Zigor Aldama
Shánghai
Miércoles, 27 de mayo 2020, 11:12
El modelo 'un país, dos sistemas', que sirvió para encajar Hong Kong en la República Popular de China, vive la mayor crisis desde la devolución de la excolonia británica, en 1997. El peculiar acuerdo al que llegaron Londres y Pekín para preservar durante medio siglo ... la identidad del centro financiero –con su sistema capitalista, sus libertades y derechos individuales, y su poder judicial independiente– está ahora amenazado. Sobre todo por la ley de seguridad, que, con toda probabilidad, recibirá este viernes el visto bueno de la Asamblea Popular Nacional (APN) en la jornada de clausura de su reunión anual.
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La norma es especialmente preocupante porque se promulgará directamente en Hong Kong sin necesidad de que la debata y la vote el Parlamento autonómico, como sucede con el resto de la legislación. El Partido Comunista la incluirá en el Anexo III de la Ley Básica –la miniconstitución que rige esta ciudad de 7,4 millones de habitantes– y será así de obligado cumplimiento sin que los hongkoneses puedan opinar. Según el borrador, la ley obligará a «prevenir, detener y castigar» cualquier acto secesionista o terrorista, así como injerencias extranjeras. También permitirá a las agencias de Seguridad establecer operativos en la ciudad, algo que tenían prohibido hasta ahora, y vetará a los jueces extranjeros que todavía ejercen en Hong Kong en cualquier proceso relativo a la ley.
La Asociación de Abogados de Hong Kong ya ha dejado clara su objeción. «La ley presenta diferentes problemas», afirma en un comunicado en el que daba a entender que la medida de Pekín no se ajusta a la legalidad. Advierte también de que la ciudad tiene potestad para legislar sobre su territorio y que el artículo 23 la conmina a que apruebe su propia ley de seguridad.
Claro que el hecho de que Hong Kong aún no haya cumplido con eso último –aunque lo intentó en 2003 y tuvo que echar marcha atrás por el rechazo de la ciudadanía en las calles– es uno de los argumentos de Pekín para imponerla por la fuerza. Es evidente que a la cúpula del poder chino se le ha acabado la paciencia con los manifestantes que llevan sacudiendo la urbe desde hace casi un año y quiere cortar de raíz las protestas.
Aunque la jefa del Ejecutivo local, Carrie Lam, ha dado la bienvenida a la nueva ley y ha asegurado que no supondrá un recorte en las libertades de las que disfruta Hong Kong, para los partidos demócratas supone «la muerte del modelo 'unpaís, dos sistemas'». Y los inversores parecen de la misma opinión, porque diferentes fuentes aseguran que el capital ha acelerado su salida de la ciudad.
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Por si fuese poco, ayer el Parlamento autonómico debatió otra controvertida ley. La del respeto al himno, que contempla penas de hasta tres años de cárcel para quienes insulten la 'Marcha de los Voluntarios¡ o profanen los diferentes símbolos de China. No en vano, esas acciones se han convertido en una constante: desde los pitidos en partidos de fútbol, hasta la quema de banderas chinas durante las protestas anticomunistas. De momento, parece que va a conseguir todo lo contrario, porque este jueves los manifestantes volvieron a salir a la calle para mostrar su rechazo a las dos leyes y abundaron los mensajes que abogan por exigir la independencia. 'Una nación, un Hong Kong', se leyó en una pancarta.
La Policía tuvo que emplearse a fondo para sofocar con espray de pimienta y balas de goma todos los focos que se encendieron por la ciudad. Casi 300 personas, algunas incluso con el uniforme escolar, fueron arrestadas.
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