Óscar B. de Otálora
Viernes, 23 de junio 2023, 13:39
La voz autorizada que está desmontando los errores y las osadías que han dado pie a la tragedia del sumergible 'Titán' y la muerte de sus cinco pasajeros está siendo la de James Cameron. El director que se consagró con la película Titanic sabe de ... lo que habla. Él mismo ha sido un explorador de las profundidades -se obsesionó con el tema viendo los documentales de Jacques Cousteau- y ha batido récords como el del descenso a la Fosa de Las Marianas. El propio Cameron fabricó un submarino para poder llegar al abismo Challenger, situado a casi once kilómetros de profundidad. Además, ha viajado en 33 ocasiones hasta los restos del Titanic. Con esa experiencia, sus críticas al proyecto 'Titán' están siendo demoledoras.
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Estas son sus palabras:
Cameron, en este tema, pone el acento en uno de los temas claves de la tragedia. El submarino 'Titán' había arriesgado demasiado descendiendo hasta el Titanic con un vehículo sin homologar y apenas condiciones de seguridad. Hoy mismo ha hablado el experto norteamericano en rescates en profundidad, Richard Mester, quien ha asegurado que se negó a sumergirse en el Titán, pese a que la compañía propietaria le ofreció una inmersión gratis. «La fibra de carbono con la que estaba construido no es adecuada para las profundidades a las que viajaba», ha declarado.
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Según se ha sabido, algunas de las lámparas del 'Titán' se habían comprado en una tienda de camping. Uno de los empleados de la compañía propietaria del batiscafo, Ocean Gate, ya denunció además que el sistema de seguridad para detectar fallos «avisaba milisegundos antes de que se produjera la implosión».
Cameron hace hincapié en este punto en uno de los dramas del 'Titán'. Sus propietarios ya habían sido avisados de que su submarino corría cada día más riesgos. Para empezar, se estaba utilizando cada año sin que se tuviera en cuenta el desgaste de materiales que implica descender a casi 4.000 metros de profundidad.
La clave en este terreno fue David Lochridge, el ingeniero contratado por Ocean Gate como jefe de operaciones pero despedido poco después por denunciar los fallos de seguridad del 'Titán'. Entre otras cuestiones, este experto puso en duda la seguridad de la ventana, considerada uno de los puntos débiles de este tipo de navíos. Tras presentar su informe fue despedido y le dieron diez minutos para recoger su escritorio.
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Las palabras de Cameron evidencian algo que la comunidad de expertos tenía clara desde un principio. Las capacidades de supervivencia del 'Titán' eran prácticamente nulas en las condiciones en las que se había producido la desaparición.
Uno de los problemas del sumergible, común a otros aparatos destinados a viajar hasta las profundidades para examinar pecios, es que a esas profundidades los sistemas de comunicación no funcionan ya que las ondas electromagnéticas no se propagan en las aguas profundas. Además, tampoco utilizaba un cable conectado al barco nodriza por miedo a que se enredase entre los restos del Titanic y atrapase el vehículo.
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Esta es la explicación que Cameron ha dado de lo que supone una implosión cuando la presión del agua agrieta el caso. La comentó en su diario de a bordo del Deepsea Challenger, el submarino con el que descendió a la Fosa de las Marianas en 2012. En el mismo texto, Cameron contó que una vez, en otro de los viajes a las profundidades, una de las bombillas que iluminaba el exterior del casco estalló al implosionar. «Fue como la explosión de una granada justo al lado del casco. «Si el casco no resiste, ni me enteraré. Será como un fundido en negro», explicó entonces.
Cameron pone el dedo en la llaga sobre una de las cuestiones más delicadas de los intentos de rescatar el 'Titán'. Se basaban en la fe en un milagro, ya que los datos racionales y científicos evidenciaban que no había posibilidades de superviviencia. En especial, como se ha desvelado ahora, si la Armada Estadounidense ya detectó el sonido de una implosión en las inmediaciones del pecio del Titanic dos horas después de que el 'Titán' hubiera iniciado el descenso.
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El dueño de Ocean Gate, Stockton Rush, ha fallecido dentro del 'Titán', en el que navegaba como piloto. Como responsable de la expedición y de la apuesta por ese submarino experimental, se le considera el responsable de la tragedia. Unos días antes del accidente mortal, el millonario norteamericano Jay Bloom rechazó participar en la inmersión ante las dudas que le ofrecía la seguridad. Según ha desvelado ahora, Stockton Rush le dijo que bajar hasta el Titanic era «más seguro que cruzar la carretera» y le ofreció un descuento en el precio. Le rebajó los 250.000 dólares del billete a 150.000.
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