Daniella Weiss, apóstol de los colonos
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La veterana activista israelí propugna la ocupación de los terrenos de Gaza y la expulsión de los palestinosPerfil ·
La veterana activista israelí propugna la ocupación de los terrenos de Gaza y la expulsión de los palestinosDaniella Weiss apela a la Biblia y a Dios, convoca a Estados Unidos y la Unión Europea, y llama a la lucha contra el diablo. Todos los argumentos caben en pro de su ambicioso objetivo. Porque esta veterana activista reclama nada menos que desalojar a ... los palestinos de Gaza y enviarlos a lugares tan improbables como Escocia. No quiere una parte de la Franja, tal y como sucedió cuando Israel contaba allí 21 asentamientos, sino ocuparla completamente y llevar a cabo una metódica limpieza étnica. La seguridad de Israel lo demanda, en su opinión.
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La vida de esta sionista de extrema derecha parece conducida por una coherencia inalterable desde su infancia. Nació en el país hebreo en 1945, tres años antes que accediera a la independencia, en el seno de una familia en la que se entrecruzaban las raíces estadounidenses y polacas. La visceralidad fue inculcada por unos padres enrolados en la organización guerrillera Lehi, implicada en actos tan graves como la matanza de Deir Yassin, una aldea árabe que fue masacrada por militantes sionistas.
La trayectoria de nuestra protagonista ejemplifica la posición de un amplio sector de la opinión pública israelí, empeñada en torpedear la Resolución 181 de Naciones Unidas, aquel papel, ya muy mojado y prácticamente ilegible, que demandaba la creación de dos Estados sobre el territorio palestino. Con la connivencia gubernamental, su propósito se ha dirigido a impedir 'de facto' la creación de una república árabe mediante una política de asentamientos en Cisjordania que ha despreciado la legalidad con total impunidad.
El origen de Weiss también muestra la actual realidad de Israel, un país acechado por los extremismos de toda condición. Creció en Bnei Brak, una localidad situada en el centro del país y vinculada a la emigración jarédica o ultraortodoxa. Cuando era una niña, aquella población contaba con menos de 9.000 habitantes y hoy supera los 220.000 gracias a los flujos de acólitos y la desbordante natalidad de esta comunidad ultrarreligiosa. Ese poder radical se ha mostrado en políticas locales que han abogado por la segregación de género o el intento de suprimir en la vía pública las imágenes de las candidatas electorales, medidas que ha desestimado la administración central.
Las actividades de esta pionera comenzaron en la década de los setenta, tras la Guerra de los Seis Días, cuando el régimen venció a las fuerzas panárabes y extendió su autoridad por Cisjordania y el Sinaí. El impulso a la colonización de las tierras ocupadas ha constituido el eje de su dilatada labor. La necesidad de crear poblaciones de nueva planta se planteaba tanto como una reivindicación histórica, la recuperación de la Tierra Prometida, como exigencia defensiva ante la amenaza de sus vecinos y enemigos árabes.
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El ímpetu de la fundamentalista muestra que la estrategia de Tel Aviv ha sabido combinar la acción bélica con el apoyo paramilitar de los encendidos sionistas. Weiss fue secretaria general del Gush Emunim, movimiento que impulsaba este proceso desde planteamientos mesiánicos. Esa fe ha inspirado los partidos religiosos que apoyan actualmente al primer ministro Netanyahu.
Tal postura no se limitaba a la promoción de los asentamientos, favoreciendo a aquellos seguidores que carecían de medios, sino que también implicaba la organización de disturbios en áreas palestinas. Pero sus problemas con la ley y la justicia, que han llegado a incluir agresiones a oficiales de policía, se han limitado a la imposición de multas, condenas suspendidas y breves arrestos domiciliarios.
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La postura de Weiss ha superado incluso las directrices gubernamentales. Algunas fuentes la relacionan con la Juventud de las Colinas, entidad que ha sido considerada terrorista incluso por el Shin Bet, la agencia de inteligencia interior de Israel. Además de fomentar los asentamientos ilegales, sus acólitos llevan a cabo políticas de intimidación contra los palestinos y sus bienes, hostigando, robando y destruyendo propiedades.
La activista fue alcaldesa de Kadumim, una de estas poblaciones surgidas por la iniciativa de los radicales, y actual hogar de Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas. Alcanzó el mandato ejecutivo en contra de la opinión de rabinos extremistas, contrarios a la participación política conjunta de hombres y mujeres.
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La guerra de Gaza ha proporcionado a la sionista una inmejorable oportunidad para reafirmar ese largo y vasto programa de ocupación de Judea y Samaria, y expulsión de sus antiguos pobladores. Weiss ha participado en los cruceros de colonos hebreos que avistan desde alta mar la costa de la Franja y contemplan la destrucción provocada por el Ejército en su intento de destruir a Hamás. No ha mostrado ninguna compasión por las víctimas o sus hijos, asegurando que primero están los hijos de los israelíes.
La sionista ha capitalizado este momento de radicalización y efervescencia nacionalista. Su reciente acampada en las cercanías del área bombardeada ha gozado de la proyección de los medios de comunicación. Aprovechando esa plataforma, ha difundido su pensamiento extremista, que alega que los palestinos han perdido el derecho a vivir en el territorio y deben abandonarlo. En esas declaraciones alienta a los futuros colonos de Gaza. Ahora bien, para desconsuelo de muchos, también advierte que ya están reservadas todas las parcelas en la línea de costa.
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