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T. Nieva
Sábado, 2 de septiembre 2023, 20:50
Estados Unidos se prepara para apurar al límite en su ayuda militar a Ucrania. Washington tiene previsto suministrar al Gobierno de Kiev un nuevo paquete de material armamentístico, valorado entre 240 y 375 millones de dólares, según Reuters, en el que podría incluir munición de ... uranio empobrecido, una controvertida gama de proyectiles por su contenido radiactivo. Cuando el Reino Unido abasteció con estos cohetes a las tropas ucranianas el pasado marzo, Moscú respondió que podría catalogarlas como armamento nuclear y responder en consecuencia. La semana pasada, el Kremlin avisó que había terrenos en Ucrania «envenenados» por el empleo de estas armas.
Recientemente, la Casa Blanca suministró a los ucranianos bombas de racimo, en contra de la opinión de la ONU y los países aliados occidentales que las prohíben por su capacidad de matar a la población civil. Ucrania las ha utilizado masivamente en las últimas semanas para intentar romper las defensas rusas, hasta el extremo de que altos funcionarios occidentales le aconsejaron que redujera el ritmo de los bombardeos, ya que consumía más bombas de las que los aliados pueden enviar.
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Rafael M. Mañueco
Estados Unidos es consciente de que no puede aportar a los ucranianos armas que éstos utilicen dentro del territorio ruso a fin de evitar cualquier riesgo de confrontación directa con Moscú, pero también sabe que la guerra está ahora en un empate técnico y que Kiev no ha hallado aún la fórmula del éxito en su contraofensiva. De ahí surge previsiblemente la decisión de enviar munición de uranio empobrecido.
Estos proyectiles, aparte de su carácter altamente inflamable, tienen la capacidad de perforar el casco de los blindados y carros de combate, lo que daría al ejército local una cierta ventaja frente a los rusos. El problema de esta munición proviene de su propia naturaleza. Para conseguir ese poder perforante, las balas deben usar un metal tan denso como el uranio empobrecido.
Cuando impactan contra su objetivo, los proyectiles revientan y lanzan al medio una enorme cantidad de partículas que la ONU y la Comisión Internacional para la Prohibición de las Armas de Uranio consideran nocivas para la salud. El Organismo Internacional de Energía Atómica cree, por el contrario, que los residuos no suponen un peligro radiológico dado su bajo nivel radiactivo.
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