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El destinatario era de todos conocido. La dirección de su nueva mansión en Júpiter (Florida), también, porque las celebridades tienen por costumbre presumir de sus moradas, especialmente cuando se trata de palacetes de 20 millones de dólares por el que el primogénito de Donald Trump ... ha pagado la mitad. Lo que nadie esperaba -pero Donald Trump junior podía haber anticipado, al no ser la primera vez- es que uno de los sobres que le trajo el cartero estuviera lleno de odio y polvo blanco.
Fue él mismo quien lo abrió, según contó al 'Daily Caller'. El polvo blanco se esparció a su alrededor causando el pánico. Inmediatamente llamó a las autoridades y se inició un despliegue de película por el barrio de Admiral's Cove donde vive (la Cala del Almirante). Policía, camiones de bomberos para operaciones especiales, cuerpos de rescate y unidades Hazmat (abreviatura de Hazard Materials, Materiales Peligrosos) especializadas en labores de emergencia para derrames químicos, escapes de gas o fugas de combustible, entre otros peligrosos avatares.
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El propio Trump Jr. ha compartido con la prensa las fotos de los hombres vestidos de blanco vaporoso con trajes bioquímicos, guantes, botas, máscaras de gas y tanques de oxígeno a la espalda, que se adentraron en el salón de su casa para investigar la naturaleza de ese polvo blanco. Los primeros análisis no han podido identificar de qué se trataba, pero un portavoz del joven Trump, de 47 años, reconvertido a la política gracias a la campaña de su padre, ha indicado que «los agentes en la escena no creen que sea nada mortal».
Desde que en los días siguientes a los ataques del 11-S un científico de los laboratorios de biodefensa militar de la base de Fort Detrick (Frederick, Maryland) enviase presuntamente cartas con ántrax a senadores estadounidenses, causando la muerte de cinco personas e infectando a otras 17, «esto se ha vuelto demasiado frecuente», se quejó el hijo del expresidente, que ha aprendido de su padre a explotar sus calamidades para convertirse en mártir político. «Claramente, si esto le hubiera sucedido a un prominente demócrata no sería tolerado y abriría las noticias durante semanas», espetó. «Los medios culparían a los republicanos y les forzarían a responder por ello, pero como me ha ocurrido a mí, la izquierda radical que me odia se irá de rositas y los medios apenas pestañearán». Tal vez por eso se ha encargado de documentarlo y enviárselo a la prensa.
Trump Jr., que ha comprado esta mansión con su prometida de origen venezolano Kimberly Guilfoyle, ya recibió otro susto semejante en 2018, cuando aún vivía con su esposa Vanessa y los cinco hijos de ambos, que le rodeaban cuando abrió la carta. Esta vez venía dirigida también a sus hermanos Eric, Barron e Ivanka, así como sus parejas, aunque el autor confundió el nombre de Ivanka con el de su madre, Ivana, ya fallecida, y no regateó insultos ni amenazas para ninguno. Al estar en la mira actual, Trump Jr. es a quien considera el peor del clan. «Jared, Ivana y Barron han sido silenciados por el bastardo compungido de Donald», escupe en la misiva. «Lara Yunaska sobresale como la última guarra de Donald, mientras que el cobarde de Eric es solo un débil bastardo».
El primogénito del presidente se ha convertido en su embajador más directo y popular durante esta campaña. Sus apariciones en Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur son el premio de consolación para quienes no llegan a ver a su padre por falta de aforo en los mítines. Al compartir nombre y apellido, recrea el espejismo de tenerle en frente y atrae a las masas, a veces confundidas por el nombre. Junior no les decepciona, ha aprendido de su padre y se le empieza a barajar como su heredero político, particularmente tras la retirada de su hermana Ivanka, que le acompañó hasta la Casa Blanca en la primera campaña.
«De nuevo, ¿cuántas vidas quedarán arruinadas antes de que se silencie al psicópata de Donald?», comenzaba la carta que acompañaba al polvo blanco, antes de introducir una escalofriante amenaza que resuena en la mente colectiva. «El nieto de Lee Harvey Oswald (asesino material de John F. Kennedy) debería completar su contrato». Tras la ristra de barbaridades, el autor termina diciendo que es hora de que Donald y su familia «se vayan de este mundo en una nube de humo cuando el avión de Trump se zambulla en el océano Atlántico».
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