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El corredor de helicópteros cercano al aeropuerto Ronald Reagan de Washington ha sido cerrado indefinidamente tras la fatal colisión sobre el cielo de la capital estadounidense. Es la principal decisión tomada por la Administración Federal de Aviación (FAA) desde las 20:47 horas del miércoles, ... cuando el jet regional CRJ-700 de American Airlines chocó contra un helicóptero militar, un Black Hawk que fue encontrado flotando boca abajo en el río Potomac. El Bombardier, por su parte, se rompió en tres pedazos.
Los buzos se sumergieron en las gélidas aguas del río Potomac en Washington y este viernes habían logrado recuperar ya más de 40 cadáveres y las cajas negras del vuelo AA 5342, que servirán para esclarecer las causas de un accidente que se cobró la vida de 67 personas.
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Daniel de Lucas
La Junta Nacional de Seguridad ya tiene a su disposición «la grabadora de datos de vuelo y de voz de la cabina» del avión listas para analizar, a falta de localizar las cajas negras del helicóptero. En cualquier caso, la investigación inicial apunta a un error humano como la principal causa de la tragedia, una hipótesis que cobra peso tras revelarse que el Black Hawk del ejército podría estar volando demasiado alto y fuera de su itinerario autorizado en el momento del choque con el jet comercial que los convirtió a ambos en una bola de fuego.
El helicóptero se encontraba a 90 metros de altura, cuando la trayectoria autorizada por la torre de control no superaba los 60. Además, el impacto se produjo a 800 metros de la denominada Ruta 4, la solicitada por el piloto. Bordea la orilla este del río Potomac y habría permitido evitar el choque.
Un alto funcionario del ejército, en declaraciones a 'The New York Times', pedía cautela y explicaba que la tripulación conocía el itinerario y las restricciones de altitud del estrecho corredor aéreo en el que se les permitía volar en el aeropuerto.
Donald Trump lo tiene claro y apuesta por un fallo del capitán como el motivo del accidente. «El helicóptero Black Hawk volaba demasiado alto, por mucho», dilucidaba el presidente en un mensaje en su plataforma Truth Social. El magnate señaló que el aparato estaba a una altura «muy por encima del límite» de 60 metros y se declaró convencido de su teoría. «No es muy complicado de entender, ¿verdad?», remató.
Otro elemento más de la coyuntura que rodea a la catástrofe es que en el momento del accidente una persona estaba haciendo el trabajo de dos en la torre de control, una circunstancia que fue posible porque un supervisor permitió que un controlador se fuera antes de su hora de salida. Por lo general, entre las 10.00 y las 21.30 son dos los operarios encargados de la vigilancia: uno supervisa los aviones y otro los helicópteros. Después de esa franja horaria la circulación aérea disminuye y una única persona se encarga de ambas labores.
El día de la tragedia, un controlador se quedó solo antes de las 21.30, lo cual «no era normal para la hora del día y el volumen de tráfico», de acuerdo con el informe preliminar de la FAA. Este documento reconoce que el supervisor puede disponer a una única persona para controlar a la vez el tráfico de aviones y helicópteros, pero se desconoce qué razones le llevaron a tomar esa decisión la noche del miércoles.
Precisamente, 24 horas antes, un vuelo tuvo que abortar su aterrizaje en el aeropuerto ante el riesgo de una posible colisión con un helicóptero que había aparecido cerca de su trayectoria. Por el mismo motivo, otro jet comercial procedente de Charlotte tuvo que abandonar repentinamente su aproximación el pasado 23 de enero. «En ese momento me pareció extraño... Ahora lo encuentro inquitantemente trágico», relataba Richard Hart, un pasajero que regresaba de un viaje de negocios, en declaraciones al diario 'The Washington Post'.
Estos dos aterrizajes frustados en una semana ilustran el peligro que suponen los 30.000 vuelos anuales de helicópteros militares en las inmediaciones de la terminal, diseñada para 15 millones de pasajeros y que ya ronda los 25.
El tráfico aéreo en la capital estadounidense es el más intenso del país y su cielo es el más controlado del mundo, con máximas medidas de seguridad implementadas para asegurar edificios tan críticos como la Casa Blanca, el Capitolio y el Pentágono. Este último suceso abre interrogantes sobre los riesgos de que helicópteros militares y aviones de pasajeros sobrevuelen los cielos de Washington con una separación tan escasa y sobre si los protocolos actuales son suficientes para evitar accidentes.
Donald Trump anunció este viernes que planeaba hablar con las familias de algunas de las víctimas. Cuando los periodistas preguntaron al presidente si visitaría el lugar del accidente, este respondió airado: «¿Qué es el lugar? ¿El agua? ¿Quieren que vaya a nadar?».
De forma paralela, la prensa estadounidense desveló que la administración del magnate en 2019 aplicó un programa de diversidad para contratar controladores aéreos con «discapacidades intelectuales y psiquiátricas graves». Por esas políticas había criticado el jueves a los demócratas Biden y Obama, que en opinión del republicano, habían rebajado la calidad del control aéreo al aplicar políticas de igualdad e inclusión.
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