Secciones
Servicios
Destacamos
Para su último discurso a la nación desde el Despacho Oval, que cierra medio siglo de servicio público, el presidente Joe Biden arrancó anoche una página de la historia a la despedida de Dwight Eisenhower. Con ella prendió la mecha de la resistencia a Donald ... Trump y a la «oligarquía» tecnológica que ha «facilitado» su vuelta al poder. «Ahora es vuestro turno», arengó a quienes encomienda la misión de «mantener viva la llama de la democracia».
El panorama que describió es oscuro: «Los estadounidenses están siendo sepultados bajo una avalancha de desinformación y noticias falsas que facilitan el abuso de poder», afirmó. «La prensa libre está desmoronándose. Los editores están desapareciendo. Las redes sociales están renunciando a la verificación de hechos. La verdad está siendo sofocada por mentiras contadas con fines de poder y lucro». Y la responsabilidad es de las redes sociales, a las que, dijo, «hay que responsabilizar para proteger a nuestros hijos, a nuestras familias y a nuestra propia democracia del abuso de poder».
Lo que empezó como un discurso poético y melancólico inspirado a la sombra de la Estatua de la Libertad se volvió combativo y desafiante. La Casa Blanca había descargado por la mañana un extenso documento sobre su legado para liberarlo de la necesidad de detallarlo en su alocución. Así pudo concentrarse en el impactante mensaje que despertó de golpe a los estadounidenses taciturnos, que a esa hora bostezaban en el sofá.
Nadie esperaba que el mandatario de 82 años, un político clásico al uso, respetuoso del sistema y de sus tradiciones, que recibirá a Trump con toda cortesía, aprovechase la despedida para asestarle un envite tácito. Menos aún, que denunciase al «complejo industrial tecnológico», cuya infiltración en el poder comparó con el crecimiento de la maquinaria militar de la que advirtiese Eisenhower hace seis décadas. «Hoy está tomando forma en América una oligarquía de riqueza, poder e influencia extrema que, literalmente, pone en peligro nuestra democracia, nuestros derechos básicos y las oportunidades justas para todos», advirtió.
El cofundador de Paypal, Peter Thiel, abrió el camino en 2016 al apoyar a Trump con más de un millón de dólares, que le convirtió en miembro del Comité Ejecutivo del equipo de Transición Presidencial y en uno de sus principales asesores. Fue él quien impulsó al senador JD Vance para que le acompañe a la Casa Blanca como vicepresidente. Elon Musk, fundador de Tesla y propietario de X, ha respaldado esta estrategia con 75 millones de dólares en esta campaña, lo que, tras la victoria electoral del pasado 5 de noviembre, ha hecho entender al resto de los multimillonarios de Silicon Valley que la mejor inversión para sus negocios es hacerse amigo del nuevo presidente a golpe de chequera. Los consejeros delegados de Google, Microsoft, Amazon, Meta, Uber y OpenAI, que se enfrentaron a él durante su primer mandato, han contribuido cada uno con un millón de dólares a los festejos de su próxima investidura el lunes.
La mayoría ha rendido pleitesía al presidente electo visitándole en su mansión de Mar-a-Lago (Palm Beach, Florida). Algunos, como Mark Zuckerberg, han demostrado públicamente su nueva fe en la ideología libertaria del movimiento MAGA abandonando públicamente el control del discurso de odio y la desinformación que circula en sus plataformas. Y detrás viene la inteligencia artificial, «la tecnología más trascendental de nuestro tiempo, quizás de todos los tiempos», alertó Biden. «En la era de la inteligencia artificial es más importante que nunca que sea el pueblo el que gobierne».
El presidente, que durante su mandato ha intentado devolver la solemnidad al cargo, está tan alarmado por la decisión del Tribunal Supremo de reconocer inmunidad absoluta al presidente de los crímenes que pueda cometer que pidió imponer límites al término vitalicio de los jueces y una reforma ética.
Frente a todos esos peligros ve también uno muy claro en la concentración de poder y riqueza que erosiona el sentido de unidad, genera desconfianza y división. «Participar en nuestra democracia se hace agotador y desilusiona a la gente que no tiene una oportunidad justa», reconoció. Ahí está el reto de «sacar el dinero tenebroso de la política» y devolver la oportunidad a quienes puedan llegar tan lejos como su esfuerzo y su talento pueda llevarlos, en un terreno de juego equitativo. Es lo que permitió a un chico tartamudo de Scranton (Pensilvania) convertirse en senador a los 29 años y cerrar anoche su gobierno con un discurso para la historia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.