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Quienes alimentan el pánico sobre una invasión de migrantes indocumentados tienen ya en sus teléfonos una nueva herramienta para la propaganda del miedo. Cientos o miles de estas personas entraron en tropel el pasado domingo hasta el puente fronterizo que conecta la ciudad de El ... Paso con Ciudad Juárez en México.
Los migrantes habían llegado hasta allí alentados por un falso rumor que leyeron en Facebook y otras redes sociales, un episodio que recuerda al incidente ocurrido en la frontera de Ceuta con Marruecos en mayo de 2021. Como hiciera entonces el Ejército marroquí cuando algunas de estas personas decidieron embestir contra las barreras de seguridad, la Policía mexicana no movió un dedo para impedir su entrada.
Los vídeos que circulan por las redes sociales muestran a los cuerpos de seguridad mexicanos impasibles mientras la avalancha de migrantes desesperados les pasa por delante y por los lados a toda velocidad. Mujeres y niños cogidos de la mano, hombres y adolescentes. Todos los que estaban hartos de esperar en la inhóspita frontera a que Estados Unidos les diera una cita para solicitar asilo político vieron en esa puerta abierta la oportunidad de entrar a un nuevo mundo. Se trató de una auténtica estampida que el lado estadounidense tuvo que repeler con la misma impotencia que la Policía del Capitolio durante los asaltos del 6 de enero de 2021.
La larga pasarela que conecta el Puente de las Américas, en el lado mexicano, con el de Stanton, en el estadounidense, dio margen a las fuerzas de seguridad norteamericanas para desplegar barricadas y alambradas, custodiadas por la Policía antidisturbios, que se encontraba armada con escudos y bastones. Y si por el lado de México fue fácil, una vez rota la seguridad, el de EE UU aguantó el embate casi todo el domingo hasta que los desolados migrantes se rindieron al atardecer. El tráfico en la zona se restableció a las 18.30 hora local.
La mayoría de los migrantes que estaban en la frontera eran venezolanos, por lo que se cree que el rumor había corrido por las redes sociales de su país. Algunos contaron haber leído un bulo de que, por ser el Día del Migrante «o algo así», se abría la puerta a todos los que pudieran entrar a Estados Unidos. Pero una vez allí, confrontados con la resistencia feroz de las fuerzas de seguridad estadounidenses, las madres lloraban suplicantes a los policías, mientras que los jóvenes, enmascarados con pasamontañas y bandanas, empujaban las barricadas contra las alambradas.
«Por favor, déjennos pasar, solo queremos una vida mejor para nuestras familias», lloraba una mujer. La frustración habitual en estas situaciones se ha disparado entre los venezolanos, haitianos y nicaragüenses que llegaron hasta la frontera antes de que el actual presidente de EE UU, Joe Biden, anunciase el lanzamiento de un programa que permitirá a los solicitantes de asilo político obtenerlo solo si tienen en este país un patrocinador que garantice su porvenir y rellenen, además, la petición por internet.
Cualquier cita para pedir asilo en EE UU tiene que ser solicitada a través de una aplicación online que, según los migrantes, está plagada de fallos técnicos. El Gobierno estadounidense ha prometido subsanarlos en futuras versiones.
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