Identificadas dos víctimas más de los atentados del 11-S

Los dos colosos de 110 pisos de altura se desplomaron en apenas 1 hora y 40 minutos después de que dos aviones de pasajeros cargados de combustible embistieran las Torres Gemelas y provocaran un incendio monumental que derritió sus espinas dorsales. Los atentados que cambiaron el curso de la historia destruyeron todo el complejo del World Trade Center, que quedó reducido a escombros durante años. Entre sus cenizas quedaron los restos de 2.977 personas, sin contar a los 19 secuestradores. Solo 1.649 personas han sido identificadas hasta ahora, por lo que quedan más de 1.300 familias que no han recibido ni un hueso que enterrar. Nueva York fue durante meses una ciudad fantasmagórica por la que caminaban sus habitantes cabizbajos como almas en pena.

Prueba de que todo se supera es que ayer la mayoría ni siquiera recordó que algunos rendían homenaje a sus seres queridos en este 22 aniversario. La noticia estaba enterrada en las páginas web de los periódicos locales, salvo en el New York Post, que no perdía ocasión para criticar al presidente Joe Biden por ser el primero en encontrarse lejos de casa al llegar la fecha. El presidente ha participado en la ceremonia que se dedica cada año en la llamada Zona Cero a la que se invita a los familiares de las víctimas, unas veces en calidad de vicepresidente de Barack Obama y más recientemente en la suya propia.

Este lunes se encontraba en camino de vuelta a Estados Unidos, tras haber participado en la cumbre del G-20 que unió con una visita a Vietnam. El avión presidencial air Force One hizo una parada técnica en Alaska, donde Biden recordó a los caídos. En su lugar estaba, junto a los estanques infinitos construidos en la base de cada torre, la vicepresidenta Kamala Harris. Junto a ella, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, y el alcalde, Eric Adams.

Les acompañaban también los exalcaldes que les han precedido, entre los que no podía faltar Rudy Giuliani. Hace 22 años esos atentados lo convirtieron en «el alcalde de América», y hoy está imputado en un caso de crimen organizado por intentar alterar el resultado de las elecciones en Georgia. Su jefe y amigo, el expresidente Donald Trump, realizó la semana pasada una cena de recaudación de fondos con la que poder dotarle para los costes judiciales. De acuerdo a la idiosincrasia de Trump, Giuliani se presentó sonriente y dicharachero, estrechando manos a derecha y a izquierda.

Al tratarse de un año electoral, hubo también algunas apariciones inesperadas, como la del gobernador de Florida Ron DeSantis, que acudió con su esposa y su discurso antiinmigrante. De Santi culpó a las políticas migratorias de Estados Unidos de los ataques del 11-S. «Muchos de aquellos tipos no deberían de haber estado en el país», dijo en entrevista con el diario The Washington Examiner. Ninguno de los 19 atracadores, la mayoría de origen Saudí, había entrado en Estados Unidos por la frontera sur.

En el otro escenario de la masacre, la sede del Pentágono en Washington, la primera dama Jill Biden conmemoró las vidas de los caídos con una corona de flores, en compañía del secretario de Defensa LLoyd Austin. El luto que vestía no era solo el que correspondía a su agenda política. Los atentados y las guerras que inspiraron los ataques del 11-S llevaron a muchos jóvenes a alistarse en el Ejército y luchar a ultramar, como fue el caso de Beau Biden, el hijo del presidente que volvería de Irak con un tumor cerebral que achaca a la exposición tóxica de esa guerra.

También en Nueva York 341 bomberos que participaron en las tareas de extinción y rescate del 11-S han perdido la vida de cáncer. Una cifra similar a los 343 que murieron el día de los atentados.