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Al final, lo normal acabó dando la gran sorpresa en la India. Lo normal es que, tras una década en el poder, los políticos estén quemados y no puedan, o les cueste mucho, lograr un tercer mandato. Pero era tanta la confianza que tenía en ... sí mismo el actual primer ministro indio, Narendra Modi, que incluso había lanzado este osado eslogan de campaña: 'Ab ki baar, 400 paar', que significa 'Esta vez superamos los 400'. Con tan ambiciosa arenga, su grupo político, Bharatiya Janata Party (BJP) o Partido Popular de la India, aspiraba por sí solo a superar sus 303 escaños ganados en 2019 para alcanzar una 'supermayoría' de más de 400 en la 'Lok Sabha', la Cámara baja y más importante del Parlamento indio.
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Muy lejos de sus planes, el escrutinio del martes no solo no acercó a Modi a su objetivo, sino que se dejó 63 diputados de su partido, quedándose en 240 escaños. Aunque el BJP perdía así la mayoría de 272 escaños que había tenido por sí solo durante los diez últimos años, la coalición que lidera, Alianza Democrática Nacional (o NDA en sus siglas en inglés), podrá seguir al mando del Ejecutivo al sumar en total 293. Son 21 más de los que requiere la mayoría absoluta de la 'Lok Sabha', donde hay 543 asientos, pero, por primera vez, Modi dependerá de sus socios para gobernar.
Escenificando este apoyo y la unidad de la coalición, el primer ministro electo se reunió este miércoles con los 20 líderes de los otros partidos, que lo eligieron «unánimemente» para seguir al frente. «El Gobierno de la NDA, bajo el liderazgo de Modi, se compromete a servir a los pobres, las mujeres, los jóvenes, los campesinos y a los ciudadanos explotados, oprimidos y desfavorecidos de la India», anunció su comunicado conjunto. Entre los firmantes destacaban los jefes de dos formaciones, Telugu Desam (TDP) y Janata Dal United (JDU), que antes eran aliadas en la oposición del histórico Partido del Congreso pero se unieron a Modi antes de las elecciones. Con sus 16 y 12 diputados, respectivamente, han resultado providenciales para que el primer ministro continúe en el cargo.
Pero, más allá del mérito que tiene su tercera victoria consecutiva, el resultado de estas elecciones deja al BJP un sabor agridulce por perder la mayoría absoluta que tenía por sí mismo y por lo que se interpreta como un castigo a Modi. Eso es lo que ocurre con un líder tan personalista como él, que se atribuye tanto las abrumadoras mayorías cosechadas durante toda su carrera como este primer descalabro en los comicios indios.
Quitándole poder en lugar de darle una 'supermayoría', los electores ponen freno a su exacerbado nacionalismo hindú, que ha abierto una peligrosa brecha con los 200 millones de musulmanes que viven en la India y con otras minorías como los sijes, budistas y cristianos. Con su política agresiva y divisiva, Modi ha estado jugando con fuego en un país que ha sufrido violentos baños de sangre entre religiones.
44 días
duraron las elecciones en India, las más largas de la historia.
Personalmente, durante sus mandatos ha ordenado la supresión de la autonomía de la levantisca región musulmana de Cachemira y ha inaugurado el templo de Ram en Ayodhya, que le ha enfrentado con la comunidad islámica por construirse sobre una antigua mezquita. Dicha controversia ha sacudido de lleno al importante Estado de Uttar Pradesh, que tiene más de 240 millones de habitantes y de donde salen 80 diputados. Sorprendiendo a todo el mundo, el BJP ha pasado aquí de 62 escaños en 2019 a 33 en estas últimas elecciones y un partido regional de la oposición, Samajwadi Party (SP), se ha convertido en la primera fuerza política con 37 diputados.
Con su voto, los indios quieren poner fin a la polarización que ha encarnado Modi y piden una vuelta a una política india más tradicional basada en el diálogo y la negociación, empezando por los propios socios de gobierno. En vez de dividir con cuestiones identitarias, reclaman resolver importantes problemas como la pobreza, el paro juvenil y la inflación. La clave está en ver si el primer ministro puede seguir adelante con sus multimillonarias inversiones en infraestructuras para seguir modernizando el país o si tiene que repartir sus fondos entre sus aliados para mantenerse en el poder.
Por ese motivo, el presidente del Partido del Congreso, Mallikarjun Kharge, ha señalado en X (antiguo Twitter) que «el mandato es decididamente contra Modi, contra la sustancia y estilo de sus políticas. Es una enorme pérdida política para él personalmente aparte de una clara derrota moral». Pero Kharge olvida que el BJP ha obtenido por sí solo más diputados (240) que toda la oposición (234), agrupada en una coalición llamada India que lidera el Partido del Congreso, que ha pasado de 52 a 99 diputados. Tan considerable aumento da alas a su principal figura, Rahul Gandhi, bisnieto de Jawaharlal Nehru, nieto de Indira Gandhi e hijo de Raviv Gandhi. Tras sus fracasos de 2014 y 2019, Rahul Gandhi vuelve a erigirse en una promesa de futuro. Para él, su derrota ha sido dulce y, para Modi, amarga su victoria.
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