«Maui necesitará atención psicológica, es desgarrador»

El Departamento del Fiscal General prevé realizar una «revisión exhaustiva de la toma de decisiones críticas» en el transcurso del siniestro. Según han coincidido numerosos afectados, presos del dolor y la rabia, el sistema de alerta de la isla -que envía un mensaje a los móviles- funcionó para advertir de la proximidad del huracán 'Dora', pero no del fuego. Quienes lograron escapar lo hicieron por su propia cuenta, alertados por la velocidad a la que se extendían las llamas. La Justicia estadounidense también investigará las «políticas en vigor» que condujeron a esta tragedia. Los vecinos consideran que la abundancia de vegetación seca como consecuencia de la sequía ayudó a que el incendio, animado por fuertes vientos, se propagara como si quemara gasolina.

El gobernador de Hawái, Josh Green, ha reconocido que los próximos días serán dramáticos, mientras se concreta «cuántas personas hemos perdido. A corto plazo será desgarrador y, a largo plazo, la gente necesitará servicios de atención de salud mental. A muy largo plazo, reconstruiremos juntos lo que ha sido destruido».

Una primera reconstrucción de los hechos, que deberá confirmarse por los técnicos y la Fiscalía, apunta a que todo comenzó sobre las 6.30 horas del martes con el incendio de una masa de arbustos próxima a Lahaina. Este hecho habría dado lugar a una evacuación de los vecinos más próximos. El siniestro fue teóricamente controlado, pero se recrudeció por la tarde y ya quedó convertido en una bola de fuego sin freno. Algunos funcionarios del condado de Maui señalaron que la situación se agravó porque las ráfagas de viento habían derribado numerosos postes eléctricos y pudieron provocar también dificultades de comunicación. Lo cierto es que el caos reinó en las horas siguientes. Numerosos vecinos se enteraron de la gravedad de los hechos porque «vieron las llamas por las ventanas de sus casas».

La isla de Maui, y en especial la localidad de Lahaina, se convirtió en una ratonera infernal en la que sus residentes ni siquiera pudieron pedir auxilio a las autoridades porque el número de emergencias 911 dejó de funcionar en algunas zonas. Tampoco sonaron las sirenas de alerta de incendios y, para mayor calamidad, quienes decidieron emprender la huida en sus coches se encontraron con un monumental atasco que dejó a muchos cercados por las llamas.

Los mismos residentes que ahora exigen responsabilidades por la gestión del desastre más mortífero que ha vivido Hawái deambulaban este sábado conmocionados entre los restos carbonizados de lo que habían sido sus casas en busca de algo que salvar. Hasta ahora, la peor catástrofe había sido el tsunami que el 23 de mayo de 1960 se cobró la vida de 61 personas, una cifra que palidece ante la magnitud de la actual tragedia.

Los bomberos continuaban entretanto «trabajando para extinguir los focos y contener las llamas en Lahaina, Pulehu/Kihei y Upcountry Maui», indicaron los líderes locales, en un comunicado recogido por la CNN. Los fuegos, según informaron, estarían ya controlados en un 85%. Esos trabajos discurrían en paralelo al de los equipos de búsqueda, que ayudados por perros, peinaban el lugar en busca de víctimas.

«Lo que hemos visto ha sido catastrófico», decía desolado el gobernador, Josh Green, tras recorrer la zona histórica de Lahaina. Los fuegos han devastado en total más de 800 hectáreas en el archipiélago y han obligado a evacuar a más de 30.000 personas desde el miércoles. Las últimas fueron este sábado los 1.100 residentes de Kaanapali, en el norte de Lahaina.

El Departamento de Salud estadounidense ha decidido activar el estado de emergencia sanitaria en la isla a fin de brindar atención médica con «mayor flexibilidad» a los numerosos afectados. El jueves el presidente, Joe Biden, ya declaró el estado de catástrofe natural para poner «fondos federales a disposición del condado de Maui».