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Zigor Aldama
Shanghái
Lunes, 23 de marzo 2020, 09:56
«El virus se originó en China». Donald Trump lo recalca siempre que tiene ocasión. El coronavirus es para el presidente de Estados Unidos 'el virus chino'. A secas. Y eso ha provocado la ira del gobierno de Pekín, que pide que se sigan ... las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud, entre cuyas recomendaciones se encuentra no referirse a los virus con nombres de lugares. Por eso, lo que comenzó conociéndose como el 'coronavirus de Wuhan' pasó a ser primero el 2019-nCoV y después el SARS-CoV-2.
No obstante, el Partido Comunista ha pasado de la defensa a la ofensiva. Y, ahora, algunos de sus dirigentes sostienen que, posiblemente, el coronavirus se originó en Estados Unidos. Y que soldados americanos lo llevaron a Wuhan durante las Olimpiadas militares que se celebraron en la ciudad china en octubre. No hay evidencia científica alguna que sustente esta teoría, aparentemente tan disparatada como las que apuntaban a la creación del virus en un laboratorio de Wuhan, pero el gobierno chino busca ahora limpiar la reputación del país frente a los que creen que el mundo debería exigir responsabilidades a China. Para ello, necesita un enemigo fuera de sus fronteras, ya que todo indica que el primer brote surgió del mercado de animales Huanan de la capital de la provincia de Hubei.
El primero que hizo propia la teoría del origen americano del coronavirus fue Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China y adepto a Twitter. En esa red social criticó la opacidad de Washington, olvidando que los propios dirigentes chinos ocultaron datos y acallaron a quienes dieron la voz de alarma en el inicio de la epidemia, y pidió que aclarase cuál es el paciente cero, algo que China no ha logrado hacer. Zhao, como quienes extienden esta teoría de la conspiración, afirman que Estados Unidos sufrió en octubre y noviembre una neumonía de origen desconocido, y que las vacunas contra la gripe no funcionaron.
Por si no fuese suficiente, ayer el diario ultranacionalista chino Global Times también dejó caer la posibilidad de que todo se hubiese originado en Italia. «Podría haber sufrido un brote de neumonía no explicado en noviembre o diciembre con síntomas altamente sospechosos de ser los del COVID-19, señalan estudios», tuiteó el diario sin enlazar o mencionar ninguno de esos informes. No en vano, la comunidad científica de China está también en la diana mundial por producir estudios considerados poco fiables.
Esta estrategia se complementa con la ayuda que ahora China está enviando a los países más afectados. Pekín busca dar un vuelco a la situación y ganar peso específico en la esfera internacional apareciendo como «un país responsable» que ahora pone al servicio del mundo la experiencia y el conocimiento que ha ido acumulando durante su exitoso combate contra el coronavirus, que ha permitido erradicar los contagios locales dentro del gigante asiático.
No obstante, prominentes figuras como la del embajador de China en Estados Unidos, Cui Tiankai, se han desmarcado y piden que no se señale a ningún otro país. El 9 de febrero dijo que hacer eso era «de locos» y ayer se reafirmó en una entrevista televisiva en HBO: «Esta especulación no ayuda a nadie. Es muy dañina. En algún momento sabremos de dónde salió el coronavirus, pero dar respuesta a esa incógnita es labor de los científicos, no de los diplomáticos», sentenció. Ni siquiera la infección que tiene en vilo al mundo se escapa de la batalla de las dos superpotencias por la hegemonía mundial.
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