El avión de pasajeros quedó calcinado después del incendio por la colisión. Reuters

El avión de la Guardia Costera embestido en Tokio no tenía permiso para estar en la pista

La investigación revela que la torre de control había ordenado al aparato permanecer fuera de la pasarela mientras daba paso al Airbus de Japan Airlines

Miércoles, 3 de enero 2024

Cerca de la entrada sur de la pista de aterrizaje C del aeropuerto de Haneda, enTokio, el Airbus con 379 pasajeros esperaba en el aire la luz verde para aterrizar. «Japan 516 continúe la aproximación», dijo un controlador aéreo a las 17:43 (hora local), ... cuatro minutos antes de la colisión. Por el lado oeste de la misma pasarela estaba la aeronave de la Guardia Costera nipona pese a que se le había indicado que aguardase en un punto de espera, fuera de pista. Poco después fue embestida por el avión comercial en una de las tragedias aeroportuarias más graves de la historia reciente del país asiático que se cobró la vida de cinco personas.

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Según las primeras investigaciones, y después de recuperar algunas grabaciones de la comunicación entre los capitanes de los dos aparatos y la torre de control, se ha sabido que el avión de la Guardia Costera no tenía permiso para estar en el lugar. Esta conclusión contradice la versión del piloto, el único superviviente del vehículo que quedó completamente destruida. Las conversaciones recuperadas recogen la orden a la aeronave más pequeña de que se mantuviera alejada y cómo la tripulación responde afirmativamente. Las autoridades barajan la posibilidad de que hubiese más interacciones después o que se produjera un error de interpretación por parte de alguno de los involucrados en el siniestro. Las instrucciones eran claras.

El accidente pudo ser peor. Una evacuación impecable del Japan Airlines permitió que todos salieran con vida. El fuego que se desató tras el impacto envolvía el avión mientras la docena de tripulantes instaba a mantener la calma a los más de trescientos pasajeros –entre ellos ocho niños de hasta dos años–. El procedimiento de emergencia duró 18 minutos, de los que 90 segundos son los indicados para sacar a todas las personas de forma segura por los tres toboganes.

Futura formación

Los pasajeros dejaron atrás su equipaje y salieron de forma ordenada. «Escuché una explosión unos 10 minutos después de que todos bajáramos del avión», relató uno de los viajeros. El instinto de supervivencia, el civismo nipón y el entrenamiento del personal aéreo dejó una escena difícil de imaginar en medio del caos, que podría ser examinada en todo el mundo para ayudar a dar forma a futuras prácticas de evacuación, según la aerolínea.

A pesar de que las llamas se asomaban por las ventanas y que la humareda empezaba a entrar en la cabina, «no se percibió una sensación de pánico». Así lo reconoció el pasajero Satoshi Yamake a la CNN. «Aterrizamos normalmente, no sentimos ningún shock ni nada parecido», dijo. El capitán ya había anunciado el descenso y puede que la sensación de estar en tierra calmara a las personas.

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La evacuación del Airbus fue exitosa gracias a que los pasajeros acataron las instrucciones del personal

Los investigadores inspeccionaban en las últimas horas los restos de los aparatos que permanecían en la pista aún cerrada. Pero el resto de pasarelas de la terminal aérea internacional más transitada de Japón reabrieron ayer después de que más de un centenar de vuelos desde y hacia Tokio fueran cancelados.

Víctimas del terremoto

La pequeña aeronave embestida se disponía a llevar ayuda humanitaria a las víctimas del terremoto que azotó en Año Nuevo la isla principal japonesa de Honshu. La cifra de muertos ascendió ayer a 73 y casi 400 personas resultaron heridas.

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La carrera contrarreloj de los servicios de rescate se cruza también con las fuertes lluvias que comenzaron ayer y dificultan las labores de búsqueda de supervivientes entre los escombros de los edificios derruidos. Las réplicas también impiden avanzar en la atención de las víctimas. Después del seísmo de 7,4 grados, cientos de nuevos temblores –de hasta 5,5 de magnitud– continúan sacudiendo las zonas más afectadas. De hecho, la Agencia Meteorológica de Japón advirtió de que existe el riesgo de que vuelva a producirse un terremoto de gran impacto en la próxima semana.

Las condiciones del tiempo muy adversas obligan a los rescatistas a interrumpir su labor y a resguardarse ante el riesgo de otra tragedia por la inestabilidad del terreno. Más de 33.400 personas están en albergues y cerca de 30.000 hogares están sin electricidad en la localidad de Ishikawa. Justo allí al menos 200 edificios de apartamentos se derrumbaron. En la ciudad costera Suzu «casi no quedan viviendas en pie», lamentó Masuhiro Izumiya, el alcalde de esta urbe a la cadena TBS. «La situación es realmente catastrófica», afirmó.

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