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En medio de nuevas restricciones de China a los extranjeros y la recomendación del Gobierno estadounidense a sus ciudadanos para que reconsideren cualquier viaje al país asiático, la secretaria del Tesoro norteamericana, Janet Yellen, vuela esta semana hasta Pekín para intentar mejorar las relaciones entre ... ambas naciones y rebajar la tensión después de que su presidente, Joe Biden, comparara a su homólogo, Xi Jinping, con «dictadores».
No se esperan avances significativos en esta visita (de jueves a domingo), que incluye encuentros con altos funcionarios chinos y con empresas estadounidenses y que se produce apenas dos semanas después de que el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, acudiera a la capital china. Fue la primera reunión al más alto nivel entre las dos naciones en los últimos cinco años. La llegada de Yellen subraya la importancia que Washington da a la potencia asiática como socia económica e internacional en temas urgentes como el cambio climático o el endeudamiento.
Yellen, impulsora de la cooperación con Pekín, ha calificado a menudo de «desastroso» un desacoplamiento económico de China. En su criterio, ambos países «pueden y necesitan encontrar una manera de vivir juntos» a pesar de sus tensas relaciones geopolíticas y en el desarrollo económico. Por ello, centrará sus conversaciones en la estabilización de la economía global y en tratar de reducir el apoyo del gigante asiático a la invasión de Ucrania.
La incómoda cercanía con el Kremlin molesta a Washington, que ve en China una doble cara. Por un lado alega neutralidad en la guerra de Ucrania, mientras por otro realiza ejercicios militares conjuntos y frecuentes entrevistas de estado con Rusia.
La nueva diplomacia de Washington busca detener el deterioro de las relaciones con Pekín y evita alienar aún más a un poderoso competidor con un creciente peso en el nuevo orden global. Yellen ya se reunió en enero en Suiza con su anterior homólogo chino, el viceprimer ministro, Liu He, y en abril pronunció un importante discurso en la Universidad Johns Hopkins en el que exhortaba a la «cooperación en los desafíos globales urgentes de nuestros días», imperativo para el mantenimiento de la estabilidad global, al tiempo que reiteraba su apoyo a restricciones económicas sobre China en aras de promover intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.
Su viaje está precedido por una recomendación de la Casa Blanca a sus ciudadanos para que reconsideren posibles desplazamientos a China ante el riesgo de detenciones ilegales. Pekín ha aprobado una Ley de Relaciones Exteriores que amenaza a los extranjeros que considere dañan los intereses nacionales y ha dado luz verde recientemente a otra normativa de contraespionaje que ha causado escalofríos en la comunidad empresarial internacional al incluir el allanamiento de oficinas en un reglamento que permite sancionar a los críticos foráneos. La nueva regulación autoriza la detención de ciudadanos de otros países que viajen o residan en el país asiático sin que puedan acceder a los servicios consulares o incluso ofrecer información sobre su presunto delito.
China considera delitos potenciales actos que incluyen desde participar en una manifestación hasta enviar mensajes electrónicos que se consideren críticos con sus políticas o incluso llevar a cabo investigaciones en áreas consideradas de sensibilidad nacional.
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