Un nuevo motín deja casi setenta presos muertos en Ecuador

El enfrentamiento, señaló Arosemena, se debió a la disputa por el control del pabellón 2, cuyo líder, Álex Salazar, salió en libertad hace poco. «Al estar la nave sin cabecilla, otras personas privadas de libertad pretendían doblegarlos. Más de 700 personas estaban en ese recinto. El sistema de iluminación fue destruido. No solo usaron armas y detonaciones, también trataron de asfixiarlos, quemando colchones y más», detalló el gobernador.

El sistema penitenciario del país sudamericano se encuentra bajo estado de excepción desde el pasado 29 de septiembre, tras la peor masacre ocurrida en el mismo penal del Litoral, que terminó con más de 100 reclusos fallecidos en el marco de un enfrentamiento entre bandas que buscaban dominar un pabellón. La Policía tardó tres días en tomar el control. Desde entonces la violencia no ha parado. Tras esos incidentes fueron asesinados otros quince internos, alcanzando así los 134.

Imágenes divulgadas por redes sociales dejan ver cuerpos que son incinerados. Arosemena calificó en rueda de prensa de «salvajismo» lo ocurrido en la madrugada de este sábado y responsabilizó en varias ocasiones a la Corte Constitucional por impedir que Fuerzas Armadas accedieran a los centros penitenciarios. Las autoridades dejaron entrever un alto nivel de violencia durante el amotinamiento en esa cárcel, una de las más importantes del país, con 8.500 internos y una sobrepoblación de 60%.

Por su parte, el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, anunció en su cuenta de Twitter que reunirá «un Comité de Seguridad en el ECU 911 (servicio integrado de seguridad) de Samborondón, motivado por los últimos incidentes en las cárceles».

La masacre de Guayaquil agudiza la crisis penitenciaria de Ecuador, que ha padecido ya ocho matanzas en cárceles en lo que va de año, con un saldo de aproximadamente 300 fallecidos. Con 65 prisiones, la población confinada alcanza unos 39.000 reos -la mitad de ellos sin sentencia- cuando la capacidad es sólo de 30.000. Además del hacinamiento, las prisiones carecen de suficientes guardias. En algunas de las principales hay apenas un funcionario cada cien reclusos.