Joe Biden no se puede permitir meter la pata. Cada desliz se interpreta como una muestra de que las facultades mentales del octogenario que aspira a ser reelegido para otros cuatro años no están a la altura de un comandante en jefe de EE UU. ... Por eso su equipo ha limitado las oportunidades mediáticas hasta un nivel nunca visto desde Ronald Reagan, el primero que pudo haber sufrido Alzheimer en el Despacho Oval. Y aún así, no es suficiente.
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El viernes la visita de un mandatario extranjero, el surcoreano Yoon Suk Yeol, con el que se anunciarían importantes cambios estratégicos en la península asiática, obligaba a seguir la tradición de una pequeña conferencia de prensa con tres preguntas para la prensa extranjera que le acompañaba y tres para los corresponsales de la Casa Blanca.
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Por experiencia, que no por definición, los periodistas ajenos al cuerpo interno saben que asistir a una conferencia de prensa no conlleva la opción de hacer preguntas, porque el presidente siempre sabe de antemano a quién llamar. Lo que un fotógrafo de Getty desveló el viernes es que también sabe exactamente lo que le van a preguntar.
Biden dejó al descubierto las tarjetas en las que sus asesores le habían escrito con todo detalle desde dónde tenía que sentarse hasta qué responder. La primera pregunta fue para Courtney Subramanian, corresponsal de Los Angeles Times -Soo – bruh – MAIN-ee-an, le escribieron fonéticamente en la tarjeta, para que no errase en la pronunciación, con foto de la periodista incluida. Los Angeles Times ha negado que hubiese enviado de antemano su pregunta a la Casa Blanca. ¿Ah, no? ¿Y entonces cómo sabía exactamente lo que iba a preguntar?, se pregunta todo el mundo.
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La portavoz, Karine Jean-Pierre, sostiene que al estar en contacto frecuente podían intuir su pregunta. Al parecer las facultades clarividentes de su equipo son muy superiores a las que pueda tener Biden para improvisar la respuesta. Jean-Pierre se defiende alegando que no utilizó «las mismas palabras». Allí se le avisaba que le preguntaría «¿Cómo esta USTED reconciliando SUS prioridades domésticas, como la relocalización de la fabricación de semiconductores, con una política exterior basada en alianzas?». La periodista de Los Angeles Times la expresó así ante las cámaras: «Su máxima prioridad económica ha sido fortalecer dentro de EE UU la producción manufacturera que compite con China, pero sus normas contra la expansión de la fabricación de microchips en China está dañando a las empresas surcoreanas que dependen en gran medida de Pekín. ¿No está usted dañando a un aliado clave en la competencia con China para favorecer su política interna de cara a las elecciones?».
Suficiente para dejar al descubierto que el presidente está sobreprotegido y sus asesores no confían en que pueda responder espontáneamente a las preguntas de la prensa, además de que necesita indicaciones para todo. «USTED entra a la Sala Roosevelt y dice hola a los participantes. USTED toma SU asiento», indicaba otra de las humillantes tarjetas que harán sangrar su reputación durante la campaña.
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