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Ivia Ugalde
Viernes, 13 de agosto 2021, 19:01
El régimen de Nicolás Maduro y la oposición levantaron este viernes un nuevo puente hacia el entendimiento sobre pilares de incierta solidez. Lo hicieron en Ciudad de México, al verse las caras para dar comienzo a una ronda de conversaciones que se celebra bajo el ... auspicio del país azteca y con Noruega como mediadora. Como en las anteriores ocasiones, todas ellas fallidas, las partes volvieron a poner sobre la mesa sus líneas rojas y también una necesidad común de llegar a acuerdos como única alternativa para dar salida a la grave crisis a todos los niveles que padece Venezuela.
La ronda de diálogo, que está previsto que se prolongue hasta el lunes, según avanzó la televisión pública venezolana VTV, es el resultado del ofrecimiento que hizo el líder opositor Juan Guaidó a Maduro el pasado mayo para retomar las negociaciones. El autoproclamado mandatario interino y presidente de la Asamblea Nacional elegida en 2015 mostró este viernes su entusiasmo por una cita en la que destacó la «unidad» de la que harían gala esta vez los diferentes movimientos que se oponen al chavismo. No obstante, voces discordantes como la del excandidato a la jefatura del Estado Henrique Capriles dejan en evidencia fisuras en su seno.
Lo que está claro es que el de estos días no será un diálogo fácil. Ya lo reconoció Guaidó al afirmar que, si bien la oposición es partidaria de «construir consensos», en ningún caso estará dispuesta a «ceder a las presiones de la dictadura». Algo similar anticipó Maduro al señalar que su Gobierno, representado en México por Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional surgida de las elecciones de 2020, está a favor de «hacer lo que corresponda para la paz de Venezuela», pero «sin doblegarse a las amenazas extranjeras». Su hijo, Nicolás Ernesto Maduro, miembro de la delegación chavista, se encargó de agitar la retórica incendiaria al decir que participa en «el diálogo con la oposición extremista gobernada desde EE UU».
Según adelantaron fuentes conocedoras de la reunión a la agencia Bloomberg, los tres primeros días estarán centrados en la firma de un memorando presentado por Noruega. Dicho documento será la hoja de ruta para futuros encuentros y aludiría a temas como el levantamiento de las sanciones internacionales al régimen de Maduro -condición de partida exigida por Caracas-, la gestión de los fondos retenidos en el extranjero, la ayuda humanitaria o el calendario electoral y sus garantías. En total, está previsto que se aborden siete puntos. Además de los ya mencionados, figuran los derechos políticos para todos, respeto al Estado de Derecho, convivencia política y social, protección de la economía nacional y equipo de seguimiento y garantías.
EE UU, que sigue con atención el proceso, aseguró ayer que estaría dispuesto a «revisar las políticas de sanciones» si se producen «avances significativos y creíbles» para «restaurar los procesos y las instituciones democráticas en Venezuela», en palabras del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price. La agenda, desde luego, es ambiciosa pero las expectativas de éxito no lo son tanto por los fracasos cosechados en las anteriores citas celebradas en 2014, 2016, 2017 y 2019.
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