China pagará la lucha contra el Covid-19 en los países pobres durante dos años

El régimen de Pekín es consciente de ello y sabe también que su sistema nacional-capitalista sólo es factible si su mercado es universal. Por ello, sin reconocer nunca responsabilidad directa con la enfermedad y tratando de mostrar una nivel de transparencia incompatible con su naturaleza política, trata ahora de erigirse en el combatiente número uno contra el patógeno y de exhibir una generosidad que llevará a compartir su éxito con todos.

Esta fue la imagen que intentó trasmitir este lunes el Gobierno en la asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se realiza por videoconferencia por primera vez en su historia. El presidente chino, Xi Jin¬ping, prometió dedicar más de 1.800 millones de euros durante dos años de asistencia para apoyar a los países afectados por el coronavirus, en particular a las naciones más pobres ante la crisis economía derivada de la emergencia sanitaria. Además, promete trabajar en el seno del G-20 para suspender la deuda a los países más necesitados.

El líder comunista también subrayó que las vacunas que China consiga desarrollar contra elCovid-19 «estarán a disposiciòn de todos, como un bien público global con el fin de que sean accesibles y asequibles para todos los países en desarrollo». En un mensaje en vídeo difundido en Ginebra, Xi ofreció además a la comunidad internacional la construcción junto a Naciones Unidas de un depósito de materiales de respuesta humanitaria en territorio chino para garantizar la cadena de abastecimiento de equipamiento contra epidemias, que en los peores momentos de la actual crisis ha faltado en muchas regiones del planeta.

Además, en un ejercicio que parece encaminado tanto a la limpieza tanto de la conciencia como de la imagen, Pekín se compromete a establecer un mecanismo de «apadrinamiento» de treinta hospitales africanos y colaborar en la creación de un centro de prevención de enfermedades en ese continente. «Trabajemos de la mano para proteger la vida y la salud de los pueblos de todo el mundo», afirmó el presidente.

Para Xi Jinping el mundo «se enfrenta a la más grave emergencia mundial de salud pública desde el fin de la Segunda Guerra Mundial», una pandemia que «sorprendió a todos y se ha propagado a más de doscientos países y regiones».

Frente a las críticas que Estados Unidos han dirigido contra China en la crisis por haber ocultado los primeros contagios, Xi denunció la «politización» de este asunto y afirmó que su país «ha hecho gala de una actitud abierta, transparente y responsable, compartiendo información con la OMS y los países implicados», por ejemplo a la hora de poner a disposición universal la secuencia del genoma del coronavirus.

También defendió «el liderazgo indiscutible» de la OMS a la hora de combatir la pandemia, contribuido en la promoción de la cooperación contra el patógeno». Por ello, China hace un llamamiento a que aumente el apoyo político y financiero al organismo, también blanco reciente de muchas críticas sobre todo procedentes de la Casa Blanca.

No obstante, el líder chino se mostró partidario de una «revisión integral» de la respuesta internacional al Covid-19 «una vez ésta haya sido contenida», bajo la supervisión de la OMS y de forma «objetiva e imparcial».