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A dos manzanas del Tribunal Superior de Nueva York donde Donald Trump se sienta casi todos los días acusado de 34 delitos por fraude contable, se celebra también otro juicio de alto perfil contra un político demócrata, que no recibe ni la cuarta parte de ... atención que la del expresidente. El senador cubano americano Bob Menéndez, de 70 años, se enfrenta a la justicia por segunda vez acusado de 16 delitos de corrupción.
A diferencia de la camarilla de alto perfil que acude diariamente a los juzgados a arropar a Trump, ningún demócrata quiere fotografiarse con Menéndez. En 2018 el jurado no fue capaz de alcanzar un veredicto y los cargos fueron retirados, aunque el Comité de Ética del Senado lo «amonestó severamente» por aceptar regalos caros sin declarar. No pasó mucho tiempo hasta que el FBI encontró suficientes pruebas para que un juez le autorizara el registro de su mansión en New Jersey por otro caso relacionado con favores a los gobiernos de Egipto y Catar. Para sorpresa de los agentes, había tanto dinero en efectivo repartido por zapatos, bolsos y bolsillos que fue necesario pedir refuerzos y cuatro máquinas para contar los billetes. En total, 486.000 dólares en efectivo y 13 lingotes de oro valorados en 100.000 dólares.
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Mercedes Gallego
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La Fiscalía cuenta también con otro imputado que ha aceptado testificar en su contra, José Uribe, un agente de seguros que ha admitido regalarle a la esposa del senador un Mercedes Benz de 60.000 dólares, después de que esta destrozase el suyo al matar accidentalmente a un peatón. A cambio esta influyó en el senador para que le ayudase a escabullirse de una investigación de fraude. El oro se lo había dado, según la Fiscalía, el inversor inmobiliario Fred Daibes, por ayudarle a librarse de fraude bancario.
Buena parte de los sobres de efectivo encontrados por doquier se le atribuyen a Wael Hana, un empresario de origen egipcio que se hizo rico monopolizando el negocio de la comida halal gracias a una concesión del Gobierno del país norteafricano, al que correspondió sobornando a Menéndez para que dirigiera hacia ese país ayuda estadounidense en armas, como también hizo con Catar.
Son solo algunas de las muchas acusaciones que Menéndez ha enfrentado a lo largo de los años, desde que en 2006 dos legisladores estatales de la oposición presentaran quejas contra él por corrupción. En 2012 el Daily Caller le acusó de mantener relaciones con prostitutas menores de edad en República Dominicana. De todas esas y más se ha ido escapando con el argumento de que es víctima de una conspiración de ultraderecha, pero su partido ya no le quiere en sus filas. Si se presenta a la reelección, lo hará como independiente, ha dicho, lo que abre la batalla electoral por este escaño en un momento en que los demócratas votan en mayoría por los pelos.
Para librarse del caso cuenta con la ayuda de su tercera esposa, la libanesa Nadine Arslanian, de 57 años, a la que culpa de haber tramado estas argucias a sus espaldas. La apuesta es sembrar una duda razonable en el jurado para ser absuelto, y hacer lo propio cuando a ella le toque el turno, culpándose el uno al otro. Si es posible utilizar esa estrategia es porque ella ha conseguido ser juzgada por separado en un juicio posterior, gracias al tratamiento de cáncer de pecho, que le ha permitido retrasar su proceso.
Los abogados de Menéndez también se han apuntado un tanto en lo que va de juicio al conseguir que el agente Aristotelis Kougemitros tuviera que rectificar su testimonio para decir que la chaqueta del senador en la que encontraron un sobre con dinero no estaba colgada dentro del armario de su oficina, sino en la puerta adjunta, lo que facilita la posibilidad de que fuera obra de su esposa. Un matrimonio de conveniencias que, según los abogados, vivía vidas separadas, o tendrá que vivirlas a partir de ahora.
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