Los líderes de los países más ricos del mundo y de la Unión Europea posan ante la puerta de la paz en la isla de Itsukushima. EFE

Los países del G7 buscan ahogar la maquinaria bélica rusa con un incremento de las sanciones

La cumbre de Hiroshima persigue mediante embargos privar a Moscú de «tecnología, equipamiento y servicios» de guerra

Pablo M. Díez

Enviado especial. Hiroshima

Viernes, 19 de mayo 2023, 14:03

En el arranque de una cumbre cargada de simbolismo, el G7 acordó este viernes nuevas sanciones contra Rusia por la guerra de Ucrania mientras espera al presidente Volodímir Zelenski. Sorprendiendo a todo el mundo, durante la mañana saltó la noticia de que asistirá en persona ... a la sesión el domingo, el día de su conclusión. Confirmando esta bomba informativa, el secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania, Oleksiy Danilov, aseguró a la televisión de su país que «la presencia física de nuestro presidente es absolutamente crucial para defender nuestros intereses» porque en «esta reunión se abordarán asuntos muy importantes».

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El propio Zelenski se congratulaba en Twitter de la decisión de Estados Unidos de permitir que se envíen cazas F-16 a Ucrania. «Una histórica decisión [...] Cuento con tratar la implementación de esta decisión en la cumbre del G7 en Hiroshima». Dando ya por hecha su llegada a la histórica ciudad de Japón. Antes, el presidente ucraniano aterrizó por sorpresa en Yeda para participar en la cumbre de la Liga Árabe, donde advirtió de que algunos de sus dirigentes «hacen la vista gorda». El viaje del presidente ucraniano supone un enorme riesgo por la seguridad, pero también es un estudiado golpe de efecto. Según el canal indio Wion News, Zelenski llega este sábado a Hiroshima y se reúne primero con el primer ministro, Narendra Modi.

Ayuda armamentística

Es imposible que el presidente ucraniano se marche de Japón con las manos vacías

La presencia de Zelenski en la cumbre añadirá así un valor aún mayor a esta reunión en Hiroshima, la primera ciudad que sufrió el horror de la bomba atómica en 1945 y cuya sombra planea sobre la guerra de Ucrania por las amenazas nucleares de Putin. Estableciendo los evidentes paralelismos entre Hiroshima y Nagasaki y las ciudades más devastadas por los bombardeos rusos, el presidente ucraniano aprovecharía su presencia para pedir más ayuda militar a las potencias del G7, que reúne a las democracias más avanzadas: Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá.

En su reciente gira por Europa, el presidente ucraniano visitó algunos de estos países e insistió en que necesita más armamento sofisticado y munición para llevar a cabo una contraofensiva que le permita recuperar los territorios arrebatados por Rusia. Venciendo sus reticencias iniciales para que el conflicto no escale aún más, su homólogo en Estados Unidos, Joe Biden, se muestra ahora dispuesto a permitir que la Unión Europea exporte sus cazas F-16 a Ucrania como pide Holanda. Si Zelenski aparece en persona en la cumbre del G7, será una ocasión de oro para conseguir la ayuda militar que tanto necesita y es improbable que se marche de Hiroshima con las manos vacías.

Medidas sin cerrar

Junto al posible envío de armamento a Ucrania, otro de los frentes del G7 son las sanciones contra Moscú, incrementadas en esta reunión. Tras discutir la guerra en su segunda sesión, los líderes de la cumbre emitieron un comunicado anunciando «una mayor restricción del acceso de Rusia a nuestras economías». Controlando sus exportaciones de maquinaria industrial y herramientas, el G7 quiere privar al país de «tecnología, equipamiento y servicios que alimenten su máquina de guerra». Pero todavía está por ver el consenso e impacto final de estas medidas.

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Insólita imagen en la que el primer ministro británico, Rishi Sunak, muestra sus calcetines con el logo del club de béisbol Hiroshima Toyo Carp. a su homólogo japonés, Fumio Kishida, seguidor de este equipo. AFP

Mientras EE UU apunta a 70 entidades de Rusia y otros países con 300 nuevas sanciones y el Reino Unido baraja prohibir sus importaciones de aluminio, cobre y níquel, otros gobiernos no se atreven a tanto para no dañar también sus propios intereses económicos. Sobre el tapete hay un paquete de sanciones al negocio de los diamantes rusos, que genera entre 4.000 y 5.000 millones de dólares. Pero Estados como Bélgica, India y Emiratos Árabes se lucran también de este comercio y se esperan sus reparos.

«Hay un debate sobre las sanciones dentro del G7 y otro al nivel de la UE», reconoció el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una comparecencia ante la prensa. A pesar de las dificultades para alcanzar un consenso porque «cada paquete de sanciones despierta dudas sobre la unidad de la UE», recordó que «hemos tenido éxito en diez ocasiones anteriores y cada una es más difícil que la anterior».

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Simbolismo

La presencia de Zelenski supone tanto un enorme riesgo de seguridad como un gran golpe de efecto

Más allá de las declaraciones de intenciones, la primera jornada de la cumbre se completó con reuniones de trabajo y una visita al Museo de la Paz, que documenta el horror de la primera bomba atómica lanzada por EE UU sobre Japón al final de la Segunda Guerra Mundial. Al término del recorrido, los dirigentes del G7 y la UE depositaron coronas de flores en recuerdo de sus víctimas, una simbólica imagen de paz que, por desgracia, choca con la belicosidad de estos tiempos por la guerra de Ucrania.

Gira diplomática

Volodímir Zelenski

recorrió primero Europa con una larga lista de necesidades. Regresó a casa con muchas de las cosas que quería, pero no los cazas.

Los líderes europeos

le prometieron un arsenal de misiles, tanques y drones durante un viaje vertiginoso por Italia, el Vaticano, Alemania, Francia y Reino Unido.

Sin pasar apenas por Kiev,

Zelenski se trasladó el viernes a Arabia Saudí con ánimo de reclamar a los países árabes que frenen su apoyo a Rusia.

Este sábado

se le espera en Hiroshima, donde el domingo tomará parte en la sesión de clausura de la cumbre del G7. Previamente tiene previsto entrevistarse con el primer ministro indio, Narendra Modi.

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