Aprovechando la actual debilidad de Armenia y que Rusia sigue enfrascada en su invasión a Ucrania, Azerbaiyán lanzó este martes una potente ofensiva «antiterrorista» -que causó 25 muertos- para recuperar los flecos de Nagorno Karabaj que, tras la guerra de hace tres años y el ... acuerdo de alto el fuego posterior, quedaron bajo control armenio o en manos de las «fuerzas de paz» rusas. Se trata fundamentalmente de Stepanakert, la capital del disputado enclave, Jankendi para los azerbaiyanos, y de todo el territorio que queda más al norte.
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Los armenios que viven en esa zona y que durante décadas han sido allí mayoría y lucharon por la independencia de «Artsaj», nombre que ellos dan a Nagorno Karabaj, se opusieron con las armas a formar parte de Azerbaiyán, cuya reivindicación sobre ese territorio cuenta con el apoyo de la ONU y gran parte de la Comunidad Internacional. La parte del enclave que los armenios secesionistas controlan todavía está por todas partes rodeada por Azerbaiyán.
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Ellos denunciaban este martes «fuego intenso» azerbaiyano contra Stepanakert y otras localidades del entorno mientras unidades del Ejército azerbaiyano parecen disponerse a avanzar. El Ministerio de Defensa azerbaiyano anunció el desencadenamiento de «operaciones antiterroristas» con el objetivo de neutralizar «las posiciones de las fuerzas armadas armenias», prácticamente inexistentes en Nagorno Karabaj y muy mermadas las de los armenios locales. La cartera de Exteriores de Bakú, por su parte, advierte que la paz será posible solamente «con la retirada incondicional y total de las fuerzas armenias de la región azerbaiyana de Karabaj y la disolución de su Gobierno».
El desencadenante de la actual crisis, según Bakú, se debe a la muerte en la madrugada del martes de cuatro policías y dos civiles azerbaiyanos por la explosión de una mina presuntamente colocada por «saboteadores» armenios. De ahí que la ofensiva haya sido calificada de «antiterrorista» y en la misma se empleen misiles de alta precisión. Las redes sociales muestran las enormes explosiones causadas por los impactos de los cohetes.
Las autoridades armenias de Ereván han denunciado el ataque azerbaiyano como «una agresión a gran escala» que persigue llevar a cabo en Nagorno Karabaj una «limpieza étnica». Rusia, que se erigió como garante del alto el fuego alcanzado en 2020 y tiene en la parte armenia del enclave desplegadas tropas, denunció que fue avisada por Bakú de la operación tan sólo «unos minutos antes». La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, ha llamado a «poner fin urgentemente al derramamiento de sangre y a regresar al acuerdo de paz», llamamiento que ha hecho también la Unión Europea.
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El pasado mes de julio, el Ministerio de Exteriores azerbaiyano puntualizó que «la parte rusa no está garantizando la aplicación del acuerdo del alto el fuego en el marco de sus obligaciones (…) no está haciendo nada para impedir que los suministros militares de Armenia lleguen a las fuerzas separatistas armenias de Nagorno Karabaj».
Aquel acuerdo fue patrocinado por el presidente ruso, Vladímir Putin, y puso fin a seis semanas de guerra. Armenia tuvo que ceder territorios a Azerbaiyán y Moscú desplegó fuerzas de mantenimiento de la paz en el corredor de Lachín, de cinco kilómetros de ancho, el único enlace terrestre entre el enclave de Nagorno Karabaj y Armenia. Fue la segunda guerra en Ereván y Bakú, la primera tuvo lugar coincidiendo con la desintegración de la Unión Soviética. El reciente cierre del corredor de Lachín por las fuerzas de Azerbaiyán estaba empezando a provocar una crisis humanitaria por su aislamiento, aunque Bakú ha permitido la entrada de ayuda en alimentos y otras mercancías.
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Ya, en septiembre del año pasado, el Ejército azerbaiyano atacó diversas poblaciones armenias, en su mayoría en la línea fronteriza, haciendo uso de artillería pesada, morteros y drones. El Ministerio de Defensa azerbaiyano justificó aquella ofensiva debido a las «provocaciones a gran escala por parte de las tropas armenias».
El brote de tensión que acaba de estallar en Nagorno Karabaj se produce en el peor momento que se recuerda en las relaciones entre Armenia y Rusia. Ereván ha organizado unas maniobras conjuntas con Estados Unidos y amenaza con salirse de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB) impulsado por el Kremlin. Hace justo una semana, el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, denunció que el Kremlin «es incapaz de mantener el control sobre el corredor de Lachín o no tiene voluntad de hacerlo».
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Pashinián ha llegado a calificar de «error estratégico» la dependencia de su país de Moscú en materia de seguridad. Además, el primer ministro armenio ha prometido que su país ratificará el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, cuyos jueces emitieron una orden de arresto contra Putin por la deportación de niños ucranianos a territorio ruso. Ante todos estos agravios, el Ministerio de Exteriores ruso convocó al embajador armenio en Moscú para deplorar las «medidas inamistosas» que está adoptando Ereván.
Nagorno Karabaj, un territorio montañoso del tamaño de la Comunidad Riojana, poblado desde siempre mayoritariamente por armenios, fue incorporado a Azerbaiyán en 1921 a tenor de una resolución de la sección local del Partido Comunista, pero el Sóviet Supremo de la República Socialista de Armenia aprobó, en 1988, una moción para anexionarse Nagorno Karabaj, decisión que fue desautorizada por Moscú y no llegó a tener efecto legal.
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Pero los ánimos se caldearon y empezaron unos enfrentamientos que condujeron al comienzo de una cruenta guerra en 1991, justo el año cuando se desintegró la URSS. Armenia y Azerbaiyán se convirtieron en países independientes y en Nagorno Karabaj también se autoproclamaron independientes tras la celebración de un referéndum. La contienda duró hasta 1994, causó unos 30.000 muertos y un flujo de más de un millón de refugiados azerbaiyanos.
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