Asesinado a tiros en plena calle de Manhattan un alto ejecutivo médico de EE UU

El consejero delegado de la mayor empresa de seguros médicos de Estados Unidos -y la octava mayor empresa del mundo por ingresos totales, después de Apple- había recibido amenazas de muerte, como cualquier otro alto ejecutivo de su sector. Ninguna le había parecido tan destacable como para llevar escolta. Entraba solo y por su propio pie en el hotel situado entre Central Park y la Catedral de San Patricio, con cerca de 1.900 habitaciones y 14.000 m² dedicados a la celebración de conferencias. Allí celebró Donald Trump su victoria en 2016 y Bill Clinton la iniciativa global de su fundación en diferentes ocasiones. Un lugar seguro donde hubiese, al que fueron llegando los inversores poco después con un nudo en la garganta.

Los agentes tienen claro que su muerte no fue un acto aleatorio de violencia callejera, como los que hacen infame a Nueva York, porque el individuo enmascarado de la capucha y deportivas blancas «dejó pasar a mucha gente y esperó a su objetivo», contó Jessica Tisch, la nueva comisionada de Policía de Nueva York, que juró el cargo la semana pasada y se estrenaba así en su primera conferencia de prensa. Frente a la indiferencia de una ciudad masificada y curada de espanto, a la hora en la que todos se apresuraban al trabajo, Thompson cayó al suelo sin que nadie le asistiera hasta que llegaron las fuerzas de seguridad, dos minutos después, para intentar reanimarlo.

De nada le sirvió haber pasado 30 años escalando puestos en la empresa para llegar a lo más alto al cumplir los 50. Falleció poco después en el hospital Roosevelt del Monte Sinaí de Manhattan. La primera preocupación del alcalde, Eric Adams, y de la Policía fue dejar claro que el resto de la población está a salvo. El árbol de Rockefeller Center se iluminaría esa noche como si nada hubiera pasado.

Con todo, en las calles de Nueva York había anoche un asesino suelto. Uno más, tal vez. Alguien menos peligroso que el resto de los criminales comunes, porque tenía «un objetivo claro». Sabía por qué puerta entraría y le esperaba con calma. Las cámaras de seguridad, que lo capturaron apuntando el arma hacia el ejecutivo, al que metió dos tiros por la espalda y uno en la pierna, lo retrataron poco después huyendo en una bicicleta eléctrica de las que comparten los neoyorquinos en un programa público.

«Afortunadamente llevaba una mochila muy notable», indicó la comisionada de Policía. Cruzó a Central Park y desapareció entre los árboles y caminos serpenteantes, sin que aún se le haya encontrado la pista. Los agentes han ofrecido 10.000 dólares por cualquier pista que conduzca a su captura y es de esperar que United Healthcare eleve la recompensa, cuando supere el impacto inicial.

En su Minnesota natal, su viuda, Paulette Thompson, decía estar demasiado ocupada intentando consolar a sus hijos y la empresa se limitó a sacar un breve comunicado. ««Estamos profundamente entristecidos y conmocionados por el fallecimiento de nuestro querido amigo y colega Brian Thompson, el CEO de UnitedHealthcare», dijo la compañía en un comunicado. «Brian era un colega muy respetado y un amigo para todos los que trabajaron con él. Estamos colaborando estrechamente con el Departamento de Policía de Nueva York, por lo que pedimos paciencia y comprensión durante este difícil momento. Nuestro corazón está con la familia de Brian y con todos aquellos que estaban cerca suya».