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Al final, Elon Musk ha conseguido rentabilizar los más de cien millones de dólares y la oficina electoral de Pensilvania con la que dinamizó la campaña a la presidencia de Donald Trump. El magnate ha designado al propietario de Space X, Tesla y la red ... social X como el próximo responsable de un Departamento de Eficiencia Gubernamental que, en la práctica, reformará «drásticamente» la gestión del Ejecutivo y recortará sensiblemente su gasto público.
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Mercedes Gallego
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Musk se había postulado para dirigir una oficina de estas características ya durante la campaña y se especula con que en el futuro la aprovechará para lanzar su propia carrera política. El objetivo principal que se propone, de entrada, es reducir el gasto social en dos billones de dólares, lo que ha despertado la incredulidad y las alarmas entre los demócratas y las organizaciones de asistencia civil. Tal cantidad supone un presupuesto superior al que suman los de Defensa, Seguridad Nacional y Educación, por lo que, incluso entre los republicanos, se considera que la cifra está dirigida más a impactar en la sociedad que en definir un horizonte realista.
En un giro digno de 'reality show', Donald Trump ha vuelto a poner en jaque al 'establishment' político no solo con el nombramiento de Musk para dirigir un departamento hasta ahora inexistente, sino al anunciar el nombre de su próximo secretario de Defensa: Pete Hegseth, presentador del programa de televisión 'Fox & Amigos en Fin de Semana»', sin ninguna experiencia de gobierno. Su designación para el puesto más crítico de su gabinete como jefe del Pentágono ha dejado atónitos a los senadores que tendrán que aprobar su nominación.
Hegseth es un rostro familiar en los hogares de los votantes republicanos, aunque no sea por sus estrategias de combate. «Pete es un tipo duro, inteligente y un verdadero creyente del 'America First'», dijo Trump en un comunicado al anunciar su nominación. «Con él al mando, nuestros enemigos quedan advertidos de que nuestra fuerza militar será más grande que nunca».
Pese a ser veterano de la Guardia Nacional, con la que sirvió en Irak y Afganistán, ha pasado más tiempo frente a las cámaras que en el ejército. Eso no parece ser un problema para Trump, que lo ve como un fiel aliado. La relación entre ambos se ha forjado a base de apariciones televisivas y de un discurso compartido sobre el uso de las tropas para restaurar el orden en casa, algo estrictamente limitado por la Constitución, a excepción de desórdenes civiles, insurrecciones o rebelión. Se trata de una señal clara de que Trump está decidido a tener un gabinete que no cuestione su autoridad, la gran frustración de su primer mandato, en el que se sintió traicionado por los generales que mantuvieron el decoro castrense.
Lo que no ha sorprendido ha sido el anunció de la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) liderado por el fundador de Tesla, Elon Musk, y el inversor biotecnológico Vivek Ramaswamy, quien fuera candidato a presidente frente a Trump durante las primarias, antes de sumarse a su equipo. Musk, el hombre más rico del mundo, ha donado más de cien millones de dólares a la campaña de Trump y se convirtió en un aliado crucial durante los últimos meses, con sus más de 200 millones de seguidores en X (antes Twitter) al servicio del magnate. Ahora se une oficialmente a su Gobierno con la ambiciosa promesa de eliminar la burocracia y eliminar el despilfarro del gasto público.
La alianza entre Musk y Trump se ha convertido en uno de los ejes centrales del nuevo gabinete. Con su habitual tono provocador, el propietario de X aseguro en la red que «este proyecto será el equivalente al 'Manhattan Project' de nuestra generación». Muchos le veían como un presidente en la sombra o como un asesor externo sin control gubernamental, lo que ha generado inquietud sobre el verdadero impacto de sus propuestas y preocupación por posibles conflictos de interés, dada la cantidad de contratos gubernamentales que tiene SpaceX. «O hacemos que el Gobierno sea eficiente o que se vaya a la bancarrota», tuiteó anoche.
Su nombramiento para un nuevo departamento que todavía no existe y que tendrá que crear el Congreso, cuyas dos cámaras se presumen en control del partido conservador, es un guiño a los seguidores de Musk, que ven en su toma de control de Twitter un modelo para transformar el Gobierno federal. Al no tener experiencia en la gestión pública, el empresario sudafricano podría encontrarse con que su labor en el mundo corporativo puede no ser directamente aplicable a la maquinaria burocrática de Washington, pero parece tomárselo más como un juego «a la vez trágico y extremadamente entretenido«, publicó. Su intención declarada es que el departamento solo exista hasta julio de 2026 y, pese a todos los memes en las que se viste de super héroe de Hollywood, no se espera que pase de recomendaciones a la Oficina de Presupuestos del Gobierno, con algunas declaraciones preocupantes: «¿Por qué estamos gastando dinero en investigar el VIH en monos transgénero?», retuiteó.
Tampoco perdió la oportunidad de dramatizar el momento y adoptar el tono peliculero que entusiasma a la hipermasculinidad del movimiento MAGA: «Esto va a enviar una sacudida a todo el sistema y a cualquiera involucrado en desperdiciar el dinero del Gobierno, que son muchos y serán expuestos», amenazó en el comunicado distribuido por la oficina de transición de Trump. En esa línea, anunció que planea publicar en las redes todas las acciones del departamento para ofrecer «máxima transparencia». Ramaswamy, su socio de Silicon Valley en esta nueva empresa, ya había propuesto en la campaña realizar recortes radicales, incluyendo la eliminación de un millón de empleos gubernamentales, entre ellos los del FBI.
Este equipo no convencional promete sacudir la capital, aunque los escépticos dudan de su capacidad para ejecutar las reformas prometidas. Al final, la creación del DOGE parece más un golpe de efecto político que una propuesta realista de gobierno.
Trump sigue moviéndose a toda velocidad para formar su nuevo gabinete: además de Hegseth y Musk, este martes nombró a Kristi Noem como secretaria de Seguridad Nacional y a John Ratcliffe para encabezar la CIA, consolidando así una administración que se parece más a su círculo de confianza que a un equipo de expertos. El anuncio es también otro recordatorio de que en el mundo de Trump la experiencia tradicional cuenta menos que la lealtad y el espectáculo. «Con Pete en el Pentágono y Elon en la oficina virtual, nadie va a desperdiciar el dinero de los contribuyentes en mi Gobierno», prometió este martes el presidente.
Musk estará al frente de una macrocartera y tendrá acceso directo a Trump en el Despacho Oval. A priori, se trata de un esquema singular. Su departamento figurará fuera del organigrama del Gobierno, pero asociado a la Casa Blanca, de manera que el multimillonario solo responderá ante el presidente. Podrá realizar recomendaciones presupuestarias y de recorte de plantilla, en consonancia con el discurso de Trump, quien considera que la Administración padece de un exceso de burocracia. Musk también tendrá poderes para supervisar operaciones financieras gubernamentales y aconsejar cambios de normativas que permitan ahorrar dinero. Los detractores temen, sin embargo, que el ahorro se centre en los gastos sociales y las ayudas a las familias de renta baja.
Vivek Ramaswamy, su socio, es un republicano de origen indio que se convirtió en rival de Trump en las primarias del partido y que luego renunció a presentarse en favor de la candidatura del magnate. El nuevo presidente, que tomará posesión de su cargo a finales de enero, sigue recompensando a quienes le han sido leales durante la campaña. «Eliminar el exceso de burocracia será bueno para nuestra economía y para nuestro espíritu nacional», señaló en una entrevista reciente Ramaswamy, cuya fortuna estimada en unos mil millones de dólares procede fundamentalmente de los sectores farmacéutico y de la biotecnología.
Trump, que este miércoles visitará a Biden en la Casa Blanca para abrir el protocolo de transición gubernamental, deberá hacer auténticos malabares para encajar la nueva oficina de Elon Musk, puesto que invade el terreno del Congreso y la Casa Blanca, los reguladores oficiales de las cuentas estadounidenses. Le ayudará, eso sí, el hecho de que los republicanos han arrasado en las elecciones, tienen el control del Senado y, posiblemente, lo obtendrán en la Cámara de Representantes.
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