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El mundo no vota en las elecciones estadounidenses, pero contiene el aliento a la espera de los resultados del 5 de noviembre. Como vicepresidenta, Kamala Harris, que participó en la última cumbre de la OTAN en Washington -cuando ya se intuía que el presidente Joe ... Biden no sobreviviría al pésimo debate del 27 de junio frente a Donald Trump- supone una línea de continuidad y de estabilidad internacional.
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En Estados Unidos, donde nunca ha habido una mujer presidenta, se cuestiona el respeto que los líderes internacionales puedan tenerle. Harris no tocó la cuestión de género en su discurso e la convención demócrata, ni mencionó el famoso 'techo de cristal' de Hillary Clinton, pero confrontó esa preocupación al recordar que, como vicepresidenta, ya ha respondido a amenazas de seguridad, negociado con dirigentes extranjeros, fortalecido alianzas con el exterior y visitado a las tropas en ultramar. «Como comandante en jefe, me aseguraré de que EE UU siempre tiene la más capacidad de lucha más fuerte y letal del mundo», dijo. «Me aseguraré de que EE UU, no China, gana la competición del siglo XXI, y que fortaleceremos nuestro liderazgo global, en lugar de abdicarlo, como haría Trump, que alentó a Putin a invadir a sus aliados» de la OTAN.
En su curriculum goza de experiencia probada, porque cinco días antes de que Rusia invadiera Ucrania se reunió con Volodímir Zelenski para advertirle de ello, reveló el jueves, y ayudó a movilizar la respuesta coordinada de medio centenar de países. «Como presidenta, me mantendré firme con Ucrania y nuestros aliados de la OTAN», prometió.
Su compromiso con la defensa inquebrantable de Israel arrancó uno de los más estruendosos aplausos de la noche del jueves, pero también el de trabajar por un Estado palestino, que dé forma a las aspiraciones de un pueblo cuyo sufrimiento en los últimos diez meses «ha sido devastador», reconoció. El alto al fuego que defiende no parecía una promesa de futuro, sino algo al alcance de la mano en lo que su Gobierno trabaja «las 24 horas», dijo, a cambio de la liberación de los rehenes capturados durante los ataques del 7 de octubre.
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Harris ha sido más sensible que Biden al costo de la represalia israelí, pero no ha aceptado la demanda de un embargo de armas que buscan los 30 delegados sin comprometer de la convención. Este grupo disidente intentó sin éxito negociar un espacio en el escenario de esta cumbre, algo que, de acuerdo a los sondeos de Zogby, resulta un «error garrafal». La promesa de ser «una presidenta que escucha» fallaba así su primera prueba.
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