Cuando el 1 de febrero de 2021 los militares birmanos dieron un golpe de Estado y acabaron con el proceso de transición a la democracia en Myanmar, no podían prever que los diferentes grupos étnicos armados acabarían logrando la unión que se había resistido durante ... siete décadas para lanzar una ofensiva sin precedentes que iba a ponerles contra las cuerdas. Pero eso es exactamente lo que sucedió el pasado 27 de octubre, cuando tres grupos guerrilleros conocidos como 'la alianza de los tres hermanos', reunieron 10.000 efectivos y pusieron en marcha la Operación 1027.
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Es la afrenta bélica más importante del país asiático. «El objetivo es derrocar al Ejército», dispara Duwa Lashi La, presidente del Gobierno de Unidad Nacional (NUG, por sus siglas en inglés), en una entrevista exclusiva con este periódico. Y, de momento, la operación está cosechando un rotundo éxito. «Hemos capturado más de 400 puestos y bases militares y hemos logrado el control de diferentes zonas fronterizas del país, incluidos algunos pasos fronterizos que son de gran importancia económica», explica el dirigente.
Eso último es, precisamente, lo que más inquieta en la vecina China, donde los políticos del Partido Comunista temen que los choques le salpiquen. Por eso, esta semana han pedido un alto al fuego. «China está muy preocupada por lo que está sucediendo en los estados de Shan y Kachín y trata de promover un diálogo político entre todos. Pero nosotros estamos convencidos de que la única salida es la derrota de los militares y no nos plegaremos a la presión de China que, lógicamente, protege sus intereses», explica Lashi La, que aboga por estrechar las relaciones económicas con el gigante vecino para que éste se aleje de los militares y les brinde su apoyo.
Porque la Junta que gobierna Myanmar tiene como aliado a otro actor importante del tablero geopolítico: Rusia. «Moscú está armando a la Junta con todo tipo de armamento, desde piezas de artillería hasta helicópteros de combate, a cambio de ayuda para sortear las sanciones que se le han impuesto por la invasión de Ucrania», señala el presidente del gobierno democrático.
No obstante, los ataques terrestres y aéreos en la antigua Birmania se ven eclipsados por la situación en Ucrania y en Gaza. Duwa Lashi La reconoce que se sienten «abandonados por la comunidad internacional» y hace un llamamiento para que no sea así. «Nos encontramos en un momento decisivo, porque la coordinación de los diferentes grupos étnicos armados y el NUG ha dado como resultado un significativo éxito militar estratégico», afirma. Myanmar se encuentra en un punto de inflexión en la lucha por la libertad y la democracia en el país, pero será muy difícil que culmine sin asistencia extranjera.
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«Nuestra revolución nació como un movimiento de resistencia pacífica que ha ido evolucionando para poder defenderse de las atrocidades que ha sufrido, y que ha acabado adquiriendo capacidad ofensiva suficiente como para doblegar a un ejército que muchos consideraban invencible. Y si hubiésemos recibido la ayuda de la comunidad internacional que ha tenido Ucrania, en seis semanas podríamos haberlo derrocado», afirma, añadiendo que el país también necesita urgentemente ayuda humanitaria para la población que está sufriendo el conflicto. «Me preocupa que el mundo apenas conozca lo que sucede, porque el Ejército ha sido muy efectivo en borrar a la prensa del mapa. Todos los periodistas locales que cubrían la revolución están muertos o encarcelados», apostilla.
Duwa Lashi La
Presidente del NUG
No es, ni mucho menos, la primera vez que Myanmar trata de convertirse en un país democrático. Pero siempre ha tropezado con la misma piedra: el Ejército. Diferentes golpes de estado, y masacres como las de 1988, han devuelto al país a la dictadura. La pasada década, sin embargo, se abrió una esperanzadora vía hacia la democracia que incluso permitió que la eterna líder de la oposición, Aung San Suu Kyi, se convirtiese en presidenta en la sombra. No obstante, los uniformados sintieron que el poder se les iba escapando y, hace casi tres años, volvieron a tomarlo por la fuerza y a encerrar a 'la dama'.
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En esta ocasión, sin embargo, los grupos armados han logrado dejar a un lado sus eternas diferencias para hacer un frente común. «Tras la independencia, todos los grupos étnicos llegamos a un acuerdo para aceptar el derecho de autodeterminación y el principio de igualdad. Pero los líderes de la mayoría bamar no cumplieron y eso provocó enfrentamientos y suspicacias que se mantienen. Afortunadamente, ahora los bamar entienden lo que es una democracia federal y han aprendido la lección. Aunque no hay una cadena de mando única, sí que existen centros de coordinación en diferentes partes del país y estamos más unidos que nunca, porque tenemos un enemigo y un objetivo comunes», analiza Duwa Lashi La entre cortes de electricidad y la amenaza de proyectiles que caen cerca.
Duwa Lashi La
Presidente del NUG
«La Operación 1027 ha provocado un espectacular cambio de tornas y estoy convencido de que vamos a tener éxito. El Ejército ha iniciado un colapso inevitable y ha pasado de una estrategia ofensiva a otra defensiva. Los soldados están desmoralizados y muchos se pasan a nuestras filas», añade. No en vano, diferentes vídeos demuestran cómo incluso comandantes de batallón se rinden o desertan. «Estamos ante la mejor oportunidad para acabar con esta dictadura y la comunidad internacional debería apoyarnos», demanda el presidente del NUG, ilusionado porque esta revolución sirva para «alumbrar una nueva Myanmar, inclusiva y genuinamente democrática».
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