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Paula Rosas
Biarritz (Francia)
Viernes, 23 de agosto 2019, 20:46
El 'brexit' sin acuerdo a la vuelta de la esquina. La economía mundial ralentizada por la guerra comercial emprendida por Estados Unidos. El populismo político plenamente asentado -ahora ya también entre las siete grandes potencias-. Sus líderes debilitados, como Angela Merkel, con un pie ya ... en la jubilación, o Giuseppe Conte, presidente interino en una Italia sumida en la crisis política. Con la Unión Europea en pleno cambio de ciclo. Sumidos en discrepancias en todo aquello que tradicionalmente había unido a ese mundo desarrollado y capitalista, como la democracia o la economía de mercado. Sobra decir, por tanto, que el grupo de los siete países más desarrollados (G7) no llega en su mejor momento a Biarritz.
Los siete grandes concurren tan divididos en su encuentro anual que al menos una cosa ha quedado clara desde el principio: no habrá comunicado conjunto al final de la cumbre. Ante el lamentable espectáculo de los líderes mundiales, incapaces de ponerse de acuerdo sobre unos mínimos, o para evitar desaires sonrojantes como la espantada de Donald Trump el año pasado en el encuentro en Canadá, mejor evitar el bochorno. Hace años que la eficacia de estos encuentros está, cuanto menos, cuestionada.
Francia, Reino Unido, Japón, Alemania, Estados Unidos, Italia y Canadá hablarán sobre la crisis climática -hoy más presente que nunca con los incendios de la selva amazónica-, sobre igualdad, economía y comercio o ciberseguridad. El anfitrión, Emmanuel Macron, ha hecho suya la lucha para dar un impulso al asunto de la fiscalidad de los gigantes de internet, para evitar que evadan pagar impuestos. Los siete se pondrán o no de acuerdo, pero el verdadero peso de la cumbre vendrá de las reuniones bilaterales. Sobre la mesa cuestiones como el 'brexit', la tensión con Irán o el posible retorno de Rusia al exclusivo grupo. Y siempre pendientes de la última ocurrencia del presidente estadounidense, que este año espera encontrar en el primer ministro británico, Boris Johnson, un aliado y salir así de su habitual aislamiento.
Ambos se reunirán en Biarritz por primera vez desde que Johnson fuera designado jefe de Gobierno. Trump, partidario de un 'brexit' a las bravas, ha manifestado en numerosas ocasiones su simpatías por el 'premier' británico, con quien al parecer quiere reunirse antes incluso que con Macron. Un gesto simbólico para dejar claro dónde están las alianzas. Tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) -que Johnson asegura se producirá el próximo 31 de octubre «cueste lo que cueste»-, el inquilino del 10 de Downing Street quiere arrimar su país a la órbita estadounidense y en el aire está la firma de un posible acuerdo comercial entre ambos países que amortigüe las consecuencias de la salida a las bravas de la UE.
Pero aún quedan dos meses para el divorcio y Boris Johnson asegura que hay tiempo para llegar a un pacto que satisfaga sus condiciones. En Biarritz el británico culmina una pequeña gira europea para convencer a sus aún socios de eliminar el asunto más espinoso del acuerdo de salida, la cuestión de la salvaguarda irlandesa. Los Veintisiete se niegan en redondo a renegociar el acuerdo que alcanzó Bruselas con Theresa May, pero tanto Angela Merkel, con un talante algo más flexible, como Emmanuel Macron, más duro, han dejado claro que cualquier modificación deberá hacerse dentro del marco del documento ya firmado. En Biarritz, Trump podría acabar haciendo el papel de primo de Zumosol de Johnson frente a los europeos.
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A todo esto Italia acude a la cumbre con un primer ministro en funciones y con la amenaza de nuevas elecciones. Su acercamiento a Rusia -expulsado del entonces G8 en 2014 tras la anexión de Crimea- y asuntos como la cuestión migratoria, la deuda o sus aproximaciones a China y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda la han enfrentado a sus tradicionales aliados en el G7. Giuseppe Conte se ha mostrado partidario de que Rusia vuelva al club, una opinión compartida por Trump y que el japonés Shinzo Abe se ha mostrado dispuesto a discutir. El resto de socios se niega en rotundo.
La cuestión iraní también estará en la agenda. Macron va a intentar hacer de mediador durante la cumbre entre Washington, que se retiró en 2015 del acuerdo nuclear, y Teherán, que recientemente ha dejado de cumplir sus compromisos en materia de enriquecimiento de uranio. La retirada norteamericana del acuerdo de París sobre el clima de 2017 había sido, hasta ahora, uno de los principales puntos de divergencia con el resto de socios del grupo. La cumbre de Biarritz no parece que vaya a cambiar las cosas, a pesar de que Macron quiere convertir la defensa del medio ambiente y la diversidad en uno de los ejes del encuentro.
Por si hubiera dudas sobre las divergencias internacionales sobre el compromiso medioambiental, el asunto se autoinvitó este viernes a la cumbre en la más dramática de las formas: los terroríficos incendios de la selva amazónica desataron una nueva crisis internacional.
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