Kamala Harris toma el control de la campaña y devuelve el entusiasmo a los demócratas

Una de las más de cien llamadas que hizo fue una conferencia telefónica con 44.000 activistas negras de todo el país. Encontró a esas mujeres electrizadas con la posibilidad de que la primera mujer presidenta de Estados Unidos sea de color. La fuente de las donaciones que se había secado en las últimas tres semanas transcurridas desde el desastroso debate del 27 de junio, ante el desánimo que causó el penoso estado físico y cognitivo del presidente en su duelo contra Trump, ha rebrotado de pronto con fuerza.

Los demócratas habían batido su propio récord de recaudaciones en un solo día, con 81 millones de dólares, informó la plataforma Act Blue. Aún mejor, 27,5 de esos millones llegaron en pequeñas donaciones por internet, lo que indica que el entusiasmo no es cosa de millonarios buscando dónde invertir políticamente su dinero, sino que se traducirá en votos. este lunes la avalancha continuaba. Los asesores del mandatario se habían apresurado a cambiar ante la Comisión Federal Electoral el lema 'Campaña Biden/Harris' por 'Harris For President' para poder transferirle los casi 96 millones de dólares que tenía acumulados. «Los pequeños donantes están encendidos y listos para entrarle a estas elecciones», escribió en X Act Blue.

Harris, que también es la primera candidata presidencial con orígenes asiáticos, dado que su madre es una bióloga de India y su padre un profesor jamaicano de la Universidad de Stanford, tuvo este lunes su primera aparición pública, prevista inicialmente en la agenda de la Casa Blanca para recibir a los campeones del deporte universitario. «Habéis enfrentado desafíos y obstáculos, pero habéis perseverado, luchado y superado las dificultades. Al hacerlo habéis demostrado que la verdadera grandeza requiere más que habilidad, se necesita valor y determinación», les dijo con aspecto fresco y sonriente. Era imposible no leer en sus palabras una alegoría de sí misma, cuando sabía que los ojos del país y del mundo estaban pendientes de sus primeras palabras como presunta candidata presidencial. «Los equipos deportivos inspiran a todas las personas y nos recuerdan que ninguno de ustedes llegó aquí solo».

En esa línea, sus primeras palabras fueron para alabar el trabajo del presidente Biden, cuyo legado «no tiene parangón en la Historia moderna», afirmó sobre el único dirigente demócrata desde Jimmy Carter que tendrá que conformarse con un solo mandato. En ese tiempo, Harris defiende que ha logrado más que muchos presidentes en dos administraciones. «He sido testigo de primera mano de que cada día lucha por el pueblo estadounidense y le estamos profundamente agradecidos por su servicio a nuestra nación», le dedicó.

Su legado dependerá precisamente de la victoria de Harris, porque si ella fracasa recaerá sobre él la culpa de no haberse retirado antes. Algunas fuentes dicen que una de las razones por las que tardó tanto en pasarle el testigo es porque no la veía lista para la responsabilidad de este momento. Otras, que en sus tres años y medio de mandato le ha negado protagonismo por temor a que prendiese la idea de que lo sustituyese como candidato.

En cualquier caso, Harris está ahora a la luz de los focos y ya no hay vuelta atrás. El entusiasmo que ha generado la posibilidad de un nuevo comienzo de la carrera electoral, con una candidata más joven que genere la ilusión que Biden no tuvo ni en la campaña anterior, ha convencido a los que dudaban de si era mejor facilitar una convención abierta con más contendientes, para involucrar a las bases y dar una apariencia más democrática de su selección, pero ya no hay tiempo para eso. «Es con inmenso orgullo y optimismo infinito por el futuro de nuestro país que respaldo a la vicepresidenta Kamala Harris para presidenta de Estados Unidos», escribió la exportavoz del Congreso Nancy Pelosi en un esperado comunicado. «Mi apoyo entusiástico por Kamala Harris para presidenta es oficial, personal y político», subrayó.

Otros pesos pesados, como el líder de los demócratas en la Cámara Baja, Hakeen Jeffreis, y el del Senado, Chuck Schumer, salieron a la palestra como parte de un desfile que en menos de 24 horas le proporcionó teóricamente el apoyo de más del 92% de los delegados, según las cábalas de 'The New York Times'. La vicepresidenta se dirigió este lunes a la sede de la campaña de Biden en Delaware para tomar las riendas de lo que ya, nadie duda, es su propia campaña.

El órgano rector del partido tiene el miércoles una reunión para decidir los siguientes pasos. Originalmente el Comité Nacional Demócrata había previsto en esta cita acelerar la elección virtual del mandatario con los delegados que había obtenido durante las primarias. Se necesitan 1.976 para ganar la nominación, que será otorgada en la convención del 19 de agosto en Chicago. Si Harris no obtuviese en la primera ronda el apoyo que necesita, la segunda se decidiría con el voto de calidad de los súper delegados, que son los barones de la formación. Por cuestiones técnicas relacionadas con las normas de Ohio, algunos piden que la vicepresidenta sea formalmente nominada antes del 7 de agosto, aunque eso se antojaba la semana pasada como una estrategia para garantizar la candidatura de Biden, que ya ha renunciado a ella.

Hay otros interesados en su puesto, más notablemente el senador de Virginia Occidental Joe Manchin, que se retira del cargo y ya había flotado la idea de presentarse como independiente, dada su afinidad al Partido Republicano, con el que ha trabajado desde su escaño. Otro demócrata independiente que ha flirteado con ambos bandos, el exalcalde de Nueva York Mike Bloomberg, urgió este lunes a la formación a no apresurarse a reemplazar al presidente Biden como nominado presidencial, «porque lo importante es hacerlo bien. Estas elecciones son demasiado importantes como para perderlas».

Quedan cuatro semanas para la convención y hay mucho trabajo por hacer. La campaña electoral estadounidense se alarga durante años y en ella se coreografía hasta el último detalle, como se ha visto en la del Partido Republicano en Milwaukee (Wisconsin), donde se ha coronado a Trump. Harris dispone de poco tiempo para presentarse al país como alternativa y carga con el lastre del Gobierno de Biden, del que ha sido parte pero no juez.

«Si piensas que el único problema de Biden era su edad, la elección de Harris es una buena noticia. Si crees que eran sus políticas, no», opinó un analista.