Matan al asesino canadiense que alimentaba a cerdos con restos de sus víctimas

El servicio penitenciario canadiense apenas ha ofrecido información sobre la muerte de Pickton, cuyo asesino, de 51 años, le agredió -por motivos que se desconocen- de tal manera que fue ingresado con graves lesiones y en estado de coma. Un par de días después falleció. Allí, en la cama de un hospital, acabó la vida del hombre con el historial más sangriento del país norteamericano, que le bautizó como el descuartizador de Vancouver. En el centro financiero de esta ciudad acostumbraba a captar a sus víctimas, todas mujeres, que solían moverse en ambientes marginales, entre la prostitución y el consumo de drogas. Los investigadores no lograron determinar a cuántas asesinó hasta su arresto en febrero de 2002 aunque él mismo confesó a un compañero de celda -que se trataba en realidad de un policía camuflado- que ascendían a al menos 49. Se sospecha que pudieron ser unas cuantas más, y organizaciones de defensa de indígenas llegaron a hablar de sesenta.

El registro a conciencia de la finca de 4,5 hectáreas donde criaba cerdos por parte de un centenar de arqueólogos especializados en restos humanos permitió localizar trazos de ADN de 33 mujeres. En la granja de los horrores, en Port Coquitlam, se encontraron objetos personales (bolsos, zapatos, ropa...) y partes de los cuerpos de las víctimas descuartizadas en un refrigerador, aunque Pickton se había esforzado en hacer desaparecer la mayoría al mezclarlas con la comida que daba a los animales. «Oh, vaya historia», contestó él cuando escuchó el macabro relato durante el juicio celebrado cinco años después de su arresto donde se le condenó a cadena perpetua. Él defendió su inocencia durante el proceso.

La sentencia confirmó la leyenda que corría por Vancouver desde hacía décadas sobre la desaparición de mujeres a manos de un hombre que las invitaba a fiestas en su granja y en la caravana donde vivía. La investigación concluyó que Pickton comenzó a actuar como mínimo en los años ochenta, cuando era un treintañero. En 1997, una mujer logró escapar casi desangrada de la finca pero la Policía acabó retirando los cargos que había presentado la víctima y ella, aterrorizada, se negó años después a testificar en el juicio. El proceso penal no estuvo exento de polémica. La Fiscalía canadiense recibió un aluvión de críticas por parte de las familias de las asesinadas ya que decidió llevar a su verdugo al banquillo acusado sólo de seis crímenes al considerar, entre otras razones, que la condena sería la misma aunque se le juzgara por el total de homicidios.

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Pickton acabó sentenciado a cadena perpetua sin llegar jamás a reconocer -salvo ante aquel agente de incógnito- que se trataba de un monstruo.