China auspicia un histórico acuerdo para que Irán y Arabia Saudí restablezcan relaciones

Arabia Saudí cortó los lazos con Irán en 2016 después de que su embajada en Teherán fuera asaltada durante una disputa entre los dos países sobre la ejecución de un clérigo musulmán chií en Riad. En los últimos años, los saudíes han culpado a los iraníes de los ataques con misiles y aviones no tripulados contra las instalaciones petroleras del reino en 2019, así como por los ataques a los navíos que transportan el crudo por aguas del Golfo. El país persa siempre ha negado estos los cargos.

Israel, que tras la firma de los Acuerdos Abraham con Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin soñaba con añadir a Riad a su frente antiIrán, recibió el anuncio como un «paso peligroso» para la seguridad del país, en palabras del ex primer ministro Naftali Bennet. En una región con Washington en progresiva retirada, Pekín dio un golpe de efecto con esta mediación entre eternos rivales con este acuerdo que abre las puertas al final de la guerra en Yemen, país que ambos usan como tablero para dirimir sus diferencias. Irán es el gran apoyo de los rebeldes hutíes, que controlan amplias partes del país y en estos años han lanzado incluso proyectiles a territorio saudí.

El movimiento hutí ha llevado a cabo ataques transfronterizos con misiles y aviones no tripulados en Arabia Saudí, que lidera una coalición que lucha contra ellos, y en 2022 extendió los ataques a los Emiratos Árabes Unidos.

Las agencias oficiales de noticias de China, Irán y Arabia Saudí difundieron un comunicado conjunto sobre la noticia en el que mostraron «respeto por la soberanía de las naciones y la no injerencia en asuntos internos».

Pactar con los iraníes es una labor compleja y larga. Los contactos llevaban dos años en progreso a través de países como Irak y Omán, y finalmente fueron necesarios cuatro días de intensas reuniones en China lideradas por el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Alí Shamkhani, y el asesor de seguridad nacional de Arabia Saudí, Musaid al-Aiban. Como demostraron con el acuerdo nuclear firmado con Estados Unidos en 2015, la república islámica es tan dura en la negociación como fiable a la hora de cumplir lo pactado. Entonces respetaron el acuerdo, tal y como reflejaron todos los informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), hasta que Donald Trump decidió romperlo de manera unilateral.

El ministro de Exteriores iraní, Hossein Amir Abdollahian, declaró que «la normalización de los lazos diplomáticos entre Irán y Arabia Saudí brinda grandes oportunidades a los dos países, la región y el mundo islámico. La política del buen vecino, como pilar de la política exterior de la administración Raisi, se mueve en la dirección correcta».

Los saudíes, por su parte, aplaudieron esta apuesta «por el diálogo y la diplomacia como la mejor vía para resolver las diferencias», y Wang Yi, diplomático chino, habló de «victoria de la paz en tiempos de turbulencias en el mundo». Yi aseguró que su país «seguirá desempeñando un papel constructivo en el manejo temas candentes para demostrar responsabilidad como una nación importante. El mundo no se limita sólo a la cuestión de Ucrania», otro conflicto en el que los chinos ya formularon una propuesta de mediación, aunque sin éxito.

Un portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca dijo que Arabia Saudí, que busca expandir su asociación con China, había mantenido informado a Estados Unidos sobre las conversaciones, pero que la Casa Blanca no había estado directamente involucrado.

Los lazos estratégicos de larga data entre Riad y Washington se han tensado bajo la administración de Joe Biden por el historial de derechos humanos del reino, la guerra de Yemen y, más recientemente, los lazos con Rusia y la producción de petróleo de la OPEP. En contraste, los crecientes lazos de Arabia Saudí con China se destacaron con la visita de alto perfil del presidente, Xi Jinping, hace tres meses.