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Taylor Swift, Oprah Winfrey, Dick Cheney… Kamala Harris sigue recibiendo apoyos destacables, pero ni siquiera por haber ganado decisivamente el único debate con Donald Trump logra desmarcarse. La batalla sigue extraordinariamente reñida, según la última encuesta de Siena College. Todo es posible, pero hay límites. ... El miércoles Trump le lanzó un órdago al congregar a 20.000 personas en un pabellón de Long Island, donde anunció que ganará Nueva York, un estado que ha votado por el candidato demócrata invariablemente desde Ronald Reagan en 1984.
Casualmente, la universidad franciscana ya tenía lista la encuesta encargada por 'The New York Times' y el 'Philadelphia Inquirer', que salió publicada este jueves. En ella Trump va trece puntos por detrás de Harris y, si bien eso ya es una gran mejora con respecto a los veintitrés por los que lo perdió en las pasadas elecciones, se considera una distancia insalvable a 45 días de las elecciones y sin que se anticipe otro debate o acontecimiento mayor capaz de darle la vuelta.
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Con todo, hay motivos de preocupación para los demócratas. Su rival ha visto suficiente vulnerabilidad como para utilizar su preciado tiempo y recursos en un estado por el que ni Harris aparece. No es solo que Donald Trump, un hijo de Queens, haya ansiado toda su vida el respeto de Manhattan, en cuya Quinta Avenida plantó desafiante su torre con su apellido en letras de oro. Tradicionalmente los demócratas han ganado cómodamente este estado por alrededor de veinte puntos, pero esta vez la distancia en la encuesta de Siena es solo de trece. Hay, también, dieciocho asientos republicanos al Congreso que están en liza, empezando por la zona de Long Island donde Trump tuvo su mitin.
Harris ha hecho grandes progresos en cuestión de imagen, con la mayoría del electorado viéndola ya de manera favorable, dieciocho puntos más inteligente que Trump, 8% más que cuando heredó de Joe Biden la candidatura demócrata en julio.
Con todo, el porcentaje de quienes quieren saber más sobre la vicepresidenta y su agenda no ha variado con el debate. La novedad es que en esta encuesta gana por fin el estado de Pensilvania por cuatro puntos, por encima del margen de error. Al tratarse de un territorio clave, que dio la victoria a Biden por la mínima, es un gran triunfo. Sin embargo, pierde en Arizona y Georgia y va empatada en Nevada y Carolina del Norte.
Además, la candidata demócrata tuvo que encajar el miércoles un revés muy duro. Por primera vez desde 1996, uno de los sindicatos de trabajadores más importante del país, Teamsters, anunció que no respaldará a ningún candidato en estas elecciones. Aún peor, lo hace porque el 58% de sus miembros votaron electrónicamente apoyar a Trump, frente al 31% que se inclinaba por Kamala Harris. Ante la tesitura de tener que colaborar con la campaña de Trump para su victoria, el sindicato ha preferido permanecer neutral. El magnate lo ha celebrado como «un honor».
Las cartas están prácticamente echadas. Oficialmente las elecciones son el 5 de noviembre, pero Alabama empezó a enviar las papeletas por correo el pasado día 11, Wisconsin lo hizo este jueves, mientras que Minnesota, Dakota del Sur y Virginia aceptarán esos votos presenciales este mismo viernes. La técnica para facilitar el sufragio a lo largo de mes y medio se expandió durante la pandemia para evitar contagios en las aglomeraciones y se ha mantenido en muchos estados. Es, también, la excusa que da Trump para no participar en otro debate.
Entre finales de junio y principios de julio, tras la implosión de Joe Biden en el debate contra Donald Trump, los hackers iraníes buscaron el interés de algunos empleados de su campaña enviándoles un extracto de información pirateada a la campaña de Trump, según ha dicho el FBI, pero nadie en la campaña aceptó la oferta.
La campaña de Trump ya había hecho público el 10 de agosto haber sido víctima de un ataque cibernético cometido por actores iraníes, que habrían robado y distribuido documentos internos «sensibles». Algunos medios, como Político, 'The New York Times o 'The Washington Post', dijeron haberlos recibido, aunque Teherán considera las acusaciones «infundadas e inadmisibles», dijo en un comunicado. «Si el Gobierno de EE UU genuinamente busca la verdad, recae sobre él proporcionar formal y transparentemente pruebas sustanciadas», respondió airado.
El Director de Inteligencia Nacional y el Departamento de Seguridad Doméstica insisten en que Irán ha empezado una campaña para debilitar a Trump, mientras que Rusia intenta hacer lo propio con Harris.
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