Qué tienen en común las mujeres de Dublín, Australia, Filipinas y Santo Tomé y Príncipe. En todos esos lugares ellas luchan por la igualdad en mayor o menor medida y se enfrentan muchas veces a situaciones injustas por el simple hecho de ser mujeres.
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Hablamos ... con cuatro riojanas que viven en países muy distintos y cuyas experiencias personales y profesionales sirven para hacernos idea de lo diferente que puede ser la vida de una mujer en función del lugar en el que vive o ha nacido.
Cristina Rodríguez Filipinas | Puesto 16 del Índice de Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial (cuanto más bajo es el número mejor posicionado está)
Cristina lleva poco tiempo en Manila, así que advierte de que todavía no tiene una idea profunda de cómo funcionan las cosas allí para las mujeres. Lo que sabe es por su propia experiencia y por lo que le cuentan compañeras de trabajo, pero una cosa tiene clara: «Filipinas es un país de contrastes». Y lo es en todos los sentidos. Primero, por las diferencias sociales, que afectan más a la mujer y que se aprecian tanto dentro de la propia ciudad como entre la ciudad y las zonas rurales. Cuanto más baja es la clase social mayor es la desigualdad de género a la que se enfrentan ellas. Es también una sociedad en la que los roles de género están muy marcados, «pero luego en los puestos de poder hay muchas mujeres». De hecho, Filipinas está en el puesto 16 del Índice de Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial, por encima de España, que está en el 18. Tema aparte es el de la prostitución. «Es algo que choca mucho. Está muy normalizado y está ligado a la situación socioeconómica», explica Cristina, que está en Manila con una beca del ICEX. El feminismo no es un tema de conversación habitual, pero sí que en los últimos años se están empezando a escuchar voces y se han creado asociaciones de ayuda a las mujeres y cuya lucha es la igualdad, como por ejemplo 'Gabriela'.
Pese a todo ello, la experiencia de Cristina es muy positiva: «Yo me siento muy segura. Nunca he tenido una sensación de desigualdad ni de peligro. No he tenido ningún problema por ser mujer».
Paz Palacios Australia | En el puesto 26 del Índice de Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial
Si algo define a Paz es que es todo terreno. Por eso no se le puso por delante marcharse a más de 15.000 kilómetros, donde ha formado una familia y donde ha trabajado en hostelería, bodegas, voluntariado... «Nada de lo mío», comenta riéndose. «Aquí no se habla tanto de feminismo como de empoderamiento. Se trata de ver de qué somos capaces las mujeres pero por nosotras mismas, no como una cuestión de género», explica.
Sin duda, si hay algo que caracteriza a la sociedad australiana, al menos en Melbourne, que es donde vive Paz, es la mezcla cultural. «Aquí estás siempre rodeado de tailandeses, italianos, indios, libaneses, africanos... no importa de dónde vengas ni tampoco tu género», asegura. Los roles de género no están tan marcados como en otros países:«El rol del padre no es ir a trabajar y el de la mujer quedarse en casa», añade. Pero alguien tiene que hacerlo, ya que las guarderías son muy caras.
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Lucía Domínguez Irlanda | En el puesto 11 del Índice de Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial
Irlanda es uno de los países con menor índice global de brecha de género. Está cerca del top 10, en el puesto 11. A Dublín llegó Lucía hace 3 años como 'au pair' para luego seguir como profesora en un instituto. «He tenido mucha suerte con el trabajo», reconoce.
La vida de una mujer en Irlanda no es muy diferente a la de España. Sí que es cierto que, asegura, es una sociedad algo más tradicional que la española y que puede que el movimiento feminista vaya algo más despacio que en nuestro país. «Sí que hay gente joven como yo que todavía ven ciertas cosas muy 'a la antigua', pero no hay muchas diferencias», explica. Algo que sí ha notado es que en España somos más de alzar la voz, de manifestarnos. «No tengo la sensación de que haya una conciencia feminista, aunque en el fondo sí que son feministas por como se comportan», aclara. Es más, si nos fijamos en los hechos, la República de Irlanda ha tenido ya dos presidentas, la primera de ellas en 1990, Mary Robinson.
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Los compromisos de Irlanda con respecto a la igualdad de género y la eliminación de la violencia machista se reflejan en las políticas nacionales, internacionales y externas del país. Sin embargo, quedan pasos por dar. Como ejemplo, Irlanda celebrará el 8 de marzo un referéndum para retirar las alusiones sexistas de la Constitución, en concreto los artículos que circunscriben a las mujeres «dentro del hogar».
Maite Mendizábal Santo Tomé | No figura en el Índice de Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial
La rinconera Maite Mendizábal lleva ya más de 25 años en Santo Tomé y Príncipe. Llegó allí como trabajadora para el PNUD, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Después de algunos cambios en su vida profesional regresó al mismo puesto, una labor con la que disfruta, pero que, reconoce, es muy exigente. «Hay que estar sobre el terreno pero también hay una parte de papeleo muy importante», explica.
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Ella no trabaja específicamente en el campo de la mujer, «pero de forma transversal sí que me toca y debemos observar cómo cualquier paso que damos afecta al género».
Lo que es evidente es que hay que diferenciar entre clase alta, media y baja. «La mujer de clase alta tiene una vida como la que puede tener una mujer en España; la de clase media (peluqueras, funcionarias públicas...) podemos decir que consiguen vivir. Yluego la clase baja, que es más del 60% de la población, tiene una vida más dura. De subsistencia». Además, si hablamos de zonas rurales, no hay planificación familiar. «Es muy frecuente ver a mujeres con varios hijos de padres diferentes. Es algo cultural. Crecen sin padre y a veces incluso la siguiente pareja abusa de ellas», explica. Además, la violencia de género está totalmente integrada en la sociedad, es algo cultural. «No se asume como una prioridad por parte de los gobiernos y se va pasando de generación en generación», añade. En las clases más altas sí que hay más concienciación, pero la infidelidad por parte de los hombres es algo muy habitual y cuesta mucho construir relaciones sanas desde la base.
Sin embargo, Maite no habla de mujeres débiles. «Son resilientes, fuertes, luchadoras... y muy libres», explica. Y se protegen y apoyan mucho entre ellas. Además, hablando de la importancia de los referentes, hay mujeres en puestos de poder, como ministerios, presidenta del Parlamento...
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A futuro, ve que progresivamente las cosas van cambiando: «Se está creando una conciencia. La mujer está abriéndose camino».
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