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Asier Quintana
Sábado, 23 de marzo 2024
Cuba se hunde. Caen los salarios y la calidad de los servicios públicos. Los ciudadanos sufren cortes regulares de electricidad, apagones constantes y una grave escasez de alimentos básicos, mientras el mercado negro va a más. Dicen los analistas que la situación, aunque nunca fue ... boyante, se ha vuelto especialmente grave, hasta convertirse en la peor de los últimos treinta años. La pobreza avanza de manera imparable, como la emigración a Norteamérica, por culpa de un Estado vulnerable, dañado por las grandes deudas del país y la pandemia. El último ejemplo de este dramático panorama ha sido la petición de manera «urgente» de ayuda con cargo al Programa Mundial de Alimentos (PMA), organismo dependiente de las Naciones Unidas, para que los menores en edad escolar puedan tomar leche. Hasta el pan se ha convertido ya en un artículo de lujo.
No es la primera vez que la isla caribeña sufre la falta de alimentos de primera necesidad, que el Gobierno distribuye a través de las llamadas libretas de abastecimiento, pero las autoridades del país nunca antes habían reclamado recursos a la ONU. La demanda, cursada a finales del pasado año, perseguía garantizar «la entrega mensual de un kilogramo de leche para los niños de siete años de todo el país». Y desde entonces ya han sido enviadas 144 toneladas.
Los efectos de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y los errores en la política macroeconómica y monetaria nacional son las principales causas de esta gran crisis, que dura más de tres años y que estimula la migración y el descontento social. Las calles de Santiago de Cuba, la segunda ciudad más poblada del país, se están llenando de movilizaciones. «¡Abajo el comunismo!», clamaba hace escasas fechas una ciudadanía que no oculta su hartazgo. «¡Tenemos hambre!». «¡Combustible y comida!», repetían los manifestantes ante los agentes y militares que acudieron a disolverles. Las quejas no cesan: según los últimos datos del Observatorio Cubano de Conflictos, ya se han registrado 10.000 protestas.
El nivel de miseria que vive Cuba resucita fantasmas del pasado y recuerda los momentos más duros, como aquella etapa de fuerte contracción económica que se desató como consecuencia del colapso de la Unión Soviética a comienzos de la década de los noventa. La pobreza se ha instalado en la isla. En las cartillas de racionamiento siempre falta algo importante. La casilla de pasta dentífrica o la de productos de higiene hace años que no se rellena y por lo que respecta a la alimentación pueden pasar meses sin que la población reciba carne de pollo, cerdo o vacuno.
88% de los cubanos
vivía el pasado año en situación de extrema pobreza, un 13% que un año antes.
Un informe publicado por Bloomberg basado en un estudio del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) de finales de 2023 reveló que el 88% de los cubanos vive en situación de pobreza extrema, un 13% más que un año antes. La misma investigación puso de manifiesto que el 86% de los habitantes es crítico con la política económica del Gobierno y que el 80% considera insuficiente la inversión en educación, vivienda, alimentación, agricultura y salud.
Los salarios apenas alcanzan para almorzar varios días. Hace tres años, el sueldo medio era de 3.838 pesos cubanos (alrededor de 147 euros), y el valor de la cesta básica ascendía a 125 euros mensuales. Daba justo para comer. No ocurre lo mismo en este momento, cuando los alimentos se han vuelto un 75% más caros que el año anterior.
Si hay que señalar un culpable de esta debacle ese es GAESA, el holding de los oligarcas cubanos que controla el 70% de la economía nacional, incluida la industria turística, y el 95% de las finanzas. Es la organización que ha tomado las riendas del país, controla el flujo del dinero y decide en qué sector de la economía y con qué prioridad se invierte. Estas decisiones están fuera del control del Gobierno de Miguel Díaz-Canel, que a principios de marzo ajustó los precios del combustible para subirlos hasta cinco veces. Así, el litro de gasolina regular pasó de 0,18 a 1 euro. Y la especial, de 0,23 a 1,19 euros.
70% de sus ingresos
destinan los cubanos a la compra de comida, según datos oficiales.
Los ingresos en la economía cubana se han visto reducidos un 70% en los últimos nueve años. Según figura en un estudio realizado por el Real Instituto Elcano, el sistema energético que permitiría funcionar con normalidad y ayudar a reflotar el país debería renovarse por completo dada la precariedad y el deterioro de las plantas generadoras. Se habla de una inversión de 10.000 millones de dólares, un presupuesto demasiado elevado para un país que por el momento se sostiene con ocho plantas flotantes turcas. Una situación similar a la que vive la industria azucarera. Cuba fue hasta 1989 uno de los principales exportadores de azúcar del mundo. Hoy, sin embargo, no dispone del recurso ni siquiera para garantizar el consumo básico de su población.
Por lo que se refiere a la inversión extranjera, el flujo actual es ínfimo. Aquellos que apostaron por la isla llevan cuatro años sometidos a una especie de corralito que les impide mover el dinero. Incluso China, que ha gastado miles de millones de dólares en América Latina, ha optado por no entrar en Cuba.
La conquista de GAESA ha convertido la industria turística, una de las fuentes tradicionales de ingresos del país, en la nada. Según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, el gasto per cápita por visitante en 2022 no alcanzó los 500 dólares y el número de turistas registrado fue el más bajo en los últimos dieciséis años. Y las cosas no han cambiado. Convertida en la oveja negra de la industria turística del Caribe el año pasado, Cuba recibió a 259.898 turistas en enero, una cifra que marca un incremento del 104% respecto al mismo periodo de 2023, pero que queda un 47% por debajo del dato de 2019, ejercicio anterior a la pandemia.
Según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), este dato representa una tímida recuperación del turismo internacional en uno de los meses que se enmarca dentro de la temporada alta en Cuba. Sin embargo, si se mantiene la tendencia (250.000 turistas por mes), 2024 acumularía tres millones de visitantes y no se cumpliría la meta planteada por el Gobierno, que espera superar esa cifra. Pese a todo, GAESA mantiene la inversión en la industria hotelera local, lo que ha levantado las sospechas sobre un posible blanqueo de capital.
Las complicaciones que los ciudadanos viven en Cuba han propiciado la mayor crisis migratoria de su historia. En los dos últimos años, más de 400.000 personas emigraron de manera legal o ilegalmente a Estados Unidos, a los que habría que sumar los otros 30.000 isleños que huyeron a México esperando una oportunidad para dar el salto hasta Norteamérica.
Este éxodo de cubanos hacia Estados Unidos está protagonizado de forma mayoritaria por la gente más joven de la isla, que apuesta todos sus bienes para poder abandonarla en busca de mejores condiciones de vida. En un año marcado por la persistente crisis migratoria, más de 33.000 cubanos se convirtieron en ciudadanos estadounidenses en 2023, según datos revelados por los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés).
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