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MERCEDES GALLEGO
CORRESPONSAL. NUEVA YORK
Domingo, 29 de enero 2023, 21:43
Nadie escapa de los 'escorpiones'. Eso es, según el abogado Ben Crump, lo que querían demostrar los cinco policías que propinaron una paliza mortal a Tyer Nichols el pasado día 7, «que nadie puede con ellos». Al final fue el joven de 29 años fallecido ... tres días después el que ganó la partida a título póstumo. La unidad de élite será desmantelada y detrás pueden caer muchas otras en todo Estados Unidos.
La jefa de policía de Memphis, Carelyn Davis, fue la primera en cuestionar la actuación de los agentes y ha colaborado de cerca con la familia y sus abogados, pero se resistía a desmantelar la unidad especializada que creó hace dos años bajo el nombre de Street Crimes Operation to Restore Peace in Our Neighborhoods (Scorpion).
¿A quién se le ocurrió poner un acrónimo así a una unidad que debía ganarse la confianza de los habitantes? Entonces los índices de asesinatos en Memphis se habían disparado a 346 en 2021, lo que la colocó entre las ciudades más violentas del país. Las bandas callejeras estaban relacionadas con al menos el 13% de esos homicidios y las armas pasaban de mano en mano.
Para septiembre de ese año, más de 2.300 habían sido robadas de vehículos aparcados en las calles. El alcalde, Jim Strickland, destacó el año pasado con orgullo la labor de los 'escorpiones' en su lucha por reducir la delincuencia en la ciudad de Elvis Presley.
Los activistas de Black Lives Matter tenían otra opinión. «Esta vez se ha capturado en cámara, literalmente, pero mucha otra gente ha experimentado ese tipo de violencia una y otra vez», dijo la activista Amber Sherman a Democracy Now. «La muerte de Tyre es la cuarta que ocurre a manos de la Policía desde diciembre. A menos que esté dispuesta a desmantelar esa unidad, por mí se puede guardar sus bellas palabras», dijo la activista el viernes de la jefa de policía.
Davis no tardó en recibir el mensaje. Había aceptado abrir una investigación sobre la conducta de los Scorpio, cuya misión era patrullar los barrios más conflictivos y reducir la violencia de las bandas callejeras, «pero lo que hacían era asustar a los ciudadanos, asaltar a la gente y asesinarla», acusó Sherman. «No nos respetan, para ellos todos somos criminales y lo único que se preguntan es qué podemos hacer para ponerte en tu sitio».
La activista del capítulo local de Black Lives Matter acusa a la Policía de haber reclutado afroamericanos novatos con pasado turbulento procedentes de otras localidades para ir a los barrios más calientes de Memphis sin apropiada supervisión. En esto último coincide hasta la propia jefa de policía, que el sábado cedió al anunciar el desmantelamiento de los temidos Scorpion.
No acaba ahí la cosa. Los abogados de la familia de Nichols, especializados en derechos civiles, creen que el problema no se limita a Memphis. «Desde Baltimore hasta Chicago pasando por Washington DC, unidades como los Scorpions en coches sin identificar causan el terror en las comunidades de minorías, sin importar cómo se llamen esas unidades», dijo en un comunicado la oficina de Crump.
En Nueva York, al calor de las protestas por el asesinato de George Floyd en Minneapolis, el alcalde, Bill De Blasio, desmanteló en junio de 2020 la unidad anti crimen que patrullaba las viviendas de protección oficial y los barrios bajos. Tres policías de estas unidades tuvieron que ser suspendidos por intervenir violentamente contra los manifestantes, rociándoles la cara a uno con gas pimiento y tirando al suelo a una mujer frente a las cámaras.
Al año siguiente el nuevo alcalde, Eric Adams, un excapitán de la Policía, restituyó esas unidades de élite y prometió defender a sus agentes de la mirada crítica de los teléfonos, que en su opinión están «sobre utilizados».
No se trata solo de policías de mal temperamento celosos de sus obligaciones. En Baltimore, en 2017 ocho detectives de la unidad de élite llamada «Baltimor's Gun Trace Task Force», que tenían que dedicarse a confiscar y rastrear armas ilegales, fueron condenados por robo, extorsión y crimen organizado.
Episodios como esos se repiten en todas las ciudades de América en las que se crean esas unidades policiales tácticas de élite con agentes de paisano y coches sin identificar que operan al margen de la rutina policial sin la debida supervisión.
Son también las que más muertes causan. Según una investigación del New York Times que el año pasado ganó el premio Pulitzer, en los cinco años anteriores la policía de Estados Unidos mató a más de cuatrocientos conductores que no tenían armas de ningún tipo, ni se les perseguía por crímenes violentos. A razón de más de uno por semana.
«Estamos buscando a gente que causa problemas, no vamos a ir a por un tipo normal que obedezca la ley y se le haya olvidado poner el intermitente», aseguró el lugarteniente de policía de Youngstown (Ohio), Gerard Slattery, el año pasado al evaluar la labor de la unidad Neighborhood Response Unit que se había creado el mes antes.
Lo cierto es que un año después la población tiene una versión muy distinta. Por eso la muerte de Nichols no se vengará solo con el desmantelamiento de los Scorpio.
«Estamos pidiendo al fiscal general Merritt Garland y al Departamento de Justicia una investigación en las ciudades que usan estas tácticas para determinar si son efectivas en reducir el crimen y pedir todos los datos de heridos y muertos relacionados con estas patrullas de saturación, así como una recopilación de las quejas de los ciudadanos«, dijo el abogado de la familia de Nichols en conferencia de prensa. «Necesitamos un cambio nacional para este tipo de patrullaje».
Nichols está muy acompañado en el panteón de víctimas inocentes de violencia policial. En 1999 cuatro policías de paisano descargaron 41 disparos sobre el emigrante guineano Amadou Diallo en el momento en el que abría la puerta de su casa en el Bronx. En 2006, cinco agentes también de paisano mataron a Sean Bell e hirieron a sus amigos cuando salían de un local de Queens en el que celebraban la despedida de solteros de Bell.
Y en 2020, antes incluso de que Floyd fuera asesinado lentamente frente a los teléfonos de otros peatones, la enfermera Breonna Taylor, de 26 años, fue asesinada en su casa cuando siete policías de paisano irrumpieron en su apartamento a tiros al confundirse de puerta durante una redada antidrogas.
En todos los casos la falta de identificación complicó las cosas. «No estamos diciendo que estás patrullas no puedan ser efectivas, pero tienen que ser supervisadas muy de cerca», insistieron los abogados, «porque llegan los abusos. Seamos sinceros: lo hacen porque se salen con la suya».
Solo muertes como la de Nichols desmontan sus coartadas y exponen los abusos. Por eso los activistas no van a permitir que su vida se haya perdido en vano, sino que la utilizarán para arrojar luz contra las unidades de élite.
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