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La bloguera oficiosa de la Casa Blanca es una estudiante de 17 años, gran aficionada al golf y nieta de Donald Trump. Kai Madison Trump. ... Así se llama. El presidente de Estados Unidos tiene cinco hijos y diez nietos. Pero de todos sus últimos descendientes, ella es quien le ha acompañado puntualmente en sus discursos y actos públicos durante la campaña electoral y los primeros meses de su presidencia. Es un binomio de éxito. Kai ha ganado millones de seguidores gracias al seguimiento que hace del «abuelo» Donald y el «tío» Elon Musk. El presidente, de 78 años, ha logrado acortar la tradicional distancia entre jóvenes y política. Al menos, ha roto la barrera con la élite postadolescente que se identifica con su nieta.
Tras su investidura el pasado enero, el magnate le ha abierto el paso a todos los rincones de la Casa Blanca. Y ella lo ha aprovechado. Sus vídeos por los pasillos y salones de la residencia más famosa del mundo, o el relato de la propia investidura narrado entre bambalinas, son un artículo codiciado que arrastra una audencia de tres millones de seguidores en Tik Tok otros 2,5 en Instagram y Youtube.
Lo que comenzó siendo una diversión y, sobre todo, una manera de llenar con contenidos privilegiados las redes de la joven aprovechando sus lazos familiares se ha convertido en una práctica profesional. Mucho se habla de sus piezas, que en ocasiones pueden durar hasta quince minutos, como la fórmula que ha permitido hacer llegar la política y la Administración republicana a los más jóvenes desde la visión única de una adolescente. Los críticos matizan, no obstante, que más bien lo que presenta es el microcosmos MAGA, el movimiento que apadrina su abuelo, con la mirada de quien ha vivido en las mejores propiedades de la familia.
Kai Trump nació el 12 de mayo de 2007 en Nueva York. Su padre es Donald Trump Jr, 'Don', el primogénito del presidente y ahora cabeza principal del emporio financiero del clan, y de Vanessa Kay Haydone, modelo y actriz que en una ocasión compartió créditos con Jack Nicholson en una película. Estuvieron casados entre 2005 y 2018. En ese tiempo tuvieron cinco hijos. Luego se divorciaron. Vanessa es ahora la actual pareja de Tiger Woods.
Kai fue la mayor de los cinco hermanos y su nombre rinde homenaje a su abuelo materno, el saxofinista danés Kai Ewans, que fundó las primeras 'big band' de su país antes de trasladarse a Estados Unidos, donde inclusó regentó un restaurante en Beverly Hills con el prestigioso Benny Carter.
Si se atiende a lo que dijo en una ocasión el periodista Larry King en 2004, Kai tiene un apellido parecido a «una pistola humeante». Aunque ella se empeña en repetir que la imagen que el mundo tiene de su abuelo es la que quieren dar los medios de comunicación. Donald Trump se entiende bien con ella. Le preunta por sus notas. La invita a todos los actos oficiales, incluso el baño de masas que hace unos días se dio en una velada de lucha libre, una gran afición del líder republicano. Nada que ver, por lo tanto, con la fotografía que hacía Ivana Trump, fallecida en 2022, sobre su exmarido durante una gira promocional de sus memorias. Aseguraba que el actual presidente «no era el tipo de padre que lleva a los niños a Central Park, ni juega con ellos». «Empezó a hablarles cuando pudo empezar a tratar de negocios con ellos».
La nieta del inquilino de la Casa Blanca ha vivido rodeada de lujo desde la cuna. Y ha crecido entre la política, el glamour y los mítines del clan. Es algo que no pasa desapercibido en sus vídeos. Estudia en la Benjamín School, con los hijos de Tiger Woods, viste la ropa informal vinculada a la clase alta estudiantil y tan pronto aparece vestida de lentejuelas en una recepción como estrecha manos en la Conferencia de Acción Política Conservadora o posa junto a sus amigas junto a un Tesla. El abuelo le regaló recientemente una camioneta de la marca de su amigo Elon valorada en 100.000 euros. A Trump le gustó porque la caja trasera era espaciosa para llevar los palos de golf. Lo que piensa cualquiera cuando entra en el concesionario.
Kai aprovecha los actos públicos y sus publicaciones para mostrar la afinidad que tiene con la moda, un legado de Melania Trump y de su tía Ivanka, con la que se hace selfies asiduamente. Cuando termine la educación secundaria se matriculará en la Universidad de Miami, la misma donde estudió el secretario de Estado, Marco Rubio. Todavía no ha desvelado qué carrera elegirá, pero sus seguidores en las redes apuestan por Económicas u otra licenciatura relacionada con la alta empresa.
En cambio, en los mentideros de Washington existe el convencimiento de que optará por Ciencias Políticas o Derecho. En el Partido Republicano ven en ella la continuación de la poderosa vocación política de su familia. Difunde el ideario conservador a través de unas redes donde es difícil conseguir cuajar estos mensajes. Ha conseguido captar la atención de los medios de comunicación. Los cargos cualificados republicanos (y demócratas) siguen sus publicaciones. Y desprende un carisma político impropio de su edad en los actos del partido en los que se reclama su presencia y en aquellos donde interviene su abuelo.
Sin embargo, su pasión es el golf. Muchas de sus fotografías tienen que ver con este deporte y en bastantes aparece con Donald Trump disputando partidos. Es una presencia fija en el campo del resort del presidente en Palm Beach. El próximo año saltará del circuito juvenil al universitario en Miami. Ha sido elogiada por profesionales como el estadounidense Kyle Berkshire y la golfista sueca Dani Holmqvist. El padrinazgo promete.
«Me gustaría agradecer a mi mamá, Vanessa, y a mi papá, Don, por apoyarme siempre en mi camino. También a mi abuelo por darme acceso a excelentes cursos y un apoyo tremendo y por creer siempre en mí», ha escrito la joven Trump, cuya popularidad se disparó en la Convención Nacional Republicana previa a las elecciones, que certificó el liderazgo absoluto del magnate en el partido.
En el gran acto conservador, subió al estrado y ofreció un discurso en el que habló de Trump como un abuelo normal que, de pequeña, le daba a ella y sus hermanos golosinas y refrescos a espaldas de sus padres; una imagen afable, positiva, sin rastro del presidente autosuficiente que impone aranceles como herramienta de presión o deporta migrantes a las cárceles salvadoreñas. Ese, desde luego, no es él a ojos de la influencer adolescente. Algunos periodistas consideran que uno de sus principales objetivos es «humanizar» al inquilino de la Casa Blanca. Al tiempo, es muy posible que el presidente intente presentarla como heredera política en una estrategia destinada también a mostrar al Partido Republicano el peso político del clan Trump.
La espontaneidad de sus trabajos es dudosa, salvo en los que recogen sus entrenamientos y partidos de golf, donde se la percibe más desenfadada. Sin embargo, lo que el curioso rastrea son otros contenidos. Gustan los que muestran, todo bien calibrado, eso sí, lo que sucede detrás de la fachada política. Entre sus historias más exitosas, Kai simula una travesía por la Casa Blanca en la que va enseñando sus dependencias al modo de una espía. Otra permite contemplar cómo disfruta de un vuelo en el avión presidencial con una amiga hacia la fábrica central de Space X, nada habitual en un chica de 17 años. Y una muy visitada es la propia cena del clan Trump al completo la noche electoral en la que derrotó a Joe Biden.
Desde días antes del 20 de enero, fecha de la investidura presidencial, la joven anunció repetidamente que pensaba publicar una historia con las imágenes 'secretas' de la ceremonia. Luego, en el vídeo, Kai se deja seguir entre pasillos alternando su imagen con varios cortes que, en efecto, no salieron en las televisiones sobre la fiesta posterior a la investidura, pero que no dejan de ser un retrato almibarado y satisfecho del triunfo electoral de Donald. El caso es que sólo en Instagram lo vieron más de medio millón de personas, muchas de ellos de la misma edad que Kai. «Creo que van a ser los mejores cuatro años que jamás haya tenido Estados Unidos en mucho tiempo», es su frase.
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