Cartel difundido después de la desaparición del hongkonés Simon Cheng. AFP

Denuncian torturas a un exempleado del Consulado británico en Hong kong

El caso del hongkonés Simon Cheng, detenido por solicitar los servicios de una prostituta, ejemplifica el temor a la erosión de las libertades

Zigor Aldama

Hong Kong

Miércoles, 20 de noviembre 2019, 17:42

«Me pusieron grilletes. Me esposaron. Y me cubrieron la cabeza con una capucha. Luego me colgaron de algún sitio para que estuviese con los brazos en alto durante mucho tiempo. Y me pegaron, claro que me pegaron». Así describió Simon Cheng, el exempleado ... hongkonés del Consulado del Reino Unido que desapareció en China, el trato que recibió por parte de las autoridades de ese país durante los 15 días que estuvo detenido.

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La prensa oficial del gigante asiático afirmó que Cheng fue arrestado el pasado mes de agosto por solicitar los servicios de una prostituta, algo que él ni confirmó ni desmintió en una entrevista que concedió a la cadena BBC: «No quiero centrar ahí el interés, porque eso es exactamente lo que quieren -los chinos-. Solo quiero decir que no he hecho nada de lo que me pueda arrepentir a las personas a las que quiero», sentenció en la televisión británica.

La verdadera razón de su repentina desaparición, apuntó Cheng, es bien diferente. «Creían que era un cabecilla de las manifestaciones instruido por el Reino Unido para instigar las protestas. Lo cierto es que el Consulado reclutó a voluntarios para que recabásemos información sobre lo que sucedía, como observadores», relató el exempleado, que fue despedido tras su arresto. «Yo les dije que no hacía falta que me torturasen, porque diría lo que quisieran. Pero dejé 100% claro que el Reino Unido no dedicó ningún recurso para los manifestantes», apostilló.

Cheng también aseguró a la BBC que no era el único detenido por las protestas en la ciudad china de Shenzhen, fronteriza con Hong Kong. «No sé cuántas había. Yo vi unas diez, pero creo que serían muchas más. En una ocasión, escuché cómo alguien decía en cantonés -el idioma que se habla en Hong Kong- 'levanta los brazos, en las protestas levantabas muchas banderas, ¿no?, pues levanta los brazos'», recordó Cheng, que no tuvo acceso a un abogado ni pudo contactar con su familia. Según relató en otra conversación con 'The Guardian', firmó una confesión falsa porque le amenazaron con presentar cargos de espionaje, que conllevan largas condenas de cárcel.

Conflicto diplomático

Sin duda, su testimonio se ha convertido en una nueva amenaza para las relaciones bilaterales entre Londres y Pekín, porque la primera ha dado credibilidad a Cheng. «Estamos indignados por el vergonzoso trato que recibió durante su arresto en China. Y dejamos claro que esperamos que las autoridades chinas investiguen el caso y castiguen a sus responsables», declaró el Secretario de Asuntos Exteriores británico, Dominic Raab, antes de llamar a consultas al embajador chino. Pekín también respondió airado. «Esperamos que el Reino Unido sea prudente y que deje de interferir en Hong Kong y de inmiscuirse en los asuntos domésticos de China, porque solo afectará a sus propios intereses», disparó un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino.

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Independientemente de los detalles, el de Cheng es un caso que hace temblar a Hong Kong porque refleja, precisamente, el temor a que esta Región Administrativa Especial pierda las peculiaridades que le garantiza el modelo 'un país, dos sistemas', el encaje que se buscó cuando fue devuelta a China. La independencia judicial es una de sus principales características, pero diversas desapariciones en los últimos años la han puesto en tela de juicio.

Estados Unidos también teme por las libertades de Hong Kong, razón por la que este miércoles el Congreso aprobó la Ley de los Derechos Humanos y de la Democracia en Hong Kong, a la que ya solo le falta la firma de Donald Trump para ser ratificada. Si el presidente la rubrica, la superpotencia americana tendrá potestad para sancionar a políticos chinos que arremetan contra los derechos de los ciudadanos de Hong Kong, con medidas que van desde la congelación de sus bienes en Estados Unidos hasta la prohibición de entrar en el país. Pero más importante aún es la cláusula según la cual se revisará anualmente el trato de favor que la excolonia recibe en su comercio con Estados Unidos. China volvió a protestar y advirtió de que, si la ley se aprueba definitivamente, Washington se estará pegando un tiro en el pie.

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