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A los mongoles les asusta una palabra: 'Zud'. Es la 'muerte blanca'. El desastre. Antes del cambio climático, esa palabra llamaba a la puerta de sus yurtas, de sus tiendas nómadas, muy de vez en cuando. Ahora viene casi cada año. En 2010, 'zud' mató ... de frío y hambre a casi diez millones de cabezas de ganado y obligó a miles de familias a huir de su milenaria cultura itinerante y refugiarse en los suburbios de la capital, Ulán Bator.
'Zud' ha vuelto este invierno. En noviembre nevó antes de tiempo. A continuación, una subida de las temperaturas derritió la nieve justo antes de una intensa helada que congeló el suelo. Así ha estado hasta finales de marzo. A un verano seco en el que apenas se pudo acumular heno le sucedió un invierno bajo cero. Sobre un suelo de hielo, los animales no podían acceder al pasto con sus pezuñas. Esta vez han muerto casi siete millones, según datos que publica el diario 'Le Monde'. Los nómadas, que llevan cinco mil años de un lado a otro de la estepa, están condenados a volverse sedentarios en los alrededores de unas ciudades en las que no encajan. 'Zud' los ha arrinconado allí. Nada detiene al cambio climático.
Ha sido el invierno más duro en medio siglo. Y eso en Mongolia es mucho. Con temperaturas de casi 40 grados bajo cero. Los cerca de 300.000 pastores que aún resisten con la venta de cabras y caballos han visto cómo este último azote de 'Zud' les daba la puntilla. Ahora que el paisaje deja el tono blanco y vuelven los colores ocres, aparecen miles y miles de cadáveres de animales. Con las pezuñas rotas de intentar agujerear la invencible capa de hielo. «Los que dependían totalmente de su ganado para sobrevivir se han vuelto indigentes en tan solo unos meses», declaró en la CNN Alexander Matheou, director regional de la Federación Internacional para Asia Pacífico. «Algunos ya no pueden alimentarse ni calentar sus hogares».
Mongolia, tan enorme como despoblada, ha sabido siempre convivir con el frío. Pero no puede con el cambio climático. La temperatura media se ha elevado y, como consecuencia, las estaciones han variado. Los veranos son más secos. Dan menos forraje. Y los inviernos son aún más duros. La ganadería nómada se extingue sin refugio en una taiga que antes parecía infinita y que hoy retrocede ante el imparable desierto del Gobi.
«Incluso con los altos niveles de preparación que ha habido en Mongolia este año y en años anteriores, no es suficiente para hacer frente a las condiciones extremas», afirmó Matheou. «Hemos hecho muchos preparativos y la escalada aun así nos ha pillado por sorpresa». Se han registrado las mayores nevadas en 50 años. El 90% del territorio se cubrió de blanco, incluidos, claro, casi todos los pastizales.
«Estos 'zud' son cíclicos y ocurren cada vez con más frecuencia. Han sido seis en los últimos 10 años... Este es, con diferencia, el peor. Antes se daban raramente, ahora suceden con frecuencia», constata Matheou. La tradicional resistencia de los nómadas se ha quebrado. Por ley tienen derecho a 0.7 hectáreas de terreno y muchos han reclamado ese suelo en los alrededores de Ulán Bator, una ciudad de contrastes: llena de altos edificios levantados con los beneficios del petróleo y la minería, y rodeada por un mar de tiendas ocupadas por nómadas que han perdido su modo de vida y que tratan sin mucho éxito de echar raíces en el asfalto. 'Zud' se ha quedado con su estepa y su historia.
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