Desde sus primeras elecciones libres en 1996, los taiwaneses se debaten entre el miedo a China y la dependencia económica de su mercado. Por una parte, miedo a una guerra porque el régimen del Partido Comunista reclama la soberanía de esta isla democrática e independiente ... de facto. Por la otra, dependencia porque el 40% de sus exportaciones, sobre todo tecnológicas y de semiconductores, va al continente, donde un millón de empresarios taiwaneses ha montado fábricas y muchos jóvenes de la isla encuentran mejores empleos y sueldos.
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En 2008, tras ocho años de gobierno separatista del presidente Chen Shui-bian, el candidato del partido nacionalista Kuomintang (KMT), Ma Ying-jeou, ganó las elecciones pregonando el acercamiento a China. Ni la Ley Antisecesión aprobada en 2005 por Pekín, que autoriza el uso de la fuerza si Taiwán declara su independencia, ni el aplastamiento de la revuelta que estalló en el Tíbet antes de los comicios asustaron a los taiwaneses.
Cansados de las provocaciones de Chen Shui-bian, escogieron a Ma Ying-jeou para rebajar la tensión. Sus dos mandatos de cuatro años no solo dispararon las relaciones económicas, sino que llenaron la isla de turistas procedentes del continente. Como colofón, en 2015 celebró en Singapur una cumbre histórica con Xi Jinping, quien había ascendido al poder en China tres años antes relevando a Hu Jintao. La reunificación parecía cercana.
Pero desde entonces, el autoritarismo de Xi Jinping no ha hecho más que separar a Taiwán de China. Además de por la represión de Pekín y su enfrentamiento ideológico con las democracias occidentales, uno de los motivos más visibles fue el incumplimiento de la promesa de elecciones para Hong Kong y el recorte de sus libertades, que estalló en las protestas de 2019.
La persecución del movimiento democrático hongkonés confirmó el fin del modelo 'Un país, dos sistemas', con el que China quería seducir también a Taiwán y abrió los ojos a sus habitantes. En enero de 2020, reeligieron de forma aplastante a la presidenta Tsai Ing-wen, del soberanista Partido Democrático Progresista (PDP). Debido a la mala situación económica de la isla por el boicot de Pekín a su Gobierno, parecía que el Kuomintang iba a recuperar el poder. Pero la revuelta de Hong Kong lo cambió todo.
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Dos semanas después, estalló la pandemia del covid-19 en Wuhan, que ha minado la imagen de China por su falta de transparencia. En estos años la tensión ha sido constante entre Pekín y Taipéi, que ha estrechado su dependencia militar de Estados Unidos.
Tres días antes de las elecciones, el expresidente Ma Ying-jeou pedía a los taiwaneses «confiar en Xi Jinping», quien en su discurso de Año Nuevo recordaba que la «reunificación» es «inevitable». Pero está claro que los taiwaneses, a quienes les llevó 47 años lograr la democracia, no quieren volver a pertenecer a una dictadura.
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