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Ecuador se queda a oscuras para enfrentar la peor sequía de los últimos 50 años. El país andino, dependiente casi por completo de la producción hidroeléctrica, se enfrenta a una de las peores crisis energéticas de la década. Hace más de un mes no llueve ... en la región austral, reduciendo a mínimos históricos los caudales de los ríos amazónicos que alimentan a las principales centrales. Los ecuatorianos viven desde finales de octubre con apagones diarios de hasta cuatro horas ante la insuficiente capacidad de cubrir la demanda nacional.
El retraso en la llegada de la temporada de lluvias por el impacto del fenómeno de El Niño deja un panorama casi árido alrededor de los embalses, que trabajan a menos de la mitad de su capacidad. Ahora Quito confía en que la crisis no toque a Colombia o Perú, que son los que surten de energía a los 16,9 millones de habitantes en el país. La emergencia echa en falta el 92% de la energía que proviene de centrales hidráulicas. El 7% de las térmicas y el 1% de fuentes no convencionales se tienen que complementar con el suministro de sus vecinos.
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El presidente de Colombia, Gustavo Petro, y su homólogo ecuatoriano, Guillermo Lasso, han acordado que Bogotá venderá a Quito un 40% más de energía de la que le está dando actualmente -un 60%-. El país andino también ha solicitado a la mandataria peruana, Dina Boluarte, más megavatios. Con la capacidad de la red de transmisión en ambos extremos hasta el límite, el Gobierno espera reducir pronto el tiempo de los cortes.
El déficit energético regresa a los ecuatorianos 14 años atrás cuando eran habituales los apagones ante la sequía. El racionamiento comenzó el pasado 27 de octubre. Las autoridades han advertido de que podría extenderse hasta diciembre si no mejoran las condiciones climáticas, principalmente en la cuenca del río Paute, en el sur del país, donde se encuentran cuatro de ocho centrales, que generan unos 1.700 megavatios.
La interrupción del servicio en plena jornada laboral ha desatado el caos en la rutina diaria de la gente. Sin internet, sin semáforos, hacer las compras a la luz de las velas y cerrar pronto las tiendas para evitar saqueos ya provocan números rojos en la economía. La falta de iluminación, la interrupciones en la refrigeración y en el uso de máquinas y la caída de los servicios electrónicos han provocado pérdidas por unos 400 millones de dólares (más de 370 millones de euros) en el sector comercial, según la Cámara de Comercio de Quito.
Entre las 7:00 y las 18:00, las luces se apagan durante cuatro o dos horas para garantizar recursos que iluminen la noche. La crisis de inseguridad que asola al país, superando récords de asesinatos, secuestros y extorsiones, ha forzado a las empresas de energía a suministrar el servicio en la madrugada para evitar que las bandas delincuenciales aprovechen la oscuridad para hacer de las suyas.
«Comprendemos la indignación que han causado los cortes de luz en el país. Estamos conscientes de sus efectos y lamentamos que tengamos que atravesar por esta situación», dijo en X Lasso ante la ola de críticas al Estado por la falta de previsión de la emergencia. El mandatario achacó el problema también a «la inacción de los gobiernos anteriores». Lasso -que está próximo a entregar el bastón de mando al presidente electo, Daniel Noboa, el 1 de diciembre- lleva casi dos años y medio en el poder y asegura que «los proyectos de generación eléctrica requieren de dos a tres años para su contratación».
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Dagoberto Escorcia
Hace sólo tres meses, la historia era diferente. El comprador era Colombia y el vendedor (Ecuador) pretendía recibir 100 millones de dólares al finalizar este año. Los papeles se han invertido y hoy, Quito paga 20 millones de dólares a la semana a Bogotá. El triple de lo que cuesta el suministro en el país. La razón del encarecimiento del valor: Colombia enfrenta su propia sequía y debe racionar sus reservas hidroeléctricas por lo que vende la térmica, que necesita el costoso diesel.
A las fuertes condiciones climáticas se suma la falta de mantenimiento en las estaciones termoeléctricas. Los proyectos para mejorar las condiciones de las centrales para prever esta crisis «no se lograron ejecutar a tiempo pese a la existencia de los recursos económicos», explicaba ya en diciembre el ministro de Energía. Los retrasos motivaron entonces la salida a finales del año pasado del gerente de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec), Nicolás Andrade, «por no cumplir con las expectativas en el cargo». La «negligencia» de los altos cargos resulta ahora en la carencia de un «plan B» más barato y autosuficiente. Aún le queda mucho a la época de estiaje en Ecuador, que podría llegar a su punto álgido en diciembre. La falta de prevención le cuesta millones al país y ha desatado el caos en la población que regresa a los apagones tras catorce años de estabilidad.
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