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La guerra de Ucrania, Taiwán, la rivalidad tecnológica y comercial y, ahora, 'Ya Ya'. Una veterana osa panda de 22 años ha hecho esta semana que las relaciones entre Estados Unidos y China acentúen su caída libre. El animal llegó en préstamo en 2003 al ... zoológico de Memphis como símbolo de las buenas relaciones entre las dos superpotencias y ahora ha sido devuelto a Pekín tras reiteradas quejas del Gobierno de Xi Jinping y una ola de fervor ciudadano en el gigante asiático por el maltrecho aspecto que presenta en varias fotografías tomadas este año.
El conflicto podría parecer una anécdota dentro del tenso enfrentamiento que sostienen los dos países. Pero no es así. China ejerce la llamada 'diplomacia de los pandas' desde tiempos imperiales anteriores al año 900. La práctica se formalizó tras la fundación de la República Popular China en 1949 y se intensificó a partir de 1980. Los osos, siempre entregados en préstamo, han servido al país para sellar relaciones políticas, de amistad o comerciales. Y esa cultura es la que ahora se ha visto ofendida. O como señala Xu Liang, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Pekín, en el 'Global Times', se trata de una «demonización» de una costumbre milenaria que muestra cómo Occidente siente «la necesidad de suprimir a China».
2.500 es la cifra aproximada de ejemplares existente en la actualidad en China, de los cuales unos 1.900 viven en libertad. Su población se ha quintuplicado en veinte años.
Una mirada tierna a cambio de uranio El préstamo de pandas a Canadá, Francia y Australia hizo posible que Pekín pudiera adquirir uranio y desarrollar su propia industria nuclear.
2016 fue el año en que este plantígrado pasó de especie en peligro de extinción a vulnerable, en gran medida gracias a estos convenios diplomáticos.
«Es innegable que los pandas siempre han tenido la misión de promover la paz y la amistad», recuerda Xu. Las cesiones han ido siempre más allá del simbolismo. Los animales no son mercancía de regalo, sino una señal de respeto y agradecimiento. Su préstamo sirve además para establecer convenios internacionales de colaboración enfocados a la supervivencia de una raza amenazada de extinción; un programa que, de otro modo, sería muy difícil de desarrollar por una única nación debido a sus costes.
Con dos años, 'Ya Ya' fue enviada a Estados Unidos. Washington y Pekín vivían un tiempo de entendimiento, con un interesante marco de acuerdos económicos, rubricado por el apoyo americano al ingreso de la potencia asiática a la Organización Internacional del Comercio. Aunque no fue éste el primer panda intercontinental: los dos gobiernos tienen un programa común desde 1972, cuando China regaló una pareja de osos al entonces presidente Richard Nixon tras una histórica reunión con Mao Zedong que rompió dos décadas de aislamiento mutuo. De aquel momento triunfal de la política internacional queda hoy 'Bao Bao', el nieto de aquellos pandas llamados 'Ling-Ling' y 'Hsing-Hsing', que ahora vive en el zoo de Pekín. El protocolo implica que los descendientes de cada pareja entregada en préstamo pertenecen a China.
El gigante asiático ha ejercido esta diplomacia con 64 ejemplares en este último medio siglo y, paradójicamente, la mayoría de los receptores son actuales rivales de Pekín, con lo cual puede comprobarse que todos ellos vivieron viejos buenos tiempos de unidad: EE UU, Japón, e incluso Taiwán, que en 2008 fue agasajado con dos pandas tras el desbloqueo bilateral de las relaciones económicas.
En Memphis, el mamífero bonachón, asociado tradicionalmente al buen rollo y los mejores deseos de paz, no ha sobrevivido, sin embargo, a la conflictividad mundial postpandémica, ni a los continuos choques entre las dos superpotencias por su rivalidad económica, el apoyo estadounidense a Seúl, las discrepancias en materia de derechos humanos y el malestar existente en Washington por la tibieza de Pekín en la condena de la invasión rusa de Ucrania. La imagen de 'Ya Ya' resulta tan deteriorada como la foto que se hicieron el año pasado Joe Biden y Xi Jinping en Bali.
Cuando aterrizó en Memphis en 2003, cientos de estadounidenses acudieron al aeropuerto a saludarla: la jovencísima osezna de mirada tierna y la bandera de EE UU ondeando a su lado. La metáfora perfecta. Llegó acompañada de 'Ye Ye', su pareja macho. Nadie parece romperse la cabeza en los bautizos. Pero 'Ye Ye' no regresará vivo a China. Murió en febrero de un infarto, lo que ha aumentado las sospechas de los expertos y ecologistas chinos de que los dos animales vivían en unas acusadas condiciones de descuido, que el zoo norteamericano ha rechazado vehementemente. El cadáver del oso ha sido repatriado para estudiar cómo es el proceso de envejecimiento en esta especie.
La pareja debería haber sido devuelta a finales de este año, puesto que el prestamo duraba dos décadas, pero los cuidadores asiáticos insistieron ya en enero en adelantar el regreso. Diversas fotografías, colgadas por los turistas en las redes sociales, mostraban a 'Ya Ya' extremadamente flaca y con calvas en su otrora enorme pelaje blanco y negro. Los expertos asiáticos recomendaron que el ejemplar fuera puesto bajo sus ciudados. Estos días permanece en unas instalaciones de Shanghái, donde pasará la preceptiva cuarentena antes de ser trasladada al zoo de la capital.
El panda simboliza la inteligencia, el equilibrio, la fragilidad, la amistad y los buenos sentimientos. Una de las creencias que guían la 'diplomacia de los pandas' es que el cuidado compartido de estos osos entre dos países fortalece sus vínculos y consolida el 'guanxi', las relaciones políticas y comerciales mutuas y duraderas caracterizadas por la confianza y la lealtad.
La convulsión en China ha sido mayúscula. Miles de ciudadanos reclamaron la devolución de 'Ya Ya', la sensación de agravio ha prendido con intensidad en el nacionalismo e incluso han aparecido artículos políticos que vinculan el deterioro de la osa con el de las relaciones bilaterales. Algunas de esas críticas han sido entendidas en Norteamérica como una táctica para promover el «sentimiento antiestadounidense» y el Ministerio de Exteriores chino ha salido al paso para subrayar que el Gobierno «está dispuesto a seguir protegiendo a los animales amenazados en proyectos con otros países, incluyendo EE UU», según la portavoz, Mao Ning.
El profesor Xu opina que la preocupación ciudadana es «completamente normal» porque «'Ya Ya' es uno de nosotros». La expectación ha sido sorprendente. Las campañas digitales para exigir su retorno han contado con 340 millones de adhesiones, el vídeo grabado en Memphis durante su embarque en el avión ha registrado 130 millones de visualizaciones y los tuits previos al aterrizaje rondan los 520 millones. Todo ello, aparte de los animosos defensores de la panda que han salido disfrazados a la calle para, nunca mejor dicho, hacer el oso.
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