. En ese timo tuvo una contribución decisiva la 'parodia' radiofónica. Con comunicaciones falsas que imitaban las pautas de los mensajes militares, los locutores 'fantasma' cerraron el círculo de aquel engaño.
El ejército nazi creyó haber descubierto el punto del desembarco. Era Calais. Y no. Aquella ofensiva iba a ser más abajo, en Normandía, en playas como la de Omaha. Allí, en la madrugada del 5 al 6 de junio, paracaidistas aliados comenzaron a bajar del cielo mientras los soldados germanos seguían pendientes de un ejército de plástico que no dejaba de hacer ruido frente a Calais.
El 23º Batallón de Tropas Especiales y su unidad hermana, la 3133ª Compañía Especial de Señales, desplegaron una puesta en escena digna de Hollywood. Convencieron a los nazis de que eran un contingente treinta veces superior. Fueron el caballo de madera de Troya. Un informe de las tropas armadas de EE UU atribuye a este 'Ejército fantasma' haber salvado la vida de entre 15.000 y 30.000 soldados. Pese a todo, su actuación se mantuvo oculta hasta 1996.
El secreto militar silenció aquel éxito durante la Guerra Fría. Por si acaso. Algunos de aquellos soldados 'de mentira' se fueron a la tumba sin decir nada. Ni siquiera a su familia. Ahora, tras la autorización del presidente del país, Joe Biden, el 'Ejército fantasma' recibe la Medalla de Oro, el máximo honor del Congreso de EE UU. A la ceremonia en el Capitolio acuden los siete supervivientes de aquel batallón de soldados que convirtieron de verdad la guerra en un arte.
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