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Óscar Bellot
Sábado, 8 de agosto 2015, 07:25
Durante las décadas que lleva en política -primero como esposa del por entonces gobernador de Arkansas, más tarde como primera dama de Estados Unidos, posteriormente como senadora por Nueva York, más adelante como secretaria de Estado y ahora como candidata demócrata a la Casa Blanca-, ... Hillary Clinton se ha rodeado de un puñado de fieles dispuestos a operar como escudo frente a los continuos ataques de que la hacen objeto desde el bando republicano. Pero pocos mantienen la devoción hacia su figura que guarda Huma Abedin, una de las más estrechas colaboradoras de la consorte de Bill Clinton durante sus años como jefa de la diplomacia estadounidense y la principal voz amiga que escucha la aspirante a la nominación demócrata en una campaña plagada de profesionales curtidos en mil y una batallas. Hija de un hombre indio y una mujer paquistaní, criada en Arabia Saudí y especialista en relaciones internacionales, la vida de Abedin tiene notables paralelismos con la de su jefa. Y son esas similitudes la que la han convertido en el blanco predilecto de sus adversarios, conscientes de que cualquier golpe que recibe va directo a la línea de flotación de quien le dicta las órdenes. Las vulnerabilidades de una son las de la otra, y viceversa.
La última ofensiva la han desatado a cuenta de las presuntas violaciones de las normas sobre vacaciones y bajas laborales por enfermedad que Abedin habría cometido mientras era funcionaria del Departamento de Estado y que le habrían servido para embolsarse unos 10.000 dólares de manera fraudulenta.
La veda la levantó Chuck Grassley, senador republicano por Iowa, el estado cuyos 'caucus' dan el pistoletazo de salida a la carrera electoral y que hace siete años supusieron el inicio del calvario para la que por entonces se antojaba como candidata imbatible. Grassley asegura que el equipo del Inspector General del Departamento de Estado habría encontrado "al menos una sospecha razonable de una violación" de la ley relativa al "robo de dinero público a través del tiempo" y de la existencia de un posible conflicto de intereses entre las diferentes ocupaciones de Abedin. Esta habría compaginado sus actividades en el Departamento de Estado con sus labores al servicio de la Fundación Clinton y los trabajos realizados por cuenta de una empresa propiedad de un amigo de Hillary Clinton. Grassley sospecha asimismo que la exsecretaria de Estado habría interferido en la investigación sobre su 'mano derecha'.
Vidas paralelas
El asunto reúne todos los elementos con que los republicanos suelen zarandear a Hillary desde los tiempos de 'Whitewater', el escándalo desatado a raíz de las inversiones que el matrimonio Clinton efectuó en un fallido negocio entre los años setenta y ochenta y cuya investigación lanzó a la fama al fiscal Kenneth Starr, quien más tarde acabaría topándose con Monica Lewinsky: tráfico de influencias, dinero y ambición de poder. Tan solo falta el sexo. Aunque de esto también tiraron en el pasado para minar a Abedin, como hicieron con Hillary Clinton.
Y es que Abedin tiene a su particular Bill Clinton. Mediaba el año 2011 cuando Anthony Weiner, un prometedor congresista por Nueva York, se veía obligado a dimitir después de que saliesen a la luz pública los mensajes de carácter sexual que había enviado a diversas mujeres. Se lo habían pedido la práctica totalidad de dirigentes de su partido, incluyendo al presidente Barack Obama y a la líder demócrata en el Capitolio, Nancy Pelosi. Sus fotos en calzoncillos fueron una losa insuperable para la carrera de Weiner, quien, no obstante, logró salvar su matrimonio. Huma Abedin siguió el modelo establecido por su jefa y permaneció al lado de su marido mientras arreciaba el escándalo. Acababa de quedarse embarazada tras haber contraído matrimonio un año antes con Weiner, un enlace que fue oficiado, precisamente, por Bill Clinton.
El nombre de Weiner no ha tardado en aparecer en la presente campaña. Donald Trump, quien con sus polémicos comentarios sobre los inmigrantes se ha situado a la cabeza de la carrera republicana, le tachó hace unos días de "el peor desviado de Estados Unidos". Arremetía así contra el peligro que a su juicio constituye Abedin para la seguridad nacional, teniendo en cuenta su privilegiada relación con la que fuera jefa de la diplomacia estadounidense. Trump dejó caer que Abedin podría haber suministrado información sensible a su marido en la época en que era jefa el gabinete de Clinton en el Departamento de Estado, periodo que los republicanos escrutan con lupa en busca de bazas para su campaña. "La persona que ve a sus mensajes de correo electrónico más que nadie es Huma. ¿Y quién está casado con Huma? El peor desviado de los Estados Unidos", espetó el magnate.
El nombre de Abedin aparece en más del 40% de los emails enviados por Hillary Clinton que el Departamento de Estado ha hecho públicos hasta el momento a raíz de la controversia desatada después de que se conociese que la demócrata había empleado su cuenta privada para abordar asuntos diplomáticos. Y figura citada en la orden de un juez federal para que Clinton certifique, bajo amenaza de perjurio, que ha entregado todos los emails objeto de disputa.
Ninguno de estos ataques parece haber hecho de momento mella en la confianza que Hillary Clinton tiene depositada en Huma Abedin. La candidata, que el 22 de octubre comparecerá en el Congreso para dar cuenta de sus emails, sigue navegando con viento a favor mientras los 17 aspirantes republicanos batallan entre sí. Mientras las encuestas le sigan siendo favorables, mantendrá a su círculo de confianza. Y sólo un revés judicial podría tumbar a la figura que desde hace años le susurra al oído. Clinton no está dispuesta a dejar caer a Abedin. Claro que, a falta de 15 meses para las elecciones, nadie puede descartar que acabe sumándose a la lista de cadáveres políticos que dejan las guerras de Washington.
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