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COLPISA / AFP
Lunes, 18 de enero 2016, 10:34
La ex secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton y el senador Bernie Sanders protagonizaron este domingo un duro enfrentamiento verbal en el cuarto debate entre los aspirantes del Partido Demócrata a la Casa Blanca.
Clinton y Sanders, junto al exgobernador de Maryland Martin ... O'Malley, afrontaron un debate fundamental para sus aspiraciones, ya que en escasas dos semanas tendrán lugar en Iowa los 'caucus' que marcan el comienzo de las primarias.
Ante la necesidad de marcar posiciones, Clinton y Sanders exhibieron sus divergencias en prácticamente todos los temas, desde la política sobre posesión de armas hasta los impuestos, pero que alcanzó el momento más crítico en la visión de cada aspirante sobre el servicio de salud pública. Clinton, que durante todo el debate buscó afirmarse como la heredera de Barack Obama, criticó la propuesta de Sanders de renovar todo el sistema, alegando que ello significaría "destruir" el modelo vigente, denominado 'Obamacare'.
Apenas dos horas antes del inicio del debate, el comité de Sanders divulgó un nuevo y completo programa de reforma del sistema público de salud, y por lo tanto sus aspectos centrales no pudieron ser discutidos en detalle. "Desmontar todo lo que hicimos (con la aprobación del 'Obamacare') y empezar de nuevo... Creo que esa es la dirección equivocada", espetó Clinton. En respuesta, Sanders opinó que "la atención médica debería ser un derecho de cada hombre, mujer o niño. ¿Por qué nosotros gastamos tres veces más que los británicos, que tienen un sistema universal, y nosotros tenemos 29 millones de personas sin seguro médico?", manifestó.
En el centro de la discusión se encuentra una idea que parecía esencial a los demócratas: el diseño de un sistema de seguro médico público y universal, que ponga a un costado los poderosos seguros privados.
Subida de impuestos a las clases medias
Durante toda la discusión, la ex secretaria de Estado acusó a Sanders de haberse beneficiado del apoyo del 'lobby' de los fabricantes de armas, de no tener una estrategia clara para hacer frente al grupo terrorista Estado Islámico, y hasta de haber criticado a Obama en 2011.
Mientras se desarrollaba el debate, el comité de campaña de Clinton disparaba constantemente una lluvia de correos electrónicos sobre cada punto tratado, y prácticamente todos ellos contenían ataques directos a Sanders.
La estrategia de Clinton fue mostrarse como la candidata capaz de unificar al país, y por ello se esforzó en recordar las veces en que, como senadora, buscó acuerdos con dirigentes de la oposición republicana. Sin embargo, Clinton tuvo enfrente a un Sanders en excelente forma: el senador utilizó datos concretos y hasta la ironía para sus demoledores ataques a Clinton durante todo el debate.
Sanders, que considera a los mayores bancos del país como responsables de "corromper" la política, recordó a Clinton que ella misma recibió más de medio millón de dólares por conferencias ante los directivos de una de esas entidades bancarias. "Yo nunca recibí dinero por hacer un discurso ante Goldman Sachs", le espetó Sanders a Clinton. Esos bancos, dijo Sanders, tienen demasiado poder económico y deben ser atacados frontalmente.
El carismático senador, mientras tanto, confirmó que su programa contempla un aumento de los impuestos a las clases medidas, pero aseguró que eso sería compensado por gastos sensiblemente inferiores en la atención a la salud.
Estrecha ventaja
La aspereza en las acusaciones cruzadas entre los dos principales aspirantes presidenciales del campo demócrata se explican por las tendencias entre los afiliados al partido a apenas dos semanas del inicio de las primarias.
Aunque encabeza las preferencias a nivel nacional, Clinton podría perder en las dos primeras primarias: el 1 de febrero en Iowa, donde aparece empatada con Sanders, y el 8 de febrero en New Hampshire, donde Sanders tiene una cómoda ventaja.
En este escenario, la dirección del Partido Demócrata teme que se repita lo ocurrido en 2008, cuando Clinton parecía imparable en la campaña hasta que, en el inicio de las primarias, perdió en Iowa ante el por entonces poco conocido senador Barack Obama.
Mientras tanto, O'Malley buscó afanosamente salir de su aparente 'techo' entre los electores, que desde el inicio de la campaña se mantuvo entre el 3% y el 4%. Poco antes del debate, un portavoz de su comité de campaña había adelantado que O'Malley se negaba de forma terminante a realizar ataques a los otros dos candidatos, y que utilizaría el debate para presentar sus proyectos.
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