Anjem Choudary, el predicador de las pasiones encontradas
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El clérigo islamista se enfrenta a un juicio en Londres por tres delitos vinculados con el terrorismoNo caben las opiniones tibias cuando se menciona al predicador Anjem Choudary, de 56 años. En el Reino Unido lo condenan todo el abanico de la clase política, los medios de comunicación, independientemente de su orientación ideológica, y las organizaciones musulmanas tradicionales, que rechazan su ... extremismo y la falta de formación coránica. Pero, tal vez, ahí, en esa independencia y el rechazo del 'establishment' radica el gran atractivo para otros sectores afines a su credo extremista.En cualquier caso, su futuro inmediato depende de la Justicia. Este individuo controvertido se sienta actualmente en un banquillo acusado de tres delitos de terrorismo.
Choudary ha sido asociado a los protagonistas de la violencia yihadista en Londres, aunque no hay pruebas de su compromiso efectivo. Entre sus presuntos seguidores se ha mencionado a Ali Harbi Ali, el estudiante que apuñaló al diputado tory David Arness, Abdel-Bary, el rapero introducido en el Estado Islámico y fallecido recientemente en la prisión de Puerto de Santa María, o Michael Adebolajo, uno de los asesinos del soldado Lee Rigby en una calle de Londres.
No hay pruebas sólidas de ese vínculo y, curiosamente, él no fue un muchacho radical. El destino de aquel joven británico, hijo de comerciantes pakistaníes, cambió bruscamente a lo largo de la década de los noventa. Al parecer, fue un bohemio, aficionado a las fiestas y las drogas. El estudio de Derecho lo rehabilitó y encauzó su camino profesional en una firma de servicios jurídicos. A finales de los noventa, era el presidente de la Sociedad de Abogados Musulmanes, cargo en el que permaneció brevemente.
Pero todo volvió a cambiar. La adhesión al salafismo, una corriente radical del Islam, le confirió una férrea determinación en el ámbito del activismo político y religioso. Desde entonces, la lucha para propagar su vehemente pensamiento le ha proporcionado una notoria proyección pública siempre vinculada a la polémica.
La estrategia de Choudary se basa en la resistencia ante el acoso legal, la reorganización contra viento y marea, y las declaraciones estentóreas, esas que suelen nutrir los grandes titulares. Sus primeros parlamentos públicos, a menudo carentes de permiso oficial, abundaban en torno a la demanda de un sistema de estudios islámicos y pronto desembocaron en la idea de instaurar la sharia en Gran Bretaña.
Al-Muhajiroun, la primera entidad creada junto a Omar Bakri Muhammad, se hizo famosa cuando calificó como 'mártires magníficos' a los autores del 11-S y se disolvió, aparentemente, en 2005. Ahora bien, sus declaraciones no le han proporcionado los conflictos más graves. Los mayores problemas surgieron, siquiera en una etapa inicial, por acusaciones de promover el reclutamiento e instrucción militar de voluntarios para luchar en el extranjero.
Tan sólo fue la primera de una sucesión de iniciativas. Ahlus Sunnah wal Jamaal fue la siguiente, un foro privado de internet en el que, al parecer, se llamaba a la guerra santa. Después, llegarían Al-Ghurabaa, ilegalizada en 2006, e Islam4UK, creada en 2008 y destinada a convencer a los británicos de la superioridad de la fe musulmana.
La bandera de la 'sharia' ondearía sobre Downing Street y el Palacio de Buckingham se convertiría en una mezquita, según sus presagios más sorprendentes. No eran los más estridentes. El ideario del clérigo rechazaba todos los valores políticos occidentales y sus convocatorias conseguían más repercusión mediática que fieles, aunque contaba con decenas de seguidores. En 2013 participó en una marcha de 'Sharia Project', organización que reclamaba la prohibición de vender alcohol en los establecimientos regentados por musulmanes entre otras medidas de coacción en el seno de dicha comunidad.
Esa escalada de declaraciones frente a comisarías, embajadas y templos, alcanzó un punto sin retorno el 5 agosto de 2015, cuando fue acusado formalmente de hacer apología del Estado Islámico. Fue sentenciado a cinco años y seis meses de cárcel y, en mayo de 2017, el gobierno de Washington lo declaraba terrorista global. Fue liberado en 2018 después de cumplir la mitad de la pena.
La cárcel no disminuyó su ímpetu. Los cuerpos de seguridad lo han mantenido bajo vigilancia y aseguran que recuperó su labor tras ser excarcelado. A ese respecto, advierten que sus charlas online con miembros de la Sociedad de Pensadores Islámicos, son tan sólo una tapadera para proseguir la existencia clandestina de Al-Muhajiroun, la primera de sus organizaciones y, según las hipótesis de Scotland Yard, la matriz de una serie de actividades terroristas llevadas a cabo en las dos últimas décadas, incluidos los atentados de Londres en 2005.
La acusación de pertenencia a una organización proscrita, de dirigir tal entidad y de celebrar reuniones para alentar el apoyo a una organización proscrita, puede desvelar la verdadera naturaleza de Choudary. Esa tesis sostiene que no se halla reducida a la condición de mero difusor de mensajes, sino que también contempla la instigación de aquellos actos de violencia que han tenido a británicos como ejecutores.
En cualquier caso, no parece probable que una nueva condena disminuya su predicamento entre los más radicales. Todo apunta que, incluso desde la cárcel, proseguirá su labor de seducción y captación. El hombre al que nunca se ha probado un delito de sangre podrá ejercer su magisterio, una enseñanza que implica que el mundo se divide entre nosotros y ellos, los infieles, un abismo sin puentes ni posibilidad de diálogo.
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