Luz verde del Senado al segundo 'impeachment' contra Trump'

«¡Luchad como demonios, porque si no lo hacéis os vais a quedar sin país!», arengó el presidente a sus seguidores al encender la mecha de la hoguera que había preparado durante meses. Dentro del Capitolio los legisladores se preparaban para certificar los resultados sin imaginar que la manifestación que había convocado podría interrumpir el proceso. Y no eran ya los demócratas a los que Trump puso en la diana, sino su segundo de a bordo, el vicepresidente Mike Pence, al que advirtió por el micrófono que si no tenía «el valor» de usar su poder como presidente del Senado para impedir la certificación de los resultados, «será un día muy triste para el país». Y en particular para los «débiles» legisladores republicanos, que se resistían a calificar las elecciones de fraudulentas. «Vamos a darle el tipo de orgullo y de cojones que necesitan para recuperar nuestro país», pidió a las masas.

Mientras sus huestes cumplían violentamente la misión de «descender sobre el Capitolio», Trump seguía hablando y alentándolos a la lucha. Incluso cuando fue evidente que aquello ya no era una manifestación, sino una revuelta en la que moriría gente, el presidente tardó dos horas en poner un tuit con el que calmarlos. Y cuando lo hizo fue justificando la insurrección de estas milicias, «grandes patriotas a los que se ha tratado mal injustamente durante tanto tiempo», y celebrando su hazaña para mandarlos a casa «con amor y en paz», les dijo. «¡Recordad este día para siempre!».

Los legisladores y empleados del Capitolio que tuvieron que esconderse para no ser linchados tampoco lo olvidarán. «Las cosas podían haber sido peores», reconoció estremecido el congresista David Cicilline a los senadores, como manager de la Cámara Baja. «Podían habernos matado a todos».

Los «patriotas» tenían muy claro quién los mandaba. «Donald Trump, que es tu jefe», se oye a uno decir a los policías del Capitolio en el vídeo que reconstruye los hechos. Y también quién les dio la orden de retirada. «Donald Trump», contó a un periodista cuando salía del Senado Jacob Chansley, el pintoresco manifestante de los cuernos de búfalo. «Porque ya hemos ganado el día».

Los abogados de Trump, con la complicidad de los senadores republicanos que no quieren retratarse en contra del todopoderoso líder, intentaron ayer desestimar la acusación con el argumento de que la Constitución no contempla el 'impeachment' contra un presidente que ya no está en el cargo, pero «la historia deja claro que sí», resumió Cicilline. «¿Por qué la vamos a cambiar para el futuro?», cuestionó. Abrir esa puerta invitaría a cada presidente de EE UU a dejar sus peores fechorías para el último mes de su gobierno, creando de facto «la excepción de enero» y poniendo en peligro la transición pacífica del poder, «que siempre ha sido el momento más peligroso de una democracia», recordó el congresista Jamie Raskin, líder de la acusación.

Abrir esa puerta invitaría a cada presidente de EE UU a dejar sus peores fechorías para el último mes de su Gobierno, creando de facto «la excepción de enero» y poniendo en peligro la transición pacífica del poder, recordó el congresista Jamie Raskin, líder de la acusación. Sus tesis fueron respaldadas al final por la mayoría.