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Al final, la revuelta quedó en nada. Solo un puñado de congresistas cumplieron este miércoles su amenaza de boicotear el segundo discurso que haya dado un presidente de Israel al Congreso de EE UU. Isaac Herzog, que tiene un cargo mayormente ceremonial, se presentó ante ... ellos con un tono conciliador en el que dio la bienvenida a las críticas «entre amigos», pero pintó con claridad la raya que nunca deben cruzar: «El derecho de Israel a existir».
La anterior presencia en el hemiciclo la protagonizó precisamente su padre, Chaim Herzog, que en 1987 fue invitado hablar ante una sesión conjunta de las cámaras. Nancy Pelosi extendió a su hijo el mismo honor con motivo del 75 aniversario de la fundación de Israel, que fue reconocido como Estado por el presidente Harry Truman en 1949, tras reunirse el año antes con su abuelo, el rabino Yitzhak Isaac Halevi Herzog, que lo convenció para que EE UU se convirtiera en el primer país del mundo en establecer una embajada en Israel.
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La víspera la Cámara de Representantes había aprobado una resolución que corrige cualquier insulto que hayan podido sentir los israelíes por las críticas de los congresistas del ala izquierda del Partido Demócrata. En ella se aclara específicamente que Israel «no es un estado racista», en respuesta a las declaraciones el domingo pasado de la congresista Pramila Jayapal, que criticó el trato a los palestinos como un apartheid. No hacía falta. Ella misma se había disculpado al día siguiente, al circunscribir la acusación al Gobierno de Benyamin Netanyahu y no al Estado de Israel. Más de 400 congresistas votaron con entusiasmo por la resolución, en la que solo faltaron diez votos. Los mismos que este miércoles no estaban en el hemiciclo para aplaudir al presidente de Israel, además de destacados senadores de izquierda como Bernie Sanders.
El discurso de Herzog estaba más dirigido a su audiencia interna. Las televisiones del Estado judío interrumpieron la emisión para ofrecerlo en directo y calmar así con las ovaciones del Congreso estadounidense al 49% de los israelíes que, según una encuesta del Canal 13, están preocupados por el supuesto deterioro de las relaciones con su mejor aliado.
Herzog también calmó a los estadounidenses al expresar que su mayor anhelo es reparar algún día las relaciones con sus vecinos palestinos, aunque advirtió de que mientras continúen los ataques no lo ve posible. Esa declaración pasó de largo ante su audiencia local. «Frente a los estruendosos aplausos del Congreso, Herzog destaca la independencia judicial de Israel», titulaba el diario centrista 'Times of Israel'. Los más conservadores destacaban sus comentarios sobre el antisemitismo que supondría atacar la existencia misma de Israel y su llamado acabar con el programa nuclear de Irán.
Fue precisamente un comentario de ese tipo, mucho más bélico, el que enojó a Barack Obama hace 15 años, cuando Benyamin Netanyahu se dirigió a esas mismas cámaras justo en el momento en que el presidente estadounidense negociaba un tratado nuclear con el país persa. Esta vez su delfín Joe Biden es un presidente mucho más duro en política exterior, que no se dará por ofendido. De hecho, el mandatario en campaña electoral habló por teléfono el lunes con Netanyahu para apaciguar las relaciones afectadas por sus críticas a la reforma judicial de Israel y extenderle una invitación a la Casa Blanca.
Herzog también se dirigió a él tácitamente cuando reafirmó el compromiso de Tel Aviv con un sistema judicial fuerte e independiente, «en línea con la democracia israelí», que muchos ven en peligro con estas reformas. Mientras, continuaban en las calles de su país las protestas de quienes no creen que el gobierno ultraderechista de Netanyahu esté siguiendo el camino que Herzog predica.
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