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A los 81 años, Joe Biden pasará a la historia como un presidente más compasivo con los delincuentes comunes de lo que fue como senador, cuando a los 51 abanderó la ley contra el crimen que el Centro de Justicia Brennan y otros expertos judiciales ... responsabilizan de la encarcelación masiva que sufre el país.
La decisión este jueves de conmutar 1.500 condenas y perdonar 39 le convierte en el presidente que más clemencia ha mostrado en un solo día, según la Casa Blanca. El récord lo ostentaba hasta ahora Barack Obama, con 330 en un día. Hay matices técnicos, ya que la clemencia ejercida por Jimmy Carter en el primer día de su mandato, cuando perdonó a 200.000 hombres condenados por evadir el servicio militar durante la guerra de Vietnam es considerada un «perdón categórico», al abarcar a todos los individuos de una misma categoría, mientras que los elegidos por Biden tienen nombres y apellidos, tras haber sido cuidadosamente escrutados.
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Los 39 perdonados, cuyos expedientes serán purgados, han demostrado con éxito su reinserción social, con un compromiso «para ayudar a que sus comunidades sean más fuertes y seguras», dijo el mandatario en un comunicado. Se trata de gente como Nina Simona Allen, de Harvest (Alabama) que ha sacado notas brillantes en su vuelta a los estudios y trabaja de voluntaria en una residencia de ancianos y un comedor social. Los amigos y vecinos que han abogado por ella la describen como una mujer «trabajadora, integra y confiable». O Kelsie Lynn Becklin, de Falcon Heights (Minnesota), que a los 21 se declaró culpable de un delito de drogas pero que, tras haber cumplido sentencia y obtener un doctorado en investigaciones académicas, se ha convertido en mentora de presos que quieren estudiar educación superior. Sus colegas de la Universidad destacan su «ética laboral, dedicación y genuina preocupación por los demás».
La lista de quienes no podían progresar más en la vida debido a las manchas en su expediente delictivo continúa, pero todos tienen en común no haber cometido crímenes violentos, haber cumplido sus condenas y mostrar dedicación para recompensar a la sociedad por el daño realizado. Muchos de ellos fueron condenados por crímenes relacionados con el uso de marihuana o la homosexualidad, que hoy ni siquiera están tipificados como delitos.
Les acompañan en la celebración 1.500 personas que vivirán con el expediente, pero cuyas condenas quedan reducidas a la nada. «Los recipientes de estas conmutas fueron puestos bajo arresto domiciliario durante la pandemia y se han reintegrado con éxito en sus familias y comunidades, demostrando que merecen una segunda oportunidad», dijo el mandatario.
Aquella decisión se produjo durante el Gobierno de Donald Trump, al principio de la pandemia, cuando la ausencia de personal carcelario ponía en riesgo la supervisión de reos más peligrosos y el hacinamiento de las cárceles amenazaba con disparar el covid. Desde el fin de la pandemia muchos legisladores republicanos han intentado revertir esa situación y enviarlos de vuelta a las cárceles, pero el presidente Biden considera que «EE UU se construyó con la promesa de posibilidades y segundas oportunidades».
Son los afortunados de entre los 13.000 que consideraba la Oficina de Indultos. El primero en recibir esa clemencia fue, el domingo de Acción de Gracias, su propio hijo Hunter Biden, que había sido condenado por posesión de armas y se declaró culpable de evasión fiscal. Su padre consideró que su enjuiciamiento había sido «injusto y selectivo» por motivos políticos, de los que se sintió responsable. «Quienes se retrasaron en el pago de impuestos debido a adicciones graves, pero posteriormente los pagaron con intereses y multas, suelen recibir resoluciones no criminales. Es evidente que Hunter fue tratado de manera diferente», justificó, pese a haber negado previamente que fuera a hacerlo.
Eso aumentó la presión para que utilizara su poder de clemencia en estas últimas semanas. Entre los llamados más destacados estaba la petición de conmutar las sentencias de las 40 personas que permanecen en el corredor de la muerte, reduciéndolas a cadena perpetua sin libertad condicional, ya que durante su primer mandato Trump reinició las ejecuciones federales, tras casi 20 años de pausa. También se espera que cumpla su venganza sobre políticos y funcionarios, que hacen lobby para un perdón preventivo.
La Casa Blanca ha anunciado que habrá más indultos y conmutas, sin dar detalles. La estrategia inicial parece intentar cimentar el legado de Biden como un líder empático y comprometido con la justicia, pero también proporciona una coartada a Trump, que ha prometido perdonar a los cerca de mil condenados por la insurrección del 6 de enero.
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